Capítulo 30

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Después de cambiarme, y de dejar intacto el vestido y todos sus complementos, Cynthia me llevó a mi casa.

Me tardé en bajar porque me estuve deshaciendo el peinado en el camino y tenía que guardar las horquillas en una bolsita, para mañana.

—¿Quieres ir a cenar en mi casa? —preguntó.

Cerré la bolsita.

—¿Solo cenar? —murmuré al voltear y ella sonrió para sí.

—Sí —respondió.

—De acuerdo.

Solo una vez he ido a su casa y en realidad fue sin invitación, pero mentiría si dijera que no esperaba que ella me invitara.

Bajé del auto y, una vez afuera, me incliné para despedirme con un gesto.

En la sala estaba mi papá, mirando el televisor y creo que todos están en sus habitaciones.

—Ya llegué —le avisé.

—¿Quién te trajo?

—Alguien de la universidad —contesté.

Asintió para sí, luego le prestó más atención al control remoto para cambiar de canal.

Subí a mi habitación, dejé mis cosas en el escritorio y me acosté en la cama, abrazando una almohada, para poder gritar sobre esta.

Pensé que se me había olvidado por completo cómo besar a alguien.

El vestido lo utilicé el viernes también y las visitas que tuvimos en el aula fueron igual de escasas que el primer día, luego, el sábado, Rosaura se presentó y le cedí su vestuario.

No es que me hubieran quitado nada, yo prefería pasar el tiempo con Cynthia.

Ella solo es responsable de una clase y no tenía que estar presente, por eso estaba en aquel edificio, con trabajo administrativo.

—No tienes que estar aquí —dijo, leyendo un documento.

—¿Me estás corriendo? —pregunté y sonrió.

—No.

Mi pregunta era en serio, yo quiero estar con ella, pero, si la estoy molestando, me iré.

—Me gusta estar contigo.

—La gente se aburre conmigo —se levantó para guardar el documento en una de las carpetas sobre el pupitre a mi derecha.

—Yo no —dije segura.

No voy a negar que es realmente introvertida y habla a cuentagotas, pero me gusta así como es.

Su personalidad representa toda la tranquilidad que hace mucho no sentía.

—¿Necesitas ayuda con algo?

—Son exámenes parciales.

—No me respondiste —indiqué.

—No, gracias —prefirió ser más clara—. ¿Qué pasó con tu prueba de Ciencias Sociales?

—Me la retrasaron por el festival.

—¿Y tu tratamiento?

—Mañana tengo una cita y supongo que me van a decir bien a bien entre qué fechas puedo operarme —Suspiré—. Todavía no les digo nada a mis papás.

Más que mis padres, me preocupa lo que vaya a pasar con Alisson, sobre todo después de lo que pasó en el cumpleaños de Lucero.

Puede que mis padres me regañen por no haber dicho nada, pero se van a interesar más por la operación.

Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora