Como todos los días, Pedro se encontraba en el camión sentado hasta atrás abrazando su mochila y con audífonos de diadema, intentando que el trayecto fuese más ameno, llevaba su uniforme del trabajo. Trabajaba en el centro comercial, en las hamburguesas de comida rápida, al terminar su turno siempre olía a aceite y comida frita, no le importaba mucho, ni siquiera cuando empezó. El sueldo era decente, no se tenía que preocupar por muchas cosas, no gastaba en ropa, tenía suficientes prendas, no le interesaba mucho su apariencia, además, ni siquiera salía de su casa, de no ser porque tenía que trabajar estaría todo el día encerrado en su cuarto, tampoco solía comer, había días en que olvidaba hacerlo, solo recordaba cuando al segundo o tercer día el estómago le dolía. A pesar de que el sueldo no era la gran cosa, por lo menos estaba afiliado al seguro social, así que tampoco tenía que preocuparse por médico y medicinas por si se enfermaba, aunque rara vez lo hacía. Era como si incluso los virus y bacterias lo evitasen.
Segundos antes de llegar a su parada, se levantó de su asiento, se colgó la mochila en el hombro izquierdo y se apresuró a tocar el timbre. El camión se detuvo y se bajó, junto con otras personas que venían en el camión, la mayoría parecían ser visitantes del centro comercial, amigos y parejas que salían a tener una tarde divertida. Pedro se quedó parado por unos minutos observándolos, no pudo evitar cuestionarse qué se sentirá ser así de cercano con alguien más, que el mundo pueda desaparecer cuando estás con otra persona, con esa persona especial, todo el dolor, tristeza y apatía desaparecen cuando sostienes la mano que amas, sintió un poco de celos. Sacudió esos pensamientos de su cabeza y se apresuró a llegar a su trabajo.
Las dos de la tarde, el sol está a su punto máximo, hace algo de calor. Mientras Pedro camina por el estacionamiento para entrar al centro comercial los rayos de sol se sienten como múltiples piquetes de moscos. Finalmente llega al centro comercial, se quita los audífonos pausando su música y escucha el mismo sonido de siempre. Gente platicando. Se apresuró, siempre llegaba a tiempo, a veces incluso unos minutos antes, pero ahora ya tenía tres minutos de retraso. No era el más animado, no hacía más de lo que le correspondía, pero siempre procuraba cumplir sus obligaciones, no le gustaba meterse en problemas. Un par de minutos después había llegado a su trabajo.
Leslie, la gerente de la sucursal lo recibió algo molesta e impaciente, estaba con los brazos cruzados y dando constantes patadas en el suelo.
- Llegas tarde, que sea la última vez, hay demasiado trabajo y es importante que estés aquí para ayudar- había bastantes personas, definitivamente había bastantes pedidos- te recuerdo que nadie es indispensable, así que si vuelve a suceder te atiendes a las consecuencias, necesito que te pongas la camisa por la empresa.
Pedro no contestó, se limitó a asentir con la cabeza y meterse a la cocina para empezar a trabajar. Nadia, una de las pocas personas que le hablaban lo saludo.
- No le hagas caso, solo está molesta porque tuvo que ponerse a trabajar, ya sabes como son los viernes, sobre todo cuando hay promociones- le dedico una agradable y tierna sonrisa- supongo que se le olvida que ella también empezó como nosotros, una trabajadora más.
- No pasa nada- contestó Pedro, le contestó la sonrisa a Nadia, una sonrisa tímida pero amigable.
Ambos se pusieron a preparar las hamburguesas, freír papas y hacer los paquetes. Y así hasta que su turno termino. Era la hora de salida, Pedro estaba terminando su ultimo pedido. Tomó su mochila y comenzó a salir, se despidió de Nadia con un gesto, antes de que pudiera salir su gerente lo detuvo.
- ¿Ya te vas? – dijo la gerente fingiendo dulzura en su tono- todavía faltan unos pedidos y sigue llegando gente, faltan un par de horas para cerrar, deberías quedarte y apoyarnos, ya sabes que somos una familia- cuando Pedro escucho la palabra familia quiso reírse, se contuvo cuando pensó que hacerlo le provocaría problemas.
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Amor y otros desastres
HorrorPedro es un chico solitario y apático, hasta que descubre las maravillas del amor, entonces emprenderá un viaje que le mostrará los horrores que el amor tiene por mostrar