01

809 91 12
                                    

—Leehanie

El llamado de su voz, de su amigo se escuchó detrás de la puerta de su cuarto, y sin dudar, se levantó a abrirle la puerta para que pasara. Conocía ese tono de voz molesto y grave a la perfección.

Apenas la puerta se abrió, Taesan entro acompañado de su rostro, una muy mala expresión. Tiro su bolso escolar sobre la cama de una manera agresiva antes de sentarse en el borde de esta misma.

Leehan vio la escena y no dijo nada solo acudió a cerrar la puerta detrás de el con tranquilidad y algo de interés.

No era cosa nueva ver a Taesan llegar a su casa molesto, siempre o casi siempre que su hyung tenía un mal día, iba de visita.

Sus familias mantenían una relación cercana desde que ellos eran pequeños, así que eran amigos de toda la vida, se conocía mutuamente a la perfección y siempre estaban para el otro.

Casi como hermanos.

Cuando taesan se enojaba, la única presencia que necesitaba a su alrededor era la de Kim donghyun, cualquier otra le parecía molesta.

— Hyung... ¿Quieres un abrazo? — Pregunto leehan mientras se ponía frente al pelinegro, con una pequeña y tierna sonrisa. Sus mejillas mostraron sus lindos hoyuelos y Taesan asintió sin pensar demasiado en ello.

La luz del sol entraba por la ventana y a través de las cortinas blancas con fuerza, dejando así la habitación completamente iluminada y en calor, un calor no necesariamente sofocante, sino uno más agradable.

— ¿Fue un día malo, hyung?

Taesan asintió. Sus brazos comenzaron a rodear el cuerpo frente a él con cuidado, su cabeza se acomodaba en el vientre del más bajo en forma de descanso.

Amaba el olor de leehan.

Se sentía en paz cuando él estaba cerca, fuese cuál fuese su estado de ánimo, siempre lograba calmarle de manera casi mágica.

— Si... Un mal día — Murmuró mientras cerraba los ojos.

Leehan no espero que Taesan le contase, ni quiso preguntar mucho más. Si Taesan quería contarle lo sucedido lo haría... y si no, entonces no. Prefería no hacer preguntas al respecto ya que era bien sabido por todos que por más cercano que fueses a Taesan, siempre guardaba distancia antes contar sus problemas y preocupaciones.

Era algo distante cuando de hablar de ellos se trataba y Leehan lo respetaba completamente.

Las manos tranquilas de Kim subieron al cabello negro del mayor, masajeando con paz y cariño su cabeza. Taesan pareció casi ronronear ante la demostración de cariño.

— Te quiero, Leehan.

— Mm... —solto pequeñas risillas — También te quiero mucho, Tae hyung.

— ¿Me dejas tocar tus muslos?

El rostro ya envuelto en paz y tranquilidad de Han le miró con unos ojos de súplica a leehan, parecidos a los de un cachorro. Un pequeño y casi inexistente puchero adornaba su rostro, causando rápidamente risas de leehan.

— Sip.

Entonces una pequeña sonrisa se formó en el pelinegro, soltando al más bajo al apenas obtener la respuesta.

Se sentaron en la cama en silencio, Taesan soltaba pequeños suspiros mientras sacaba su celular de su bolsillo del pantalón.

Comenzó a ver sus redes sociales mientras sus manos viajaban por los muslos rellenitos y tiernos de leehan, quien también buscó su celular por la cama hasta encontrarlo.

Taesan observo su mano con algunos anillos decorando sus dedos sobre aquellos muslos y mordió su labio con poca fuerza, guiando lentamente su mirada a la pantalla de su celular.

Aquel gusto por tocar los muslos de leehan había comenzado en bromas, bromas tontas sobre los tiernos que le parecían y tocandolos para molestar al más bajo.

Sin embargo, con el tiempo, el sentimiento fue cambiando, ya no era solo por capricho o porque le parecían tiernos, los muslos de leehan le calentaban, tocarlos le hacía profundizar en sus deseos sexuales siempre reprimidos y si era sincero, no sabía si estaba bien, no sabía si aquellos deseos estaban bien.

La mayor parte del tiempo se convencía de que aquello no importaba. Mientras el no supiera la verdad estaba bien.

Leehan solo no debía saberlo... no por el momento.



©dollyscum

muslos | gongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora