Capítulo 24

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Estacionó el auto exactamente en el mismo sitio donde me había recogido. Tomé mi chaqueta y sujeté la manija, solo que me volví a Cynthia antes de abrir.

—¿No tienes la intención de besarme? —pregunté.

La vi abrir un poco más los ojos y luego desvió la vista hacia el centro del volante.

A veces pienso muy tarde que no debí haber dicho justo lo que dije.

Yo solo funciono de dos modos: o no hablo o hablo de más.

Se aclaró la garganta.

—Elizabeth, para mí, primero es una cita, después, dejarte claras las intenciones que tengo y no te voy a besar hasta no estar en una relación.

Creo que acabo de verme realmente mal con lo que le pregunté.

—¿Eso significa que habrá una segunda cita?

—Si aceptas, sí.

Ahora yo pasé saliva.

Es que nunca había conocido a una persona como ella, tan formal. Es completamente diferente a mí.

Me siento cortejada.

—Solo dime el día y la hora —dije.

Ya me había pasado del tiempo que le sugerí a Dánae que tardaría, entonces ya tenía que bajar del auto.

Al llegar a la casa, toqué el timbre, me abrió casi enseguida y su mirada me preguntó antes que su boca cómo me había ido.

No le dije más que me había ido bien.

Me cambié, volví a mi casa poco antes de las diez de la noche, solo me reporté con mis padres y subí a mi habitación.

Me acosté en la cama, puse una mano sobre mi estómago y empecé a reírme.

Di la vuelta, cuando Tulipán entró, entonces bajé mi mano para acariciarle la cabeza.

∙⊱♡⊰∙

Al entrar al aula para la clase de Historia, venía respondiéndole un texto a mi mamá sobre dónde había guardado el líquido con el que estaba haciendo limpieza en la tienda.

Me quedé de pie cerca de la puerta, para terminar de redactar el mensaje y sentí la mirada de varios sobre mí.

Levanté la vista y algunos me miraron por reflejo, pero no era a mí.

Volteé hacia el pizarrón.

«¡Van a arder en el infierno tú y tu comunidad. C. S.!»

Está escrito en el centro.

Agaché la cabeza, de mi mochila saqué un pañuelo y me acerqué a borrarlo.

—¡Oh, que la verga, déjalo ahí! —me gritó alguien.

Empecé borrando el primer signo y, justo cuando llegué a la primera palabra, me sujetaron la muñeca.

Era Cynthia.

—Ve a tu asiento —dijo, quitándome el papel de la mano.

Fui a mi sitio sin decir una palabra.

Ella dejó sus cosas en el escritorio, tomó un marcador y se acercó nuevamente al pizarrón.

—Cuando llegué, eso ya estaba aquí —me susurró Dánae—. Son unos malditos.

—Quien escribió esto, ¿va a decirme? —preguntó la profesora al volver a poner lo que borré. Puso el marcador en el borde y volteó—. ¿O comparten la culpa por igual? —se dirigió a todos.

Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora