Capítulo 10

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El sábado, luego de ir a darle agua a las orquídeas, ayudé a terminar de preparar el desayuno, además puse la mesa, con ayuda de Julia.

La niña dejó caer un vaso de cristal y se estrelló en el suelo.

La empujé suavemente del pecho para que no se acercara.

—Yo lo recojo —indiqué, a lo que me sonrió.

Me perdí un momento en mis pensamientos, porque no recordaba la última vez que ella me había sonreído.

Fui la última en sentarse a la mesa al ir por crema dulce para mi café.

—Voy a quedarme más tarde el viernes —avisé hacia mis padres.

Sus reacciones de sorpresa al escucharme hablar ya no es tanta como hasta hace unos días.

—¿Para qué? —preguntó mamá.

—Clases extra —respondí—. Por los exámenes de recuperación.

—¿Con qué profesor?

—Una que acaba de entrar —le contesté a mi padre.

—De acuerdo —expresó mamá en un tono tranquilo.

En estos años, mis padres se han presentado más de una vez en mi escuela porque los han llamado o cuando van por su cuenta para preguntar por mi rendimiento, entonces conocen a la mayoría de los profesores, no solo los míos, sino de toda la escuela.

A Cynthia no la conocen.

Después del desayuno, subí a darme un baño y le dije a mi madre que iría a la biblioteca por unos libros que necesitaba, en cambio, a lo que iba era a encontrarme con Carolina a tres cuadras de la calle donde vivo y fuimos en su auto al hospital, a la cita que hice en ginecología.

Suelo verla siempre con la bata de médico, nunca la había visto con ropa casual y en realidad no luce diferente, es decir, es evidente que no lleva la bata, en cambio, el peinado es el mismo y los lentes igual.

—¿En serio no se lo piensas decir a tus padres? —preguntó mientras esperábamos a que me llamaran.

—¿Qué les voy a decir?

—Todo.

Más que el hecho de que hubiera estado embarazada, es el tiempo que dejé pasar.

—Cuatro años sin haberles dicho nada es lo que les va a importar.

Carolina ya había llegado hasta aquí conmigo, en cambio, entré sola a la revisión y luego ella entró para escuchar el diagnóstico, porque me conoce y sabe que soy capaz de mentirle.

Sabía que el dolor tenía que haberse detenido mucho tiempo atrás, años atrás, sin embargo, no le prestaba atención por puro miedo y lo calmaba con analgésicos.

El médico dijo que tengo una lesión en el útero y debo tratarla de inmediato o tendrá graves consecuencias.

La tarde siguiente, Tulipán entró de un salto a mi habitación, puesto que tenía la ventana abierta.

Miré la hora en el despertador. Son las dos de la tarde.

—Se te hizo temprano —le dije.

Se acercó a sentarse frente a mí, ya que yo estaba sentada en el suelo, por fin revisando las cajas donde tenía exámenes, libros y cuadernos que ya no necesito.

Entre todo, había una bolsa de regalo vacía. Le quité el moño y se lo puse a Tulipán.

Mi teléfono vibró en la cama.

Me estiré con cuidado para buscarlo entre las mantas.

El número no lo tengo registrado, pero supe que era de la profesora Cynthia por la elegante lista de lectura.

Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora