𝙇𝙖 𝙣𝙤𝙘𝙝𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙧𝙚𝙡𝙡𝙖𝙙𝙖

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A pesar de que la noche parecía tranquila, el silencio que se formó mientras Kris esperaba la respuesta de su hermanito se sentía como una eternidad para los tres. Cada segundo que pasaba era como una aguja que los pinchaba, y los nervios aumentaban. Finalmente, después de lo que les parecieron horas, Kickin, con las manos sudorosas y el corazón latiéndole en los oídos, rompió el incómodo silencio.

Kickin — Hermano...

Kris — Dime, hermanito. — Le respondió con una sonrisa cálida, intentando calmarlo. — ¿Ya vas a contarnos la verdad?

Kickin — Bueno... La verdad es que no sé si es algo tonto, pero... — Suspiró profundamente, bajando la mirada mientras movía nerviosamente una de sus piernas. — S-Sí, me gusta... un poco...

Hoppy — [¡LET'S GOOOOO, YEAHHHH!] — Exclamó en su cabeza, con una sonrisa que no podía disimular.

Kris, al ver la reacción de Hoppy, no pudo evitar que una idea traviesa se le ocurriera.

Kris — Hermanito, eres adorable cuando admites las cosas, pero... — Le puso una mano en el hombro, inclinándose hacia él con una sonrisa pícara. — Termina lo que empezaste... — Su risa contenía un toque de desafío.

Kickin — ¿Terminar? ¿Qué tengo que terminar, Kris...? Ya lo dije, eso era lo que querías.

Kris — Eres un poco ingenuo, hermanito... Pero, para resumir, lo que quiero es... — Se inclinó aún más, susurrándole al oído con un tono de complicidad. — Que le des un besito.

Kickin — ¡OYE, PERO...! — Su rostro se tornó carmesí al instante, y se cubrió rápidamente con las manos, como si intentara esconder su vergüenza.

Kris — Vamos... No es tan difícil...

Kickin — ¡Para mí sí!

Kris, decepcionado por la falta de acción de Kickin, decidió tomar cartas en el asunto y se dirigió a Hoppy.

Kris — Oye, Hoppy, tengo una pregunta para ti.

Hoppy — Q-¿Qué...? ¿Qué pregunta? — Logró decir, saliendo de su aturdimiento.

Kris — ¿Has pensado en hacer cosas de pareja, como besar?

Kickin — [¿Qué demonios está haciendo ahora...?]

Hoppy — N-No entiendo tu pregunta... — Respondió, evitando la mirada de Kris, su nerviosismo creciendo.

Kris — Bueno, en ese caso... — Sin más preámbulos, Kris tomó la mejilla de Hoppy y le dio un pequeño beso. El gesto, aunque breve, fue suficiente para dejarla congelada, una vez más.

Kickin — ¡PERO KRIS! — La rabia sustituyó rápidamente a su sonrojo, y su voz se alzó en protesta. — ¡No tienes derecho, tarado! — Le propinó un golpe en el brazo, sin contener su frustración.

Kris — ¡Auch! — Exclamó, frotándose el brazo con fingido dolor. — Entonces... ¿Lo harás?

Kickin — [¡¿Cómo pude caer en una trampa tan estúpida?! ¡Maldito seas, Kris!] — Se golpeó la cabeza con la mano, intentando calmar su creciente ira.

Hoppy — [¿Qué está pasando...?] — Preguntó en voz baja, hasta que sintió que una mano volvía a tocar su mejilla. — ¿¡K-Kick!?

Consciente de que ya no había vuelta atrás, Kickin se inclinó y le dio un beso a Hoppy. Esta vez, fue más largo, más profundo, y para sorpresa de ambos, ella lo correspondió, disfrutando del momento sin reservas.

Kris — Bueno, mi trabajo aquí está hecho. — Se alejó lentamente, con una sonrisa satisfecha en los labios. — No se queden hasta muy tarde...

𝘾𝙤𝙣𝙩𝙞𝙜𝙤 𝙝𝙖𝙨𝙩𝙖 𝙇𝙚 𝙈𝙖𝙣𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora