Me dejó, se fue y no me dio ninguna explicación. Mi pecho seguía subiendo y bajando abruptamente después de aquel arrebato de adrenalina. ¿Qué había sucedido? ¿No era que estábamos encontrando el camino a casa juntos? Todo pasó tan rápido, como un tornado, dejando un desastre incomprensible en mi interior. ¡Él me creía muerta! ¿Pero, por qué? ¿Por eso no había intentado buscarme todos estos años? Peor aún... ¿Por eso había cambiado tan radicalmente? ¡Yo pensé que me odiaba! Era demasiada información para procesar en tan poco tiempo. Debía recurrir a la única persona capaz de unir los puntos que yo dejaba sueltos en el camino. Me comuniqué a recepción y pedí que me entrelazaran una llamada a Monterrey.
-Hola -hablé.
- ¿Zoé? -respondió Adam. Debía estar dormido, allá sería aproximadamente las cinco o seis de la mañana.
-Estuve a punto de tener intimidad con él -solté de golpe.
- ¿Cómo está eso? -preguntó aclarándose la voz. No estaba ahí con él pero sabía perfectamente que ya se había sentado en la cama para escuchar mi relato.
-Primero fuimos a una exposición fotográfica, la que dio mi hermana -le informé- Resulta que yo quería ir en cuanto me enteré, pero después él me invitó y me envió un pase. Estuvimos ahí unas horas, me presentó unos amigos, entre ellos Zac y Samie. Todo fue raro, a pesar de conocerlo, me sentía muy extraña a su lado. Después me trajo de vuelta al hotel, me pidió subir conmigo y accedí, en parte porque habíamos dejado una plática pendiente en la exposición, y también porque quería estar más tiempo con él -hablé agitadamente- se mostraba receloso y hermético, entonces vio una foto de nuestros hijos y todo explotó, su comportamiento se alteró. Decidió irse, pero entonces no lo hizo y comenzó un juego seductivo conmigo. No pasó nada..., él me llamó por mi nombre.
Las manos y la voz me temblaban conforme lo recordaba.
- ¡Santo Dios! -Dijo riéndose- ¿Y cómo es que dio contigo? -cuestionó sereno.
-Me lo encontré en el aeropuerto la noche que Márquez me informó que estabas en el hospital. Accidentalmente, o eso quiero creer, me empapó con su camioneta. Fue muy grosero y ni siquiera se disculpó. Y al día siguiente ya sabía en qué hotel me hospedaba.
-Destino -dijo.
-El caso, Adam, es que ayer me llamó por mi nombre.
-Eso está genial, entonces ya sabe quién eres.
-No Adam, no lo comprendes. Todo está mal. Al principio pensé que lo había descubierto al besarme, pero después al verlo tan asustado me confundí, entonces él gritó ¡Ella está muerta!
- ¿Muerta? -Repitió sorprendido- ¿Por qué pensaría eso?
-No tengo idea -balbuceé desanimada.
Tras finalizar la llamada no hice otra cosa más que rodar y rodar en el colchón. Toda la habitación se me hacía pequeña ahora. Su aroma inundaba cada centímetro. Mi piel ardía debido a su contacto; cada pequeña partícula de mi anatomía había sido reclamada nuevamente por él. Logré dormir un poco, pero una vez que desperté no pude volver a hacerlo, por más que lo deseara. Me levanté y ordené el almuerzo a la habitación. Vi un poco de televisión e intenté olvidar lo que había pasado, pero no podía. Al medio día decidí comenzar a guardar mis pertenencias para cuando se acercara el tiempo de irme al aeropuerto. Tomé la foto de Edward y Harrick y la envolví en mi sudadera gris, después la metí en la mochila.
Tomé una toalla y me dirigí a la ducha. Solté mi cabello y dejé caer mi ropa interior en el suelo. Una vez que divisé mi silueta desnuda en el espejo, los recuerdos nocturnos me atormentaron. La boca sedienta de Harrick susurró mi nombre una vez más. Sus manos trazando nuevos códigos en mi piel, sus ojos recorriéndome sin pudor. Podía sentir su tacto en mi piel. ¿Cómo fue que llegamos a eso? Cepillé mis dientes mientras se regulaba la temperatura de la regadera. Entonces escuché dos golpes en la puerta. No hice caso. Después de un tiempo, otra vez golpearon la madera. Cerré la llave y envuelta en la toalla salí a prisa.
ESTÁS LEYENDO
El reencuentro ©
Novela JuvenilCuando las cosas no van bien en el amor, dicen que la solución está en el tiempo y la distancia. ¿Será este el caso? Pudiera ser que sí, solamente que debemos ser conscientes que en ocasiones puede ser demasiado tarde para volver...