I.

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El viento soplaba con fuerza en esa temporada del año.

El otoño había llegado, y esto se podía notar gracias al color que las hojas comenzaban a tomar; Dejaron de ser de un verde intenso, ahora eran una mezcla de amarillo y naranja que inundaba los ojos de quienes caminaban por lo grandes camellones del pueblo.

Y no solo eso, con el tiempo, las hojas comenzaron a caer, comenzando un ligero viaje desde el árbol hasta el suelo en un lento vaivén. Ocasionando que poco a poco las hojas se apilaran entre ellas, creando algunas montañas de hojas secas en el suelo alrededor de los árboles. Generando una vista que resultaba encantadora a aquellos que sabían admirar las maravillas de la naturaleza.

Aquel chico con el corazón igual de frío, miraba a aquellas hojas con cierta tristeza enmarcada en su rostro, y un nudo se formó en su garganta.

"Yo también quiero volar libremente como éstas hermosas hojas..."

Estuvo inmovil por bastante tiempo que ni siquiera fue tomado en cuenta, siendo sus pensamientos los únicos que parecían no parar, viajando de un extremo a otro entre el presente a su alrededor y un pasado que no tenía arreglo.

Lo único que veía era a aquellas simples hojas desprenderse del árbol y comenzar un suave baile en el aire de camino al suelo, cosa que encontraba realmente encantador.

Era como si el tiempo se hubiera paralizado justo ahora, aunque para la gente a su alrededor que caminaba sin parar, demostraban que la vida aún seguía, y que las preocupaciones no acabarían por vagar en la memoria buscando recuerdos que ahora no eran más que recuerdos.

Sin embargo, esto no era su culpa, esto era parte de aquellos síntomas que aparecían al inicio del otoño junto con las gripes y los fluidos nasales que eran tan comunes en los inicios de las épocas frías del año.

En las noticias, informaban a los ciudadanos sobre los fuertes aires que se podían presentar, para que tuvieran cuidado y comenzaran a abrigarse. Sin embargo, no hablaban sobre la nostalgia que venía en conjunto con este frío.

Y por desgracia, Taeyong ya había sido afectado por estos síntomas; sentía un gran dolor en el pecho y algunas memorias de su pasado quedaron estancadas en ese momento, haciéndole sentir demasiado débil y vulnerable a llorar.

¡Oh! Bendito sea el otoño.

Cuando éstas afecciones venían a él como cada año, siempre terminaba preguntándose qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido diferentes para él, como si de alguna u otra forma pudiera cambiarlo.

Cosa que, obviamente, no sucedería. Aún podría suplicarle al cielo y nada cambiaría como Taeyong quería.

Y no es que haya llevado realmente una mala vida, sin embargo, se sentía cansado de ella y de su mente por recordarle en todo momento aquel pasado suyo...

Aquel que tanto quería eliminar.

Gracias al frío de aquella mañana otoñal, tenía las mejillas y nariz coloradas. Envolvió un poco más la bufanda colocada en su cuello, llegando ahora a sus mejillas, y continuó con su camino.

Decidió que por ahora, no iba a pensar en ello. Se secó con un pequeño pañuelo las lágrimas que estaban por desbordar sus ojos y siguió caminando hacia adelante.

Era demasiado pronto como para arruinar su día en una mañana que pintaban ser tan agradable y fresca. Aunque esto ya no tenía certeza al permitirle divagar a su mente, todavía quedaba un poco de positividad en su simple ser.

Así pues, se llevó a los labios el café que había comprado en el camino al trabajo unos minutos atrás con el propósito de mantenerse despierto hasta el momento en que llegara a la pastelería. Sin embargo, su rostro se volvió difícil de descifrar al dar el primer trago;

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⏰ Última actualización: Oct 02 ⏰

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Recuerdos agridulces (Jaeyong ver.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora