Prefacio.

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El aire acariciaba su rostro y al mismo tiempo hacía que su cabello saliera volando por los lados. La adrenalina estaba corriendo por cada una de sus venas y sin contar la manera en que su corazón latía con apuro dentro de su pecho ante tal situación. Todo su cuerpo estaba reaccionando por que también temblaba, parecí una gelatina, estaba sudando, cada gota que corría por su frente eran muestras de miedo. Pero su mente no dejaba de repetirse miles de veces una sola pregunta: «¿Por qué estoy viva?» y es que no lo entendía, nunca lo entendió.

En sus 22 años de vida, no logro encontrar la razón de su existencia ¿Qué tenía que hacer en este mundo lleno de dolor y miedo? ¿Por qué no le encontraba el sentido a su vida? ¿Por qué le daba temor lo que pasara en su futuro? Si lograba cumplir sus sueños, sus metas. No se veía haciéndolo y eso es lo que le daba rabia, eso es lo que la atormentaba todas las noches de insomnio ¿A todos le pasará lo mismo? O es solo a ella ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado? ¿Por qué a ella no le iba como a los demás? ¿Por qué no tenía una vida como a ella le gustaría?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Trago pesado. El hondo río estaba muy abajo de sus pies y el agua se movía en grandes olas por la brisa, estaba tan alto que ni siquiera alcanzaba a mirar su reflejo, pero estaba bien, no quería mirar.  No quería ser testigo de lo que ella misma estaba por hacer. Cerró los ojos con fuerza y su pie se levantó impulsándola hacia arriba. El aire jugó más con ella e hizo que se sacudiera ligeramente. Intentó no caer, lo que era estúpido si al final ese era su objetivo principal. Sentía todo su cuerpo adormecido. Estaba sola. Sobre un puente de piedra alto frente a un enorme río que la podría arrastrar hasta hacerla desaparecer.

Se quería suicidar.

Que palabra tan fuerte.

Vuelve a tragar pesado sin abrir los ojos. Siente como sus oídos se tapaban de repente. Nadie sabía que estaba ahí, ni siquiera ella lo pensó hasta que iba pasando. Estaba harta de todo. La furia de no saber qué hacer con ella misma y todo lo sucedido era tan grande que simplemente quería terminar con todo. Ya no sentir más miedo, ni tristeza, ni vivir con él "¿Qué sucederá mañana?" Todos los días. Hazel lo intento, trato de buscar una salida, pero no lo logro y solo quería descansar de todo eso.

Descansar para siempre.

Pero bueno, Hazel no se había dado cuenta de que en realidad no estaba sola como ella lo imaginaba.

—¡Baja de ahí! —El chico se acercaba con cuidado, tratando de evitar que hiciera una tontería— No estas sola, Hazel, déjame ayudarte.

Hazel salió de su mundo cuando de repente escucho esa voz que desde un principio le había parecido linda. Jack estaba detrás de ella y en lo siguiente que pudo pensar fue en: «qué vergüenza». Lamió sus labios.

—Quiero estar sola, Jack. —Dice tras unos segundos en silencio con la voz ronca.

El puente estaba totalmente solitario. Jack volteó a su alrededor, ni un carro o persona pasaba por ahí, para mala suerte de él. No había quien le ayudara, pero después pensó que no necesitaba a nadie, tenía que hacerlo él solo.

—¿Qué estás haciendo? ¿Por qué diablos haces esto? ¿Por eso has estado ignorando los mensajes de todos? ¿Quieres suicidarte?

Esa palabra dicha por otra persona se escuchaban peor de lo que era. Hazel sintió vergüenza por un momento. Sus manos sudaban y las apretó en un puño tratando de neutralizar todas sus emociones.

—No es asunto tuyo.

—Si lo es. Dios me importas, Hazel, no quiero que te hagas daño ¡Deja de parecer tan patética y baja de ahí!

El impulso de Jack de querer acercarse a ella y jalarla era enorme, casi palpable, pero prefería mantener la distancia por ahora en lo que la distraía.

—Eso es algo que no me importa ¡Ya no me importa nada! Quiero irme, quiero dejar de escuchar mi cabeza, necesito detenerla. —Exclama molesta con los dientes prestados— ¡Así que largo!

—¡No me iré de aquí hasta que te bajes del maldito puente!

—¡No lo haré! ¡No tienes derecho a meterte en mi vida!

—Está bien, tienes razón, yo solo quiero... —dio un paso hacia adelante tragando con pesadez. Los nervios se apoderaron de él, tenía que ser demasiado ingenioso para evitar que Hazel hiciera una tontería— ... quiero saber por qué tomaste esta decisión, Flynn ¿Por qué lo quieres hacer?

—Por que ya me cansé de luchar cada día de mi vida y seguir dentro del mismo círculo.

—¡Carajo está no es la solución!

—¡Lo es para mi! —grita sintiendo su labio temblar. Toda ella lo hacía y aún con los ojos cerrados una lágrima todo por su mejilla— ... quiero dejar de luchar contra algo que ni siquiera y conozco pero me hace daño. Quiero dejar de sentirme así.

—¿Así como? —inquirió dando otro paso.

Hazel jadeo comenzando a llorar.

—Perdida.

—Nunca estás tan perdida, Hazel. Es cuestión de encontrarle sentido a la vida, por qué estás aquí por alguna razón y solo necesitas alguien que te acompañe.

Jack escuchó una risa agria por parte de ella al momento que daba otro paso.

—¿Y quien lo hará? ¿Tú?

—Si. —Hizo una pausa y miró al cielo gris cuando escuchó un trueno fuerte retumbar por toda la ciudad. En cualquier momento llovería—  Yo también me siento perdido, también tengo miedo de no tener el control, pero si bien se dos cabezas piensan mejor que una.

—No necesito ni quiero tu ayuda. —Hazel se movió un poco más hacia la orilla amenazando con dejarse caer al fin.

—¡No! —Un grito desesperado salió desde el fondo de su garganta— Solo déjame mostrarte.

—¿Mostrarme que? Jack, ¿Mostrarme cómo siempre voy a ser una perdida de tiempo?

—No, déjame demostrarte que estás equivocada. —Sigue tratando de avanzar con cuidado de que ella no se diera cuenta— Hazel, déjame enseñarte que la vida tiene más facetas que las que ves. Que la esperanza puede surgir en los lugares más inesperados. Cambia tu perspectiva y todo puede cambiar a algo mejor.

—¿Y si no puedo cambiar mi perspectiva? —Susurra con la voz temblorosa. Muchas cosas pasaban por su mente y cuerpo. Las lágrimas salían por sus ojos— ¿Y si estoy demasiado cansada de buscar la esperanza? ¿Y si sencillamente no veo otra manera de ver las cosas?

—¡Tienes que intentarlo! —Gritó con desesperación el chico— Te prometo que si no funciona, si no te sientes mejor te dejaré tranquila y me iré solo... —Su respiración acelerada no lo dejaba hablar bien— ... déjame intentarlo, Hazel. Por favor.

Hazel abrió los ojos lentamente, y la ciudad de Seattle se desplegó ante ella como un lienzo de belleza. Pero su mente estaba demasiado nublada para apreciarla. Se sentía atrapada entre la espada y la pared, sin saber qué camino tomar. La vulnerabilidad y el pánico la consumían, como una tormenta interna que no podía calmar.

Mientras tanto, Jack rogaba al cielo que Hazel reaccionara, que no tomara una decisión precipitada. A pesar de que apenas la conocía, había desarrollado un cariño profundo por ella, un cariño que no sentía por muchos. Y ahora, solo podía esperar y temer por lo que iba a suceder.

El chico que cambió mi mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora