-Ding Dong~! Estáis ahí ya-? -Lizz preguntó esperando en la puerta. Se la podía ver a través de la ventanilla de la puerta con una sonrisa de oreja a oreja y ojos bien abiertos.
Sus ojos rojizos abiertos la daban una sensación de miedo y la sonrisa una vibra de una loca emocionalmente. Su largo cabello blanco liso a medio peinar y su pijama rojizo claro.
Restregando la mano ensangrentada por la ventanilla los miraba fijamente.
-Puedo veros~! -dijo inclinando la cabeza. El juego estaba comenzando.
El contador estaba situado encima de la puerta principal donde ella esperaba con su cuchillo preparado.
Ekha, Koko y Stafe sin pensarlo bien, corrieron a esconderse lo más rápido que pudieron dejando solo a John, quien observaba a Lizz con miedo.
El tiempo se acabó y Lizz pudo empujar la puerta abriéndola.
-Ding Dong~! Parece que empezamos~! -dijo entrando.
John salió corriendo escaleras arriba no dando tiempo a Lizz para ver dónde pudo ir exactamente.
Stafe, detrás del sofá, respiraba fuerte y rápido. Su pecho se movía rápido.
-Puedo oír tus respiraciones entrecortadas~! -una voz aguda se oyó detrás de él.
Este solo miro hacia un lado sin verla. Lizz ya estaba detrás suya con el cuchillo elevado y con su sonrisa más fuerte y grande.
-Has sido encontrado~!
Un grito desgarrador se hizo sonar por la casa, más fuerte abajo que arriba.
Lizz se fue del salón cubierta un poco más de sangre dejando el cuerpo de Stafe donde lo encontró con siete apuñaladas en el lado del corazón y sin sus ojos.
Ekha, oyendo los gritos y la voz de la chica, sujetó fuerte el cuchillo que había tomado para defenderse.
Oyó pasos en la cocina y se tensó, respirando por la nariz sin querer abrir la boca.
Lizz andó por la cocina con su expresión normal, sonrisa y ojos abiertos. Observó todo lo que tenía a su alrededor con atención, cajones, fregadero...
Después, su mirada se centró en un taco de madera lleno de cuchillos.
Se acercó para encontrar a todos los cuchillos en su sitio menos uno. Lizz se rio un poco y luego habló.
-Parece que alguien a querido romper las reglas~! -dijo en un tono más agudo.
Verdad, las reglas. Ekha se había olvidado de las reglas, no coger nada para defenderse y no atacar.
Ekha sin pensárselo dos veces, salió de debajo de la mesa y apuñalo a Lizz en su hombro tirando a su cuello.
Después de unos cortos segundos, Lizz empezó a reírse en bajito mientras giraba su cabeza como un búho para mirarla cara a cara.
Lizz estaba delante suya dándola la espalda, pero aún así, con su cabeza girada completamente para mirarla.
-Encontrada~! -dijo cerrando un poco los ojos emocionada con sus sonrisa de oreja a oreja.
Se dijo que cualquiera que se atreviera a romper las reglas, tendría el peor reencuentro con ella.
Lizz, después de mirar la cara de miedo de la otra en aquella posición, la apuñaló en el estómago a un lado de su tripa con su cuchillo,
Ekha jadeó en shock cuando la hoja perforó en su piel. La cuchilla había entrado entera en su piel hasta llegar al mango que tocaba su ropa la cual lentamente se llenaba de sangre.
La dejó en esa posición viéndola jadear y gemir con una cara de dolor y horrorizada mientras trataba de respirar y luchar contra el dolor empezando a llorar en silencio por ello.
Lizz después de verla en tanto sufrimiento, giró el mango del cuchillo también haciendo girar la hoja que seguía aún perforada en ella
Ekha dejó salir un gruñido y gemido a la vez y antes de que terminara con eso, Lizz con su boca grande que había formado gracias a su sonrisa, la arrancó la cabeza mientras esta rodaba por el suelo manchándolo de sangre.
Después dejó caer su cuerpo, dejando que escurriera sangre de su cuello cortado.
Esta miró su cuerpo en el suelo con una sonrisa y los ojos medio cerrados pero felices.
Miró hacia las escaleras encontrándose a un chico observando. Ella solo volvió a su sonrisa normal, con los ojos bien abiertos. La sangre la cubría las mejillas y escurría.
Koko miró en shock al darse cuenta de que le habían encontrado. Subió escaleras arriba y se escondió en el cuarto de baño cerrando el pestillo.
Lizz subió las escaleras con calma, como si no hubiera prisa. Su sonrisa nunca abandonaba su rostro. Si expresión nunca abandonaba su postura.
Ella miró alrededor al encontrarse en el segundo piso. Buscó en algunas habitaciones pero nadie fue encontrado.
Entonces, iba a inspeccionar la última habitación hasta que escuchó en ruido en el baño. Sin duda alguna, giró su rumbo hacia el lavabo.
-Toc Toc~! Está ocupado~? -preguntó con su voz aguda y espeluznante.
Se logró oír un jadeo corto, como si alguien que estuviera allí dentro se hubiera dado cuenta de que le habían pillado.
Lizz fue a tocar el pomo de la puerta para abrirla pero este callo antes de nada, abriendo la puerta y quitando el pestillo.
Koko se asustó mas maldiciendo en su mente. Estaba muy asustado, tanto que no miró atrás de las cortinas. Le bastaba con ver una sombra acercarse y el sonido de las uñas acariciando la cuchilla del cuchillo.
Lizz apartó las cortinas rebelándose. Encontró a Koko sentado en la bañera en shock lleno de temor.
-Búh~! -dijo refiriéndose con eso a que le había encontrado.
Se lograron oír gritos de sufrimiento y dolor por todo el piso.
John, quien estaba escondido en el armario de la habitación, oyó sus gritos y se tensó aún más cuando supo que era el único que quedaba con vida. El único que seguía jugando ese juego.
Lizz dejó el baño con el cuerpo de Koko en la bañera llena de sangre. Cuatro apuñaladas tenía Koko en su cara y la tripa abierta con medio estómago arrebatado.
-Tic Toc! Tic Toc! El tiempo se está acabando~! -dijo ella dando brincos hacia la última habitación que la quedaba por inspeccionar.
John tenía las manos en su boca y nariz para no ser encontrado por su respiración pesada, escondido en el oscuro armario de la habitación.
Esta se acercó a la puerta y la tocó.
-Toc Toc! Estoy en tu habitación~! No necesito permiso para pasar~! -dijo empujando la puerta dejando que sonara durante algunos pocos sonidos.
John empezaba a sudar del miedo y empezó a ponerse pálido. La camiseta le daba calor y estaba temblando como un motor en funcionamiento.
Lizz preguntó si estaba debajo de la cama agachándose para ver, pero no encontró a nadie.
-No te relajes, ya voy~!
Obviamente, John no estaba relajado para nada. Estaba en shock, horrorizado, sudando y pálido. Después le empezó a faltar el aire y su fobia empezó a afectarle al estar tanto tiempo en un sitio pequeño cerrado.
El chico estaba mirando hacia abajo, hacía sus piernas cruzadas. No quería mirar hacia adelante aún teniendo las puertas del armario cerradas. El armario siendo tan oscuro también le empezó a afectar.
El aire cada vez le faltaba más y más, se estaba ahogando con su propio pánico y miedo.
Después, aún mirando para abajo, vio una luz fina y recta haciéndose grande y extensa, la luz de la habitación.
Miró hacia arriba en shock y dejó de respirar en ese instante. Sus manos seguían en la misma posición, pero ya no respiraba, solo podía observar.
La expresión de Lizz no era la misma de siempre. Esta vez era seria, pero sus ojos eran los mismos, bien abiertos enseñando sus ojos rojizos.
Elevó su cuchillo perforándolo en la tripa del chico con fuerza y sin piedad. John agarró las manos de la chica que estaban en el mango, estaba tumbado, temblando, dejando salir un gruñido de su garganta por el impacto mientras la miraba con shock y sufriendo por el dolor.
Lizz le miró con la misma expresión seria que cuando le miró al encontrarle, y habló con una voz más seria.
-Te encontré
ESTÁS LEYENDO
Hide and seek
HorrorTe gusta jugar al escondite? Piénsatelo mejor después de leer esta corta novela 🔪🩸