-Pégame. Más fuerte.
Ni los estruendosos truenos eran lo suficientemente fuertes para impedir que escuchara sus gemidos.
-Azótame.
En ese momento me sentía su dueño. A pesar de obedecerle en todo lo que me pidiera, era yo el que lo hacía desear cada vez más. Y me encantaba.
-Dámela toda.
Pero estoy empezando por el medio. La historia no comienza aquí, así que regresemos al principio.Me encontraba en mi cuarto frente al closet buscando mi pijama. Las luces estaban apagadas y lo único que alumbraba eran las lámparas de noche a los lados de la cama.
Era una noche en la que estaba lloviendo terriblemente, y temía por que se fueran las luces. Bill estaba todavía trabajando, y dudaba que fuera a llegar con la tormenta que estaba afuera, así que por esa noche ya me visualizaba durmiendo solo hasta altas horas de la madrugada.
Encontré algo ligero, que sería un short y una playera de mangas cortas que dejaban notar perfectamente mis brazos y abdomen bien marcados, igual que mi entrepierna.
Cerré el closet y me senté en el borde de la cama. Me tapé la cara con ambas manos suspirando, mientras lo único en lo que pensaba era en él. La lluvia me tenía en estado de relajación.-Tengo miedo.
Una vocecita en su tono más bajo llegó a mi mente. No le tomé mucha importancia. Supuse que era mi subconsciente al recordar que de pequeño odiaba las tormentas, y siempre acababa en la cama de mi hermano.
Entonces me llegó un recuerdo mío y de mi hermano en una noche igual a ésta. Ya estábamos grandes, no teníamos menos de trece años, pero igual yo seguía metido en su cama.
Para ese entonces era capricho mío el correr con él en cuanto escuchaba el primer trueno. Ya no le temía a las tormentas, lo hacía inconcientemente. Siempre lo hacía.
-Eres más miedoso que yo - Era lo que me decía mi hermano cuando sentía el calor de mi cuerpo rozar el suyo.
Sonreí al recordar eso. Siempre fanfarroneé de ser el más valiente de los dos, pero en esos momentos no me importaba. Mi inocente conciencia no sabía el por qué no me importaba, el por qué me gustaba sentir su cuerpo junto al mío.
Me destapé la cara y negué levemente con la cabeza, aún sin borrar la sonrisa de mis labios. Los mojé un poco con mi lengua y destapé la cama para entrar en ella.
Diez minutos no hacían mucha diferencia, pero era suficiente para hacerme creer que era el hermano mayor y que debía proteger a mi hermanito de cualquier daño.
A veces era duro con él, pero por que siempre quise que tuviera lo mejor y que fuera feliz. Así como cuando me confesó que era gay. Como cuando se empeñó y se tiñó el pelo de negro y cuando se hizo su primer piercing y tatuaje. Así como cuando me confesó que estaba enamorado y yo no lo podía creer, por que sencillamente me había dolido. Yo pensé que mi estado de negación era por que quería que fuera feliz con una bonita muchacha y se casara y tuviera muchos hijos, y ahora que me confesaba que era gay y estaba enamorado, todas mis expectativas para él se vinieron abajo. Pero mi negación era algo todavía menos imaginable.
Escuché un ruido que venía de la sala, y eso me hizo salir de mis recuerdos. Me levanté de la cama y me dispuse a ver de qué se trataba. Al bajar las escaleras encontré a Bill todo mojado, escurriendo.
-Por dios, ve nada más como vienes - le dije asombrado de que se mojara tanto.
-No ha sido nada. Subo a cambiarme y hacemos como que esto no pasó - Se acercó a mí, tomó con sus manos mi cara y me atrajo para besarme. Yo le respondí el beso y lo tomé por la cintura sin importarme que estuviera mojado.
Me tomó de la mano y nos dirigimos al cuarto. Yo desde dos escalones más abajo que él podía ver su definido trasero mojado bambolearse frente a mí, y para cuando me había dado cuenta en mi short ya no cabía mi calentura.
Entramos al cuarto y cerramos la puerta con cerrojo mientras nos besábamos recargado yo en ella. Y así nos fuimos desnudando poco a poco, tirando las ropas por todo el suelo hasta llegar a la cama, donde llegamos completamente desnudos.
Nos tocamos. Hasta que sentí que ya no podía aguantar más tiempo saqué el lubricante, y con su sensual ayuda lo pusimos sobre mi “gran amigo”.
Lo dilaté… quise provocarlo más haciéndolo más lenta y sensualmente, y cuando al fin estuvo listo no dudé mucho y en un dos por tres ya lo había penetrado por completo.
Comenzaron las embestidas y casi ocho minutos después de solo escuchar sus incontrolables jadeos la cosa se puso mejor.-Pégame. Más fuerte.
Ni los estruendosos truenos eran lo suficientemente fuertes para impedir que escuchara sus gemidos.
-Azótame.
En ese momento me sentía su dueño. A pesar de obedecerle en todo lo que me pidiera, era yo el que lo hacía desear cada vez más. Y me encantaba.
-Dámela toda.
No pasó mucho para que me corriera dentro de él. Tomé aire y sin salirme de su cuerpo comencé a masturbarlo mientras le daba una que otra embestida más, hasta que se corrió entre su estómago y el mío.
Finalmente escuché un trueno que me hizo recordar esas noches tormentosas. Y se fue la luz.
-Tengo miedo - Le dije con una sonrisa que solo yo sabía que tenía, mientras me tiraba en su pecho a descansar.
-Eres más miedoso que yo - me dijo riendo.
Escuchamos unos golpecitos a la puerta, nos alcanzamos a vestir con lo primero que encontramos y abrí la puerta.
-Papi tengo miedo - dijo mi hijo de dos años abrazando fuertemente a su conejo de peluche.
-Ven, amor - le dijo Bill mientras le extendía los brazos.
Daniel se fue a acurrucar a un lado de Bill.
Eso era lo que yo realmente quería para él. Que fuera sumamente feliz, pero conmigo.
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Cuando llueve - Sleppy Hollow
FanfictionOdio los días como éstos. Cuando llueve. Tom Kaulitz. Advertencias: Incesto, Lime, Mpreg