Un nuevo despertar

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Elin se quedó inmóvil por un momento, sus pensamientos luchando por asimilar la magnitud de lo que acababa de experimentar. Las palabras de la figura en su visión resonaban en su mente, llenándola de una mezcla de temor y responsabilidad. Era la hija de Odín, destinada a cambiar el destino de los hombres y dioses, pero ¿cómo? ¿Qué significaba realmente todo eso?

Ivar, al ver la expresión de Elin, colocó una mano en su hombro, su agarre firme pero no brusco.

—Elin, sé que todo esto es abrumador, pero no estás sola en este camino. Los hijos de Ragnar te apoyarán, y Kattegat también. Pero debes estar lista, porque la oscuridad se avecina, y nuestros enemigos no dudarán en usar cualquier medio para evitar que cumplas tu destino.

Aslaug asintió, sus ojos fijos en Elin, como si intentara transferirle fuerza a través de su mirada.

—Debemos regresar y preparar a nuestro pueblo. El tiempo de las decisiones difíciles se acerca, y necesitamos que estés con nosotros cuando llegue el momento. Pero ahora, debes descansar y asimilar lo que has visto y sentido.

Elin asintió lentamente, todavía recuperándose de la intensidad de la visión y del ritual. Aslaug la guió suavemente hacia la salida del templo, donde los primeros rayos del sol ya iluminaban el paisaje, bañando todo con una luz dorada que contrastaba con la penumbra mística que acababan de dejar atrás.

El viaje de regreso a Kattegat fue tranquilo, pero la atmósfera estaba cargada de una anticipación silenciosa. A medida que caminaban, Elin no podía dejar de mirar a su alrededor, intentando reconectar con la realidad después de lo que había experimentado en el templo. Sentía que el mundo a su alrededor se había vuelto más vívido, más cargado de significado, como si las mismas piedras y árboles guardaran secretos antiguos que solo ahora comenzaba a vislumbrar.

Al llegar a Kattegat, la gente los observaba con curiosidad y una mezcla de respeto y temor. La noticia de la verdadera identidad de Elin no tardaría en difundirse, y eso cambiaría todo. Las miradas que recibía ya no eran solo de extraños; ahora, eran miradas de esperanza y expectación, como si vieran en ella la respuesta a las incertidumbres que se avecinaban.

Ivar y Aslaug la condujeron de regreso a la gran sala, donde una comida había sido preparada para ellos. Mientras comían, la conversación fue escasa, pero cargada de significado. Hablaban de las preparaciones para la inevitable confrontación con los enemigos de Kattegat, y de cómo Elin debía ser protegida a toda costa.

—Elin, mañana comenzaremos tu entrenamiento —dijo Ivar, con un tono que no admitía réplica—. No solo en el combate, sino también en las artes de los dioses. Debes aprender a interpretar las señales, a entender los mensajes que recibirás. El destino de Kattegat, y quizás del mundo, depende de ello.

Elin se sintió abrumada por la responsabilidad, pero también determinada. Había aceptado su destino y, aunque no sabía exactamente cómo cumpliría con lo que se esperaba de ella, sabía que debía intentarlo.

Esa noche, mientras el fuego crepitaba suavemente en la chimenea y las sombras danzaban en las paredes, Elin se permitió un momento de vulnerabilidad. Cerró los ojos y dejó que las lágrimas silenciosas cayeran, un desahogo de la tensión acumulada. Pero a medida que las lágrimas secaban, la determinación reemplazaba al temor. Sabía que no podía permitirse dudar. Los dioses la habían elegido por una razón, y debía encontrar la fuerza para descubrir cuál era.

Con esa resolución en mente, Elin se durmió, sabiendo que al despertar, su vida habría cambiado para siempre.



Elin se despertó con los primeros rayos del sol acariciando su rostro, la luz dorada filtrándose a través de la ventana de su habitación. Aún sentía el peso de las revelaciones del día anterior, pero algo dentro de ella había cambiado. Se sentía más fuerte, como si el eco de la voz de aquella figura en su visión le hubiera infundido una nueva determinación. El destino que la aguardaba no era una carga, sino un camino que debía recorrer con valor.

Elin | VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora