Capítulo 1

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Me encontraba en medio del bosque, en lo que se suponía era una fiesta. Estaba sentada sobre el tronco de un árbol, observando las llamas de la fogata. Me sentía un poco mareada por el alcohol en mi sistema. El ruido de la música se volvía cada vez más insoportable. Había personas por todos lados, bailando, riendo, bebiendo.

La luna llena adornaba el inmenso cielo bañado por brillantes estrellas. Ya era más de medianoche, llevaba aproximadamente unas cuatro horas aquí.

—Hola, preciosa—un chico rubio de ojos marrones, se acercó a mí, sonriendo. Me observaba descaradamente —. ¿Por qué tan solita?

Lo ignoré y me alejé de él. No estaba de ánimos para lidiar con chicos borrachos

—Eh, chica— me llamó, pero lo ignoré— ¿A dónde vas?

Seguí caminando, sin rumbo definido. Me quería largar ya de ese lugar.

No llevaba ni cinco minutos caminando, cuando alguien me agarró con fuerza del brazo y me empujó contra un árbol.

—¿Creíste que te ibas a escapar de mí, bonita? —era el mismo chico rubio, se acercó más a mí y enterró su cara en mi cuello. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

Lo empujé, pero el chico no movió un musculo.

—Déjame—supliqué, pero él hizo caso omiso. Intenté pedir ayuda, pero estábamos lo bastante lejos para que no nos escucharan.

Le propiné un codazo en el abdomen, y me eché a correr. —Maldita perra.

El chico se recuperó y corrió detrás de mí. Tropecé con una piedra y caí de rodillas. El chico me alcanzó y tiró de mi cabello.

—Ahora vas a aprender la lección, perra— susurró en mi oreja.

Su mano viajó a mi cuello y me pegó a él, mi espalda chocó contra su torso.

Intenté hablar, pero las palabras no salían de mi boca. Su agarre era tan fuerte que me costaba respirar, me estaba asfixiando.

—Suéltala—murmuró alguien detrás de mí.

El agarre en mi cuello se aflojó, permitiéndome respirar un poco.

—¿Por qué debería hacerlo? —espetó el chico.

—He dicho que la sueltes—su voz se sentía cada vez más cerca.

Traté de moverme para ver quién era el dueño de esa voz que me estaba defendiendo.

—¿Quién eres tú? — preguntó el chico que aún se aferraba a mi cuello.

Un hombre de figura esbelta, apareció delante de mí. Nuestras miradas se encontraron por un momento, y podría jurar que había visto antes esos ojos grises.

En un movimiento ágil tomó la mano que el chico tenía en mi cuello, la apartó de mí y la giró, dejándola en un ángulo inhumano y jodidamente escalofriante.

Un grito agudo desgarró la garganta del chico. —¡Eres un puto monstruo! —gritó y con eso se marchó corriendo.

Me volví para ver al hombre, pero ya no estaba.

Sin más que hacer, me encaminé hacia donde se encontraba aparcado mi auto. Estaba cansada y no tenía energías para seguir aquí.

Cuando encontré mi auto me adentré en él. Tomé una respiración profunda y encendí el motor.

Sentí unos ojos sobre mí. Mi mirada se posó en el retrovisor, mis ojos se encontraron con unos iris grises. Me tensé. El hombre que me defendió estaba sentado detrás de mí. Su expresión era neutra, pero sus ojos brillaban con algo que no supe reconocer.

—Katherina—susurró mirándome. Su voz era un terciopelo.

Fruncí el ceño. Me volví hacia atrás, pero ya no se encontraba detrás de mí.


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⏰ Última actualización: Sep 01 ⏰

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