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Eclipse 21 — solsticio 75

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Eclipse 21 — solsticio 75

Sol 4:30



«Matar vampiros.

Ese es el ritual favorito.

Pan de cada día para todo psicópata que deseó un trabajo como este toda su vida.

Esto más que una orden, es una sociedad. Una gran armada que lucha contra los sueños e ilusiones de los que alguna vez nos destrozaron y nos volvieron más insignificantes que la nada. Donde desde la moda, hasta el favoritismo, son realidades.

No actuamos por cuenta propia, somos como grandes ovejas que sirven en terrible y hondo secreto a su alteza y su amada esposa. Buscando su aprobación para más dinero, poder y sobre todo bendiciones para seguir con la gran cacería de este imponente negocio.

No somos más que los ángeles caídos que sirven a este gran demonio de pelo blanco apellidado Applestone.

Somos títeres que no tenemos cómo movernos solos, la locura nos mantiene vivos, y él es el único que calma nuestra sed de sangre.

El amor y verdades son cosas del pasado, en este nuevo mundo de supuesta paz entre razas es solo fantasía. La realidad es nuestro deseo de seguir cazando lo que mantiene el mundo a flote.

Por ello OSCAV, la Orden Suprema de Caza Anti-Vampiros, es la que mantiene sobre la línea esos preciados tratados de paz. Para mantener a sus excelencias felices y sobre todo, cumplir sus más oscuros sueños: Acabar y erradicar a todos estos malditos Vampiros. A estos terribles y asquerosos muertos de sed. Por más de ser nada más ni nada menos que nuestra propia gente.»

¿Será...?, ¿será que este es el discurso que sí le va a gustar?

Ya ni sé si estoy haciendo esto por ella o por él.

Porque tengo claro que por mí, nunca haré nada. Al menos, no algo bueno.

Esto de ser organizadora de eventos es frustrante. Sobre todo cuando tu vida familiar depende de ello.

Estoy harta de mí, de mi rostro aburridor, lleno de ojeras y moretones. Golpearme cuando me equivoco al practicar todo esto, como si fuera una exposición de quinto de primaria delante al espejo, no mejora las cosas.

Hace frío, los pies se me están congelando. Incluso mis lágrimas que se producen de tanto bostezar se vuelven hielo al salir de mis parpados (aunque todas esas gotas saladas no son completamente por esos bostezos)

Las afueras de Verkhoyansk, mi gran castigo. Una ciudad rusa en donde los -44 °C son normales en enero. Y ahora, con esto del cambio climático, estamos hoy a los -46 °C.

Me enviaron aquí después de año nuevo, todo por el "teatro" que supuestamente hice al enterarme de las grandes noticias que había para mí.

Teatro del cual no tengo memoria alguna.

Balas SantasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora