Único.

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One Shot NaruSasu.

Doncel del ballet.

Su hermana menor lo jodía en sobremanera, no entendía la razón del por qué debía ir a tan estúpida celebración, es que acaso ¿tenía cara de persona que le gustaba estar encerrado en un teatro para ver niñitas con falda bailar?

Karin lo había obligado a ir a ver su presentación de ballet, aunque ella tuviera dieciséis años, seguía metida en esa cosa desde los cinco, aunque no le había importado mucho puesto que era su madre quien siempre la llevaba. Sin embargo, ese día había sido diferente, su madre había tenido que llevar a su padre al dentista, pues este no quería ir y ¡Le había encargado llevar a su hermana menor a su clase!

Pero no era una clase cualquiera, no señor, debido a que tendrían una presentación en el teatro de la ciudad, debían ensayar ahí y por más de dos horas, cosa que no le agradaba en lo absoluto. Aunque su hermana le había dicho que había internet, él no se conformaba con eso.

― ¡Naruto, debemos irnos! ―Escuchó los gritos de su hermana junto con los golpes dados a la puerta y se preguntó ¿Por qué Deidara no la llevaba, en lugar de él? Ah sí, porque este había dado excusa de que tenía trabajo, solo para librarse de la menor.

En estos momentos lo odiaba.

― ¡Ya voy! ―Se levantó de su cama, dejando la laptop de lado y tomando su celular del buró.

Tomó sus audífonos y salió de su habitación, observando la mirada enojada de Karin, quien tenía claras intenciones de reclamarle su tardanza.

―No digas nada, todavía que te llevo ―.

Suspiro y se metió dentro del auto de su hermano mayor, enserio ¿Por qué no la llevaba Deidara? Tenía unas inmensas ganas de asesinarlo. Pero no lo haría, sino ¿Quién lo cubriría cuando llegara tan tarde de las fiestas que hacía Lee? Aunque claro, él no era todo un santito y le debía muchos favores también.

Camino allá, se preguntaba varias cosas, ¿Karin tendría novio? ¿Algún pretendiente? ¿Amigos? Nunca había ido a ninguna de sus presentaciones, siendo esta la primera –y última, esperaba- vez que asistía, y no muy conforme con eso, debía quedarse por más de dos horas.

Cuando llegaron, la pelirroja se bajó casi corriendo y entró. Él solo salió lentamente y cerró la puerta con seguro. Su vista se posó en la tienda que había enfrente y sin pensarlo dos veces, fue a comprar algunas cosas para no aburrirse.

Entró al establecimiento y tomó algunas frituras, un refresco y varios dulces. Fue a la caja y se encontró con un muchacho pelinegro comprando agua, debía admitir que ese chico era lindo, suponía que era un doncel, por lo delgado de su cuerpo.

Su turno llegó y quito la mirada de ese azabache. Pagó sus cosas y fue directo al teatro, donde se sentó mero adelante, por petición de su hermana.

La música comenzó a sonar y despegó la vista de su celular, para observar como dos chicas comenzaban a girar y moverse al compás de esta, poco después su hermana salió detrás de ellas y comenzó con la rutina. Debía decir que estaba maravillado, si pensaba que era aburrido, ahora se arrepentía, ella bailaba muy bien, pero lo que lo dejó cien por ciento hechizado, fue aquel doncel azabache que se encontró en la tienda, tenía unas mallas blancas y una camisa sin mangas ceñida su cuerpo, de color negro.

Comenzó a hacer dúo con Karin, ambos bailaban tan bien, no podía apartar la mirada de ese doncel, era tan bueno en lo que hacía, su corazón se aceleraba con cada movimiento que daba ¿Qué era lo que sentía? Los movimientos fueron en aumento y su vista se detuvo en el suelo.

Mi doncel del ballet.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora