Francia

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– ¿De casualidad había una maleta más pesada? 

– ¿De casualidad no había otro hombre más fuerte y menos quejón? — Nicholas me dispara una mirada asesina mientras lleva las maletas fuera del jet. 

Nicholas y yo tuvimos que venir primero porque reprogramaron las reuniones y los demás se vienen en dos días, ya que tenían pendientes en Washington… 

– Es por aquí — Mientras la camioneta avanza, me doy el tiempo de despojarme de aquellos pensamientos respirando el aroma fresco de Francia y admirando toda la historia que este bello país posee. 

– ¿En qué hotel nos quedaremos? — Le pregunto al troglodita que no ha mediado palabra en todo lo que llevamos de camino. 

– No nos quedaremos en un hotel — Responde sin siquiera mirarme. 

– ¿Entonces dormiremos en la calle?

– Si sigues así de castrosa posiblemente. 

– Ignoraré lo que dijiste por qué el paisaje está bonito — Sigo admirando el camino hasta que llegamos a una zona bastante exclusiva llena de estructuras hermosas y muchos edificios de alta clase. 

Nos estacionamos frente a un edificio que si me preguntan podría ser la obra más hermosa y prolija que he visto en toda mi vida, contando con que he ido a miles de lugares históricos. 

– Si quieres podemos entrar — Nicholas me devuelve a la realidad, así que avanzó con él sin dejar perder ningún detalle de este hermoso lugar. 

Los muros parecen hechos de cristal, ya que a pesar de ser blancos se puede ver tu reflejo a metros, las escaleras son netamente de mármol y los barandales me atrevería a jurar que son compuestos por oro. 

El ascensor es aún más bello y espacioso que todo el edificio porque a diferencia del diseño minimalista del vestíbulo, el ascensor está compuesto por un refinado papel tapiz de diseño clásico, el cual hace que el ascensor se vea fresco y luminoso. 

Cuando el ascensor se abre, todo lo que había visto hasta ahora quedo en el olvido, al parecer esto es un solo departamento, pero equivale a cuatro casas de alta gama. 

Al igual que el apartamento de Washington, solamente hay gamas de colores entre negro y blanco acompasado con cuadros de artistas reconocidos y un diseño minimalista, lo cual inmediatamente me lleva a la lógica de que este apartamento es de Nicholas.

– Esto es precioso — Digo asomándome por el gran ventanal que ocupa la mayor parte del apartamento. 

– Hay algo mucho más precioso — Siento su cálido aliento en mi cuello y a la vez siento como poco a poco va creciendo el bulto en su entrepierna. 

– Nich — Me restriego sobre él buscando un poco más de fricción y no sé qué me sucede, pero con Nicholas ese instinto salvaje siempre está latente, volviéndome una loca desesperada. 

Me pega al ventanal y sube mi vestido empezando a tocarme con sus manos cálidas y para cuando llega a mis bragas ya están totalmente húmedas. 

– Nos van a ver. 

– Te aseguro que quedarán fascinados — No tarda mucho en bajarse la bragueta y como siempre, se introduce ferozmente acompasando el instinto animal que despertamos mutuamente. 

Empieza a embestirme con vehemencia y no sé qué es, pero hay algo mucho más profundo que un simple deseo, mientras más fuertes son las embestidas siento que necesito aún más contacto y él debe de sentirlo igual, ya que me voltea logrando que quedemos cara a cara. 

Sus ojos verdes chocan con los míos y juro que podría venirme justo en este mismo instante; tomo la iniciativa y uno nuestros labios sintiendo como poco a poco somos uno solo, no hay separación, no hay barreras, solo hay deseo, fervor y hambre. 

En ruinas (borrador) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora