prologo

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Antes de empezar, les advierto que este es solo el prologo, por lo que espero que puedan seguir leyendo la historia para cuando salga el capítulo 1 y lo que vendrá, por tanto los invito a que se sumerjan en esta historia y que le den una oportunidad para facinarse en este gran mundos, sin nada más que decir, que lo disfrute.

Prologo: El Despertar del Emperador

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La luz se filtraba por la pequeña ventana de la habitación, creando destellos en el aire cargado de polvo. Un dolor punzante recorrió su cuerpo, arrastrándolo de las profundidades de la inconsciencia hacia la realidad. Parpadeó varias veces, tratando de enfocar la vista. Lo primero que sintió fue el peso de su cuerpo, cada músculo y cada articulación le dolían, como si hubieran estado inactivos por siglos.

-Parece que ya despertaste.

La voz era suave, pero firme, cargada de una amabilidad que lo desconcertó. Giró lentamente la cabeza hacia la fuente del sonido y se encontró con una figura que contrastaba con la austeridad de la habitación. Una mujer, vestida con un hábito blanco, lo observaba con una mezcla de curiosidad y compasión. Su cabello, cubierto por un velo, apenas dejaba entrever algunas canas que sugerían que había vivido más años de los que su rostro dejaba ver.

-¿Dónde... estoy? -preguntó, aunque las palabras salieron roncas, como si no las hubiera pronunciado en mucho tiempo.

-Estás en el hospital de nuestra orden, en la Nación del Este -respondió la monja, mientras se acercaba para ajustar las sábanas que lo cubrían-. Te encontramos gravemente herido en el campo de batalla. Has estado inconsciente durante semanas.

El joven intentó recordar, pero su mente era un caos de imágenes y sensaciones. Fragmentos de una vida pasada, recuerdos vagos y borrosos que se mezclaban con el dolor y la confusión del presente. Se llevó una mano a la cabeza, buscando una estabilidad que parecía esquiva.

-Yo... -empezó a decir, pero la voz de la monja lo interrumpió.

-No te esfuerces demasiado por ahora. Tus heridas han sanado, pero tu cuerpo aún necesita tiempo para recuperarse. Has pasado por una experiencia terrible.

Cerró los ojos por un momento, tratando de calmar el torbellino de pensamientos en su mente. Cuando los volvió a abrir, sus recuerdos comenzaron a organizarse, a formar una narrativa coherente. La batalla... él había sido un soldado, luchando en una guerra entre la Nación del Este y... algo más. No, no era solo un soldado. Algo más profundo, algo mucho más significativo estaba enterrado en esos recuerdos.

-Soy... -la palabra quedó atrapada en su garganta, como si temiera pronunciarla, como si al hacerlo, revelara algo que prefería mantener oculto.

-Tranquilo, hijo mío -dijo la monja, colocando una mano reconfortante en su frente-. Estás a salvo aquí. No necesitas recordar todo de inmediato.

Pero él sabía que necesitaba hacerlo. Sentía que algo muy importante dependía de ello. Las imágenes comenzaron a fluir más rápido: un trono, un imperio, la fundación de una dinastía. Y luego, la caída, la decadencia, la traición.

-Yo... soy... el Emperador -dijo finalmente, con la voz temblorosa, pero llena de una certeza que no había sentido en años-. El Emperador que fundó ese imperio... hace más de mil años.

La monja lo miró en silencio, sin asomo de burla o incredulidad en su rostro. Sus ojos reflejaban una mezcla de sorpresa y comprensión, como si hubiera esperado algo así, aunque no tan explícitamente.

-Las heridas que llevas no son solo físicas -dijo finalmente-. El peso de lo que recuerdas debe ser inmenso.

Él asintió, aunque aún no podía comprender del todo lo que significaban esos recuerdos. El imperio que había fundado, la gloria de aquellos tiempos, todo parecía tan lejano, como un sueño que había vivido en otra vida.

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⏰ Última actualización: Aug 18 ⏰

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