Parte 1.

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Karime no siempre había estado involucrada en el mundo de la mafia. Su camino hacia esa vida comenzó de manera inesperada. Creció en un barrio complicado, rodeada de influencias que la empujaron hacia un camino lleno de riesgos. Con el tiempo, aprendió a sobrevivir en un entorno donde la ley era una mera sugerencia y donde la fuerza y la astucia eran las claves para ascender.

Desde joven, Karime mostró una habilidad natural para los negocios, aunque no en el sentido tradicional. Comenzó haciendo pequeños trabajos para figuras locales, manejando contrabando y encargándose de asuntos que requerían más discreción que las autoridades podían ofrecer. A medida que demostraba su valía, fue ascendiendo en el mundo criminal, ganándose el respeto y el temor de aquellos que la rodeaban.

Una tarde, mientras Karime estaba en su oficina improvisada en un almacén en las afueras de la ciudad, recibió una oferta de negocio que parecía demasiado buena para dejarla pasar. Un contacto, conocido por mover grandes cantidades de dinero sin hacer demasiadas preguntas, le propuso un trato lucrativo: una transacción de diamantes sin intermediarios, que le aseguraría una ganancia considerable.

Karime, confiando en su instinto y su habilidad para detectar fraudes, aceptó el trato. La transacción se llevó a cabo rápidamente, con Karime supervisando cada paso. Sin embargo, a medida que el negocio se concretaba, comenzó a notar pequeños detalles que no cuadraban. Las gemas parecían genuinas, pero algo en la actitud de su contacto la puso en alerta.

Después de la transacción, Karime envió las gemas a un especialista para que las evaluara, y sus peores temores se confirmaron: las piedras eran falsas. Había sido estafada.

Enojada, Karime se preparó para tomar represalias. Nadie la engañaba sin enfrentar las consecuencias. Ordenó a sus hombres rastrear al estafador, pero lo que descubrieron fue aún más inesperado: el hombre había huido del país, dejando atrás un rastro de deudas y problemas. Sin embargo, antes de irse, había dejado una forma de pago como último recurso.

Unos días después, un coche negro apareció frente al almacén de Karime. De él, dos hombres salieron arrastrando a una joven inconsciente, con el rostro cubierto. Sin decir una palabra, la dejaron en la entrada del almacén y se marcharon rápidamente.

Karime, desconcertada, ordenó a sus hombres que la trajeran adentro. Cuando le quitaron la venda de los ojos y la liberaron de sus ataduras, Karime se encontró cara a cara con una joven que no había visto antes. La chica, aturdida y asustada, apenas podía mantenerse en pie.

Karime: Quién eres tú?

preguntó Karime, sin poder disimular su sorpresa.

La joven, temblando, respondió en voz baja

Gala: Me llamo Gala... No sé por qué estoy aquí.

Karime la observó detenidamente, tratando de comprender lo que estaba sucediendo. Era evidente que esta chica no tenía idea del mundo en el que acababa de ser arrojada. Pero algo en sus ojos, la inocencia mezclada con el miedo, le recordó a Karime algo que había perdido hace mucho tiempo.

Sin saber aún qué hacer, Karime decidió proteger a Gala, al menos por el momento. Si el destino había puesto a esta chica en su camino como pago por la traición, tal vez había una razón para ello. Lo que Karime no sabía era cómo esta inesperada adición a su vida cambiaría todo lo que conocía, y cómo Gala terminaría siendo mucho más que una simple deuda saldada.

Karime miraba a Gala con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Nunca había permitido que algo personal se interpusiera en sus negocios, y hasta ese momento, todo lo que había hecho había sido por poder, dinero y respeto. Pero ahora, con Gala frente a ella, todo era diferente. No era una mercancía, no era dinero. Era una persona, y su presencia traía un problema que Karime no estaba preparada para enfrentar.

Un Amor En El CrimenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora