Capítulo ocho

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Rick y yo estamos comiendo uvas, tumbados en una cama matrimonial de otra habitación diferente a la que comparto con mi marido, me siento como en los cuadros de dioses griegos y sus ninfas que están colgados por varias partes de la mansión. Él me acaricia por todo mi cuerpo, provocando que mi vello se erize.

-Rick.

-Dime amor -dice y me lame los pechos.

-¿Por qué decidiste unirte al ejército? No tienes porque contestar si te incomoda, es solo curiosidad.

Él separa su boca de mi cuerpo y me mira fijamente a los ojos.

-Mi padre era de Estados Unidos y mi madre de España, viví casi toda mi infancia y adolescencia con mi madre pero falleció de un infarto, entonces me tocó quedarme en Estados Unidos con mi padre que era muy estricto y me obligó a entrar al ejército si quería seguir teniendo relación con él. Justo en la guerra de Irak falleció en su casa, le disparó un ladrón. Entonces al verme solo y con tantos traumas siendo tan joven decidí irme a un sitio tranquilo a vivir y en el país que he sido más feliz. Mi madre sí que era un cielo, estoy seguro de que os hubierais llevado bien. -Me explica bastante emocionado al rememorar-. No me molesta que me preguntes estas cosas, me ayuda a liberar mis emociones y a soltar el dolor.

Me abraza.

-Desde que apareciste en mi vida siento que puedo ser feliz y que no tengo porqué estar solo. Eres mi todo, Eva.

Él comienza a frotar mi clítoris con cierta delicadeza al inicio y poco a poco aumenta su intensidad.

-Gime para mí Eva, amo como gimes. -Me pide en tono suplicante puesto que contengo mis gemidos pues quedé con mi hermana esta tarde en mi casa, puede llegar en cualquier momento. Se me ha olvidado decírselo a Rick.

Su mano toca con más frenesí mi clítoris, provocando que pierda el control.

-¡Ah! ¡Ah! Rick, se me...

-Así cariño -interrumpe lo que iba a decir.

Al mismo tiempo que masturba mi clítoris me penetra con su miembro, mis gemidos fuertes inundan la habitación.
De pronto se abre la puerta ya que mi hermana tiene llave de la mansión. Me tapo la boca con una mano para no hacer ruido ya que el pene de Rick sigue entrando y saliendo de mi vagina.

-¡Eva! Ya estoy aquí, te tengo que contar tantas cosas de como me ha ido el viaje.

La cara de Rick es de puro fastidio pues mi hermana nos ha dejado calientes y sin poder llegar al orgasmo. Se separa de mí rápidamente, yo me cubro con un camisón que encuentro en un armario.
Salgo, bajo las escaleras y abrazo a mi hermana.

-Te he echado mucho de menos cuando estuve en Nueva York, Eva. Pero te he traído muchos souvenirs. -Dice y me enseña una bolsa llena de cosas-. Sé que te hará mucha ilusión.

-Muchas gracias Belinda.

Después de que mi simpatiquísima y extrovertida hermana se vaya, corro de nuevo a los brazos de mi hombre. Que me espera ya en la cama y empalmado, con una sonrisa pícara y divertida.

-Se me olvidó decirte que quedé con mi hermana esta tarde.

-Seguro que estabas prestandole poca atención a la cháchara de esa cotorra, lo que estabas pensando es en lo que venía después de que se largara por la puerta. Nos ha dejado con muchas ganas esa lora. -Afirma riéndose-. Vamos cariño, montate encima, cabalgame y se la vaquera de este caballo salvaje.

Me río ante su comentario picante e ingenioso. Hago lo que me pide, cuando estoy montada con mi vagina sobre su pene, sus brazos me rodean la cintura para que no me caiga ante sus embestidas. Su pene me embiste y yo muevo mi pelvis y caderas al ritmo que marca su miembro. Gimo extasiada de lo increíble que se siente. Esta vez va más lento para que pueda gozar más y el orgasmo no llegue tan rápido.

-¡Más rápido amor! -le pido y hace lo que le pido.

Me embiste sin descanso y mis gemidos se vuelven más fuertes y frenéticos. Pero antes de que lleguemos al orgasmo se vuelve a abrir la puerta. Rápidamente Rick y yo nos detenemos. Me bajo de su pene, la cara de Rick es de puro enfado por dos interrupciones oportunas impidiéndonos terminar con lo que empezamos.

-¡Eva! Ya he sacado cita para que te operes.

Lo que faltaba, mi madre.
Me vuelvo a cubrir con el camisón. Me pongo las zapatillas, pues mi madre odia que ande descalza por la casa. Bajo y mi madre me mira detenidamente.

-¿A estas horas estabas acostada? -me cuestiona con su habitual aire criticón-. ¿Y por qué tienes la cara tan roja, esa respiración agitada como si hubieras corrido una maratón? Y ya he sacado cita para tu operación.

-¿Para cuándo es la cita? -pregunto intentando actuar normal.

-Para mañana, he usado mis influencias para que te ponga la primera en la lista de espera. -Me cuenta toda contenta y emocionada.

-Perfecto -intento fingir una sonrisa pero en verdad estoy muy asustada, nunca me han gustado las operaciones pero no quiero aparentar más debilidad de la que ya aparento ante mi madre.

Ella se sienta en la mesa de la cocina, yo me siento a su lado y me comienza a contar cotilleos que no me importan en lo más mínimo pero le sigo el rollo.
En cuanto se larga, subo rápidamente las escaleras hacia el cuarto donde me espera Rick.

-Era mi madre, venía sobretodo a avisarme de que mañana tengo la cita para que la cirujana me opere.

-¿Qué te ocurre Eva? -me pregunta preocupado.

-No es nada de enfermedad amor, es estético. Me va a poner el pecho más recto y a quitarme grasa del cuerpo. -Le explico intentando quitarle hierro al asunto.

-No puedes hacerte semejante aberración Eva, esas operaciones te pueden joder muy seriamente. -Gruñe nervioso-. Yo te quiero tal como eres amor mío, no necesitas modificar tu cuerpo.

-Es el deseo de mi madre y en parte si Ramón se acuesta conmigo dejará de dilapidar mi dinero tanto, además por lo que he investigado hoy en día no son tan peligrosas.

Asiente pero su mirada es triste y sobretodo está llena de mucha preocupación.

No demasiado vieja para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora