La mañana de Zoe
La alarma sonó a las 6:30 a.m., rompiendo el silencio de la habitación de Zoe. Con un ligero movimiento, se estiró en su cama, sintiendo la suavidad de las sábanas y el calor de su manta. "Solo cinco minutos más", pensó, mientras cerraba los ojos nuevamente. Pero pronto se dio cuenta de que si no se levantaba pronto, llegaría tarde a la escuela.
Finalmente, se sentó en la cama, dejando que sus pies tocaran el frío suelo. Miró a su alrededor: posters de bandas en las paredes, libros apilados en el escritorio y la luz del sol filtrándose por las cortinas. Era otra mañana común, pensó, mientras se frotaba los ojos.
-¡Vamos, Zoe! -se dijo en voz alta, intentando motivarse-. ¡Hoy es un nuevo día!
Se dirigió al baño, donde se lavó la cara y se cepilló los dientes. Mientras se miraba en el espejo, se dio cuenta de que su cabello parecía un nido de pájaros. Sonriendo, decidió que lo recogería de alguna manera. Después de un par de minutos de lucha con su cepillo y una coleta, se dio por satisfecha.
Bajó las escaleras, el aroma del café recién hecho y las tostadas dorándose llenaban la cocina. Su madre la esperaba en la mesa, con una sonrisa.
-Buenos días, Zoe. ¿Lista para otro día de escuela? -preguntó su madre, sirviendo un vaso de leche.
-Más o menos -respondió Zoe, tomando asiento y sirviéndose un par de tostadas-. Solo espero que no haya examen sorpresa de matemáticas.
-Siempre hay un examen sorpresa, pero tú eres una chica inteligente. No te preocupes -dijo su madre con confianza, mientras le pasaba un plato con fruta.
Zoe sonrió, sintiendo un pequeño alivio. Se gustaba así, con el apoyo de su madre. Después de desayunar, se dirigió a su habitación para vestirse. Abrió su armario, contemplando las opciones. Finalmente, eligió unos jeans ajustados y una camiseta de su banda favorita. Se miró al espejo y, aunque no era la mejor versión de sí misma, se sintió cómoda.
Con la mochila lista, revisó que no se olvidara de nada: libros, cuadernos y su proyecto de historia. "No puedo perderme esto", pensó.
Al salir de casa, el aire fresco de la mañana la recibió. Zoe respiró hondo, disfrutando de la sensación. El cielo era de un azul brillante, y se sentía como si el día prometiera algo especial, aunque no sabía exactamente qué.
Mientras caminaba hacia la escuela, se encontró con su vecino, el señor González, que regaba su jardín.
-¡Buenos días, Zoe! -saludó él con una sonrisa-. ¿Listo para conquistar el mundo hoy?
-¡Buenos días, señor González! -respondió ella, riendo-. Solo por hoy, conquistaré el examen de matemáticas.
-Eso es, ¡con actitud! -dijo él, guiñándole un ojo.
Zoe continuó su camino, sintiéndose un poco más animada. Al llegar a la escuela, el bullicio de los estudiantes la envolvió. Las risas y las conversaciones creaban un ambiente vibrante. Se unió a sus amigos en la entrada, y comenzaron a hablar sobre lo que harían después de clases.
-¿Práctica de baloncesto? -preguntó Lucas, lanzándole una sonrisa.
-Por supuesto, pero no quiero que me hagas correr como la última vez -bromeó Zoe, mientras todos se reían.
-Oh vamos, te hacía falta ejercicio- dijo de broma Lucas -Estabas oxidada
-Bueno, está oxidada, anota canastas siempre para el equipo- le guiño el ojo,
-¿Lista para el examen?- Dijo Ana, preguntando
-Casi -respondió ella-. Espero recordar todo lo que estudié.
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Entre Muertos Y Corazones.
Science FictionEstá es una historia de una chica que busca sobrevivir de un virus, encontrando obstáculos en el camino.