CAPÍTULO 16

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AMERYAN

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AMERYAN

EL PEQUEÑO CAÑÓN EN MANOS DE DAEMON ANUNCIÓ EL INICIO DE LA carrera. Los corceles relincharon furiosos por el estruendo, Ameryan sostuvo las riendas de Jaher y apretó los muslos alrededor del animal. Jaher respondió positivamente, se alzó en ambas patas traseras y golpeó el aire con las delanteras. Tal vez los Targaryen y los Velaryon podían regocijarse con los dragones en lo alto del cielo. Los Lannister incluso podrían llegar a creer que sus leones salvajes alcanzarían la velocidad más alta.

Pero lo cierto es que eran los corceles de Altojardín quienes gobernaban la tierra.

Sus grandes tamaños engañaban a simple vista, le hacían creer a los demás que eran animales pesados y lentos. La verdad no podía estar más alejada de esas creencias. Sus corceles eran más livianos y veloces que los caballos normales. Criados específicamente para correr y deslizarse por los campos abiertos a gran velocidad, no había caballo con un porte igual al de ellos.

Jaher y Hura, la yegua de Evelya, rápidamente sobrepasaron a los demás en la carrera. Ameryan se aseguró de dejar una distancia decente entre ellos y los demás competidores, luego dejó ir las riendas del animal y abrió los brazos. Jaher emitió un sonido de felicidad, contento de tener el control nuevamente. Ameryan se echó a reír, su corcel podía ser bastante quisquilloso en las carreras.

Su carcajada se perdió en el viento, igual que los relinchos de Jaher y los que vitoreaban detrás de ellos, observando la carrera con asombro.

—¡Es casi como estar en casa! —exclamó Evelya—. ¡Sólo debes cerrar los ojos!

Así lo hizo.

El campo abierto de Desembarco del Rey tenía más variedad de árboles y plantas que los pequeños jardines de la fortaleza. El aroma, la brisa fresca golpeando su rostro, la sensación de las telas de su traje alzándose al aire y dejando una figura de colores variados detrás de él, sí, era como estar en casa. Tener la oportunidad de sentir a Altojardín tan cerca, aunque fuese en la brisa y en sus recuerdos, fue algo agridulce.

¿De qué le servía casi tocar Altojardín con la punta de sus dedos, si seguiría estando en Desembarco del Rey cuando abriera los ojos? ¿Qué consuelo tendría al imaginar a su padre aplaudiendo en lo alto de una de las torres, si solo se encontraría con con la mala cara de su prometido al salir de esa ilusión?

La línea que marcaron en el césped se acercaba. Hura, a pesar de ser un corcel de primera y tener la misma edad que Jaher, se distraía con mucha más facilidad. Cuando vio pasar a una liebre de gran tamaño cerca de un árbol, no pudo ignorar sus deseos. Evelya se alejó entre quejas y carcajadas, aunque no es como si su hermana estuviera realmente interesada en ganar. No, lo que ella buscaba era regodearse frente a Ser Gwayne Hightower.

Jaher cruzó la línea ganadora, la victoria era suya.

Los caballos que no lograron alcanzar la meta se devolvieron. Ameryan dejó un leve tirón en las riendas de Jaher, ellos también debían ir de regreso. Dejando a un lado el protocolo y los modales, los guardias de Altojardín saltaron y celebraron con empujones y carcajadas. Los guardias de Cregan también lo hicieron, el pequeño grupo se acercó a él con sus armaduras emitiendo ese sonido conocido. Esperaron que Ameryan bajase del corcel y, sin haberlo dejado tocar el suelo, lo sentaron en una de las sillas de madera y la alzaron sobre sus cabezas.

LACUNA, Jacaerys Velaryon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora