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El sol estaba comenzando a ocultarse detrás de las colinas, pintando el cielo con tonos dorados y rosados. Era una tarde tranquila en el parque, y Seishiro se encontraba sentado en el césped, absorto en un juego en su teléfono móvil. La brisa suave movía las hojas de los árboles cercanos, creando un ambiente relajado y agradable.
Mientras Seishiro jugaba, un ruido sutil a sus espaldas captó su atención. Sin levantar la vista de la pantalla, su mente empezó a preguntarse si alguien estaba acercándose. El murmullo se hizo más cercano hasta que una voz femenina rompió el silencio.
—¿Estás jugando a ese juego? —preguntó la voz, curiosa y un poco emocionada.
Seishiro levantó la vista, sorprendiendo a (N) de pie detrás de él. Ella tenía una sonrisa genuina en el rostro, y sus ojos brillaban con un entusiasmo contagioso. Seishiro la observó, notando que también llevaba un teléfono en la mano, y estaba visiblemente interesada en el juego que él estaba jugando.
—Sí —dijo Seishiro, intentando mantener la calma a pesar de la sorpresa—. ¿Lo conoces?
(N) asintió con entusiasmo mientras se sentaba a su lado en el césped.
—¡Sí! También lo juego. Es uno de mis favoritos. ¿Cómo te va en el juego?
Seishiro miró a (N) con una mezcla de curiosidad y admiración. Era inusual que alguien se acercara con tanta naturalidad y entusiasmo por algo que él disfrutaba. Su interés genuino lo hizo sonreír involuntariamente.
—Bueno, estoy tratando de superar este nivel en particular. Es más difícil de lo que parece —admitió Seishiro, señalando su teléfono.
(N) se inclinó para mirar la pantalla, sus ojos llenos de interés mientras analizaba el juego.
—Oh, este nivel puede ser complicado. Te puedo dar algunos consejos si quieres —ofreció ella con una sonrisa.
Seishiro levantó una ceja, sorprendido por su oferta. La idea de recibir ayuda de alguien tan apasionado por el juego le parecía interesante.
—¿De verdad? Eso sería genial —dijo, aliviado de tener una mano amiga para superar el desafío.
Mientras discutían estrategias y consejos para el juego, Seishiro y (N) compartieron risas y momentos de camaradería. La conversación fluía de manera natural y fácil, y pronto se dieron cuenta de que tenían mucho más en común de lo que inicialmente pensaron. A medida que pasaba el tiempo, Seishiro se dio cuenta de que había encontrado en (N) a alguien que compartía su pasión por el juego y su entusiasmo por las cosas simples de la vida.
(...)
El recuerdo de aquel primer encuentro en el parque todavía brillaba en la mente de Seishiro, pero no fue el último momento que compartieron. Días después, (N) lo invitó a un arcade local que había recientemente abierto en la ciudad. Aunque Seishiro, conocido por su actitud perezosa y su preferencia por quedarse en casa, no era precisamente un entusiasta de los juegos de arcade, se sintió intrigado por la invitación.
