Capitulo 10 - Te lo dije.

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Apreté un poco más los ojos al notar la luz del sol
sobre ellos. No quería despertarme. Al menos, no
aún. Esta noche había dormido sorprendentemente
bien a pesar de que de vez en cuando notaba un
poco de dolor procedente del tobillo. Intenté
desperezarme un poco, pero una mano en mi
cintura me  impidió moverme con libertad.

Un momento...

Abrí lentamente los ojos y parpadeé varias veces
para aclararme la vista. Rus seguía a mi lado
como anoche, profundamente dormida. La única
diferencia era que yo, en lugar de estar de espaldas,
me había girado en algún momento y estábamos
cara a cara. Una ráfaga de euforia mezclada con
confusión invadió mi cuerpo al ver que no se había
ido a mitad de la noche como estaba segura que
haría.

Me permití mirarla durante un rato. Estábamos tan
cerca que nuestras narices casi podían rozarse.
Tuve la inmensa tentación de sacar mi mano de
debajo de la manta y acariciarla para apartarle el
mechón de pelo que se había colado en su cara.
Intenté hacer mi movimiento lo más sutil posible
para no despertarla.

Dirigí mi mano temblorosa a la altura de su sien y
con la yema de mi dedo comencé a trazar un
camino casi imperceptible hasta su mandíbula
recogiendo el pelo en el camino. Lo coloqué detrás
de su oreja y volví a guardar mi mano en el
calor de la manta.

No sé si eso podría considerarse siquiera un roce
porque lo hice de la forma más superficial que
pude. Aún así, sentía un ligero cosquilleo en mi
dedo al igual que mi corazón latía de forma
desenfrenada.

Respiré hondo.

–Me gustas más de lo que pensaba –confesé en
voz baja.

Y ahí estaban las palabras que tanto miedo me
daban admitir.

¿Por qué lo había dicho? No lo sé.

¿Me arrepentía? No.

O sí.

Independientemente, agradecía que no me
hubiese escuchado porque sabía que eso era
algo que podía crear una situación incómoda
entre nosotras.

Tras mirarla unos segundo más, volví a cerrar
los ojos y traté de dormir de nuevo.

Cuando me desperté por segunda vez, sí pude
desperezarme sin problemas puesto que
estaba completamente sola. Abrí los ojos para
cerciorarme de que era la única que estaba en mi
habitación y así era.

Comenzaba a tener serias dudas de que la
primera vez que me hubiese despertado no era un
sueño. Perfectamente podría haber sido producto
de mi imaginación y no me sorprendería en
absoluto.

Alargué la mano para  alcanzar mi teléfono. Las
once y media.

Me había perdido casi toda la mañana de
universidad. Aunque era completamente lógico
ya que apenas podía caminar.

Lucas me había escrito unos mensajes bastante
preocupado por mi ausencia. Le contesté diciendo
que estaba bien y que había tenido un pequeño
percance cayéndome al suelo. Él me contestó
diciendo que me recuperase pronto y que luego
me pasaría los apuntes.

Me llegó una videollamada de Vio. Nada más
descolgar y que su cara  ocupara toda la pantalla
del teléfono, supe por su expresión de demonio
reencarnado lo que me iba a decir. Acercó el
encuadre de la cámara a su boca para que
pudiera leerle bien los labios.

–¡¿Cómo no me dices nada de lo que pasó
anoche?! ¡¿Estás tonta?!

Menos mal que no podía oírla, porque seguro
que estaría gritando. Y su voz se pone
insoportablemente aguda cuando grita.

Inevitable - ruski Donde viven las historias. Descúbrelo ahora