36- Reflexión

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Cuando Elliot era un niño de diez años, estaba en medio de una clase privada sobre religión. Estaban pasando una historia sobre el origen del mundo, el lugar hecho para la maldad, el mundo terrenal y el lugar en donde las almas eran purificadas, el mundo divino.

Entre esas clases, también se tocaba la historia de los antiguos santos. Hubo una parte de la historia, en que se mostró un cambio significativo.

—¡Profesor, tengo una pregunta!

Preguntó Elliot mientras el profesor hacía una pausa para escucharle.

—¿Si su alteza?

—¿Por qué la santa del antiguo reino de Britania quedó registrada como un hito histórico en todos los libros sagrados?

—Esa es una pregunta interesante. Ella fue la santa más poderosa de toda la historia, pero se enamoró y perdió su poder, todas las personas a las que ella ayudó por años, le dieron la espalda, el emperador e incluso el templo mismo.

—¿Sólo porque perdió su poder? Fueron demasiado crueles con ella.

Comentó Elliot con un rostro bastante triste, mientras que su maestro siguió con la explicación.

—Las reglas cambiaron después de su muerte. Después de que murió quemada viva en lo hoguera como una bruja, el reino de Britania recibió un castigo.
Un oráculo llegó al papa con forma de maldición, todo el reino comenzó a enfermar de una extraña enfermedad, su piel empezó a quemarse lentamente, mientras sentían un dolor tan horrible que muchos comenzaron a suicidarse.

Entonces el pequeño Elliot bajó la mirada, mientras observaba la figura de la santa en su libro, la imagen no era tan exacta, debido a la cantidad de años que habían pasado.

—¿No es eso triste? Ella murió pensando que todos la odiaban, pero los dioses la vengaron, ¿Su alma se habrá enterado de eso? ¿Habrá descansado en paz?

Era un niño demasiado empático, incluso con las personas de sus libros que no conocía. Su maestro le dio unas palmadas en la cabeza con una sonrisa.

—Es más que seguro que los dioses la cuidaron, seguramente ahora su alma está descansando en paz en sus brazos.

Es un leve recuerdo que Elliot tuvo mientras observaba a un Eli así fuera de sí, el maná corrosivo seguía extendiéndose.

Elliot comenzó a concentrar su maná y estiró los brazos, luego hizo que un hielo gigante subiera lentamente bajo sus pies y subió unos pocos metros sobre aquel pilar congelado.

"Si ese maná sigue expandiéndose, las consecuencias podrían ser fatales".

Concentrando su vista en los alrededores, empezó a identificar en que dirección recorría el maná. Luego cerró los ojos y dio una palmada en frente de su pecho, después extendió sus manos y desde el pilar de hielo en donde estaba, todo el suelo comenzó a congelarse.

Eli al ver como el piso se estaba congelando cerca de él, comenzó a expandir su aura, lo que logró proteger su cuerpo, pero el hielo siguió expandiéndose hasta superar la distancia en que el maná corrosivo iba avanzando.

Una vez que lo superó, levantó un muro de hielo en forma de circunferencia, protegiendo todos los lados del maná corrosivo.

Incluso desde muy lejos se podía notar las grandes murallas de hielo que se habían levantado, hasta tocar la barrera que estaba a varios metros sobre el suelo.

Mientras tanto, el compañero de Elliot había llegado al calabozo gracias a una piedra de maná, con un hechizo de teletransportación. Cómo habían sido enviados por el príncipe Elliot, fueron dejados en el calabozo del castillo.

El camino de un héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora