El Llamado Del Mar

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Percy estaba acostado en su cama, agotado por el día que había tenido. Se sentó lentamente y observó a Tyson, que dormía plácidamente. Necesitaba un respiro, así que decidió salir a tomar aire. Afuera, la noche estaba tranquila, y la luna brillaba intensamente en el cielo. Parecía que Artemisa estaba de buen humor, permitiendo que la luna se mostrara tan hermosa. Percy frotó sus brazos con la chaqueta que llevaba puesta, intentando calmar el frío que le acariciaba el rostro. Cerró los ojos y dejó que la brisa helada despejara sus pensamientos.

De repente, un recuerdo nítido y vívido lo inundó, transportándolo a otro momento, uno que parecía tan lejano y, al mismo tiempo, tan cercano.

Oye, Luke... —llamó Percy en su mente, reviviendo una escena de su pasado. Estaba sentado en el suelo, al lado de Luke.

Mmm? —preguntó Luke sin levantar la vista, concentrado en limpiar su espada.

Percy se acercó un poco más y, con una confianza silenciosa, apoyó su cabeza en el hombro de Luke, buscando ese calor familiar que siempre encontraba en él.

¿Me prometes que siempre estarás conmigo? —susurró Percy con voz baja, casi temeroso de la respuesta, pero con una esperanza latente.

Luke lo miró de reojo y esbozó una sonrisa cálida.

Siempre estaré contigo, Perce —respondió, con una certeza que en ese momento parecía inquebrantable.

El recuerdo se desvaneció, dejando a Percy solo bajo la luz de la luna. Abrió los ojos y dejó escapar un suspiro. El peso de esa promesa rota y el dolor que le provocaba aún lo seguía, como un eco persistente en su corazón. Percy intentó calmarse, cerrando los ojos una vez más, buscando un momento de paz. Pero, de repente, un llamado lo sobresaltó.

¡Percy! ¡Ayúdame, por favor! —la voz era inconfundible. ¿Era Grover?

—¿Grover? —preguntó Percy, abriendo los ojos rápidamente, solo para encontrarse con el silencio de la noche. La calma del lugar lo dejó aún más confundido. Miró a su alrededor, pero no había rastro de su amigo. Todo estaba en calma, demasiado en calma.

Tal vez solo fue su imaginación, un truco de su mente cansada. Había pasado por mucho, y el estrés de todo lo que estaba ocurriendo comenzaba a afectarlo. Mañana tenía muchas cosas que hacer, incluida la carrera, y sabía que tenía que estar preparado. Como siempre le habían dicho, "mente ocupada no extraña."

Pero entonces, una pregunta persistente lo acosó: ¿por qué, incluso cuando mantenía su mente ocupada, siempre volvía a pensar en Luke? A pesar de todo lo que intentaba hacer para distraerse, esos sentimientos seguían ahí, inamovibles. Eran como una sombra que lo seguía a donde fuera, un recordatorio constante de lo que había perdido. Percy deseaba con todo su ser poder borrar esos sentimientos, arrancarlos de su corazón y olvidarse de lo que alguna vez significaron.

Sin embargo, sabía que no era tan fácil. Luke había sido una parte importante de su vida, y aunque lo odiaba por lo que había hecho, una parte de él aún lo amaba, lo recordaba. Era una lucha interna que no sabía si algún día podría ganar. Pero por ahora, solo podía intentar seguir adelante, un paso a la vez, y esperar que el tiempo, de alguna manera, sanara sus heridas. Percy dio un resoplido mientras volvía a la cama. Mañana, se prometió, intentaría mantener su mente ocupada en cualquier cosa que no fuera el traidor.

A la mañana siguiente, Percy se quedó dormido. Tyson, al notar lo cansado que estaba su hermano, decidió dejarlo descansar un poco más. Cuando finalmente despertó, Percy se sintió sorprendentemente de buen humor. Se levantó y se preparó para el día. Mientras se cambiaba, no pudo evitar secretamente ponerse un abrigo que pertenecía a Luke. Sabía que no era lo más saludable, que si realmente quería odiarlo, debería deshacerse de ese abrigo, pero sin él, sentía que algo faltaba. "Debería ir a terapia," pensó con un suspiro.

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