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Dahyun trabaja como maestra de prescolar, siendo popular entre los niños como la maestra Dubu.
Desde siempre había tenido cierta conexión con los niños, es por eso que al entrar en la universidad decidió irse por educación inicial.
Su actitud parecía atraer a los niños, es por ellos que se había ganado el cariño de los pequeños y el aprecio de muchas madres y representantes.
En especial, de cierta chica de cabellos negros y ojos gatunos.
Su historia había algo cliché, un día la pelinegra le había hecho el favor a su hermana de llevar a su sobrino a la escuela, quedando inmediatamente flechado por la chica de cabellos rubios que recibió al pequeño con una sonrisa.
Desde allí, había empezado a llevar a su sobrino todos los días con tal de ver el angelical rostro de la maestra.
Dahyun estaría mintiendo si dijera que la pelinegra no había llamado su atención cuando iba a llevar a su pequeño alumno.
Un día que tomó valentía le preguntó si tenía planes ese fin de semana, por lo cual la maestra negó y dijo que estaba libre, por lo que intercambiado números y cuadraron una cita para ese sábado.
De allí empezaron a hablar, y más citas vinieron, ya se imaginarán el resto de la historia.
Shotaro, el sobrino de Momo y alumno de Dahyun, estaba más que encantado con la noticia que su tía favorita estaba con su maestra favorita.
¿Acaso el pequeño Taro podría tener más suerte?
Cabe decir, que varias madres solteras se sintieron un poco decepcionadas ante tal noticia, puesto a qué ya no tenía oportunidad con la linda chica.
Pero eso era lo de menos para Dahyun, ya había encontrado a su príncipe azul.
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—Maesta Dubu—llamó uno de los pequeños.
—¿Si, Sunggie? —preguntó Dahyun mientras ponía pegatinas a las tareas de los niños.
—Uhm, ¿qué pasa si yo siento maripositas en mi barriguita cuando veo al alguien? —preguntó el pequeño castañito mientras jugueteaba con sus manitas.
La rubia dejó lo que estaba haciendo para enfocar su mirada el niño, regalándole una de sus características sonrisas.
—Eso es completamente normal, cielo —dijo con suavidad—. ¿Quién te hace sentir esas mariposas? —quiso saber.
—Taro hyung, él me hace sentir maripositas en mi barriguita —confesó con una sonrisa y las mejillas rojitas—. Él también las sientes, él decirme.
La coreana sonrió por lo adorables que eran.
—Pues, eso significan que ambos se aman —dijo—. Aunque aún están pequeños para ser novios.
—Cuando Taro hyung y Sunggie crecer, ¿Ellos poder ser novios como Dubu y su princesa gato? —preguntó.
—Solo cuando Taro y Sungchannie sean grandes.
Contento con la respuesta, Sungchan se fué corriendo de allí.
—Son mucha azúcar para mí corazón —opinó una voz tercera que Dahyun bien conocía.
—¿Jihyo te dejó pasar? —preguntó con notoria sorpresa.
—Tomé mis precauciones y le compré unas nuggets, además le mandé un mensaje a Nayeon y me dijo que me fuera una vez haya terminado el recreo —explicó Momo mientras ponía las bolsas con comida en el escritorio—. Le traje algunos dulces a los niños.
Algo que había hecho que Dahyun cayera más es que la japonesa siempre tenía presente a sus niños cuando le llevaba algo al colegio.
—¿Entonces el pequeño Sungchan y el travieso Taro enamorados? —preguntó mientras mordía una de las brochetas de cordero.
—Tal parece, sienten maripositas en la barriguita cada vez que están juntos.
—Uhm, yo también siento maripositas en la barriguita cada vez que te veo —dijo para molestarla, amaba ver a la rubia avergonzado y con sus mejillas rosadas, justo como ahora.
—¡Unnie! —le reprochó sacándole una risa a la mayor y que este le dejara un beso en la mejilla.
—No te enojes ¿Si? Sólo nos quedan cinco minutos.
Mientras ellas tenían su mini discusión, seis niños los veían desde el castillo.
—¡Parecen un príncipe y su princesa! —exclamó una niña.
—Pero la novia de la maesta es una niña —dijo otro niño, recibiendo un zape por parte de otra niña—. Ay.
—Tonto, Momo puede ser una princesa si quiere, ella dijo —le recordó.
—¡Son tan lindas! —exclamó Sungchan, recibiendo un asentimiento por parte de los demás.
Sí, ellas eran muy lindas.
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