—¿Hace cuánto tiempo está pasando esto?
La respiración de Diego es agitada incluso si el aire acondicionado está encendido. Poco a poco los autos van abandonando el parqueo, dejándonos a ambos dentro del auto sin lograr tener una conversación adecuada sobre lo que acaba de ver. Mis manos aprietan el volante con fuerza mientras suspiro, Diego espera impaciente al no recibir una respuesta inmediata, pero poco después me sincero:
—Después del juicio.
Mi respuesta hace que deje caer su cabeza con brusquedad contra el respaldo del asiento mientras sus manos se restriegan sobre su cara, con molestia. Sostiene nuevamente el montón de fotos y las agita hacia mí, cuestionante.
—¿Cuándo pensabas hablar de esto?
—No lo iba a hacer. —afirmo, y mi respuesta simplemente no le gusta.
—¿Qué?
Golpeo el volante y me niego a mirarlo de frente.
—Al final del día, a quien quiere destruir es a mí. Si logro molestarla un poco más intentará hacer algo y entonces yo v-
—¡Oye! ¿Te estás escuchando? —Diego me interrumpe y gira mi rostro para que lo mire—. ¿La atraes hacia ti con qué propósito? ¿Vale la pena poner tu vida en riesgo por no pedir ayuda? ¡Está bien, el juicio fue terrible pero no todo debe ser así!
—Sabes que dejar que me haga daño es la única forma en que puedo pararla.
—¿Y Eller? —Diego cuestiona—. Mierda, Michael, ¿Acaso has pensado cómo puede afectarle a ella verte con un mínimo rasguño? ¡¿Qué hará si tú...?!
Sus pensamientos desastrosos hacen que niegue, mientras se impide terminar la frase. Alejo el cabello de mi rostro y toco su muslo intentado dar un apoyo que realmente necesito más yo, pero no puedo demostrarlo.
—Aunque tratemos de fingir que no, tú bien sabes las enormes posibilidades que hay de que algo malo me pase incluso si lo gritara hoy al mundo. Estoy condenado a vivir con miedo mientras esa mujer exista, esa ha sido mi carga durante toda mi vida.
Diego se mantiene mirando por el cristal fingiendo no estar de acuerdo, y aunque me resulta difícil decir lo siguiente, aún así continúo:
—Así que incluso si no estás de acuerdo con lo que hago y quieres decirle a todo el mundo, quiero que me prometas que si por algún motivo algo llega a pasarme, aunque sea la más mínima cosa, por nuestros años de amistad... debes ir corriendo a Eller sin importar qué y asegurarte de que esté bien.
No pasan muchos segundos para que Diego reaccione y se gire a mí con pánico, borrando de inmediato las lágrimas que corren por sus mejillas.
—¡¿Te estás volviendo loco?! ¡Deja de hablar así!
Trato de calmarlo y sonrío.
—¿No tienes más clases ahora? —sugiero.
—¿Por qué quieres que me vaya, no dijiste que vas a terapia? ¡Arranca ya!
—¿Seguro que vas a quedarte esperando tanto tiempo por mí? —pregunto, con burla.
Diego me empuña nuevamente hacia mi asiento.
—¿Crees que no puedo hacerlo? —pone mis manos sobre el volante con fuerza—. ¡Maneja ya! No creas que te quitaré los ojos de encima después de esto...
Apesar de que nada en mi interior se ha calmado, me obligo a reír un poco antes de encender el vehículo y abandonar el parqueo.
***
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Quizá, el próximo octubre
RomansaMichael Stewart no solo destacó por su inteligencia, belleza y su posición en la sociedad al ser hijo del abogado penal más famoso de la ciudad, sino también por el rumor de que este... tiene un miedo irracional hacia las mujeres que no le permite s...