Parte sin título 7

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Disclaimer: No soy dueña de los personajes deNanatsu ni del anime y manga. Estos son propiedad de su creador Nakaba Suzuki. Tampoco soy dueña de el Manga y Anime de Inuyasha, son propiedad de su creadora Rumiko Takahashi.

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Los días transcurrieron en relativa calma en el reino de Camelot. A pesar de que sus numerosas responsabilidades como rey ocupaban la mayor parte de su tiempo, el joven Arthur Pendragon, en los contados momentos en los que estaba libre de sus deberes reales no podía evitar pensar en la hermosa joven de brillantes ojos azules que había cautivado su corazón.

Cada vez que tenía la oportunidad, Arthur se aventuraba fuera del castillo, a menudo disfrazado para evitar atraer atención innecesaria. En algunas ocasiones tuvo la suerte de ver a la hermosa Kagome a la distancia, alegrándole el día. Ella usualmente atendía a los aldeanos enfermos y jugaba con los niños en las calles empedradas. Era amable y generosa, siempre dispuesta a ayudar a los demás sin pedir nada a cambio.

Finalmente, después de semanas de deliberación interna, Arthur decidió visitar a Kagome en su hogar. Acompañado por un pequeño grupo de guardias que se mantuvieron a una distancia respetuosa, el rey cabalgó hacia la cabaña modesta de Kagome en el borde del bosque. Durante el trayecto, su emoción por volver a verla hacía latir su corazón con fuerza.

Los campos verdes se extendían ante él, y a lo lejos vio la figura de Kagome recogiendo hierbas a unos metros de una cabaña de aspecto hogareño.

-Lady Kagome -llamó suavemente, sintiendo cómo la emoción le llenaba el pecho al verla.

Kagome levantó la vista y le sonrió, sorprendida pero complacida de ver al rey de Camelot nuevamente.

-Su Gracia, qué agradable sorpresa -dijo Kagome con calidez en su voz mientras se acercaba al joven monarca.

-He venido a verla, Lady Kagome -respondió Arthur, desmontando de su caballo y acercándose a ella.

-Por favor, acepte esto -Arthur le entregó el obsequio a Kagome con una reverencia cortés-. Es solo un pequeño detalle de agradecimiento por salvar mi vida -dijo, con una pequeña sonrisa.

Kagome aceptó el regalo con gratitud, y curiosa abrió la fina caja teniendo cuidado de no estropearla. La bella ojiazul jadeó asombrada. Dentro había un delicado broche de plata para el cabello con incrustaciones de piedras preciosas que el propio monarca había elegido entre los tesoros reales.

-Es muy hermoso, su Majestad. No debió molestarse -dijo ésta, ruborizada.

-No fue ninguna molestia, mi Lady -le dijo el joven Pendragon, esbozando una encantadora sonrisa-. Me alegro que le guste.

A pedido de Kagome, Arthur con gusto colocó el hermoso broche en su suave cabello negro. "Es tan hermosa", pensó Arthur tras ponerle el broche. Al joven rey le costó trabajo no ruborizarse al contemplarla.

Ella los invitó a su cabaña y les sirvió un delicioso té y pastelillos, tras colocar en una pequeña repisa la canasta con hiervas medicinales que llevaba. La bella sacerdotisa se la pasó el resto de la tarde conversando en su mayor parte felizmente con Arthur, sobre todo cuando ambos salieron a dar un corto paseo por el bonito campo con flores y otras plantas, disfrutando del agradable clima y de la compañía del otro.

Después de esa primera visita, Arthur encontró cualquier excusa para regresar a la cabaña de Kagome. A veces llevaba consigo pequeños regalos: libros que había leído y que pensaba que ella disfrutaría, flores recogidas en los campos cercanos o deliciosos postres al enterarse que la joven tenía un diente dulce.

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⏰ Última actualización: Aug 17 ⏰

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