Capítulo 1

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Silvia muy enojada, le cierra la puerta de su habitación en la cara a su madre.

— Silvia, ¡Sal de ahí!.- Tocaba con fuerzas la puerta, la señora Samantha Barba de Navarro, gritando enfadada de los berrinches de su hija.

— No saldré de aquí, mejor vete, mamá.- Respondió Silvia finalmente a los gritos de su madre del otro lado de la puerta.

La señora Samantha baja a la reunión de la gente influyente que tenían es su casa. La señora de Navarro se acerca a su esposo con discreción.

— Luis, tu hija es una caprichosa, no sabe que aquí hay gente muy importante, ve a ver si puedes sacarla de su habitación.- Dijo la señora Samantha muy prudente, para que nadie se de cuenta de lo que pasó.

El señor Luis subió a la habitación de su hija menor, acatando las órdenes de su mujer, él tocaba la puerta insistente.

— Hija, ¿Me podrías abrir la puerta?.- Decía el señor Navarro con dulzura, porque sabía cómo era su hija, tienen que hablarle bien, sin ordenar algo porque se molesta y no hace las cosas.

— Papá, no saldré, mejor dormiré, mañana hablamos.- Dijo la pequeña con claridad y se tapó todo el cuerpo con su cobija, cayó rendida de sueño.

En la reunión, abajo, en el salón de la mansión...

— Jorge, disculpa a mi hija, es muy caprichosa y rebelde, ni idea a quien habrá sacado, mi familia es muy distinguida y educada.- Dijo la señora Barba impotente.

— No se preocupe, señora de Navarro, seguido me topo con niñas así, un poco maleducadas.- Respondió Jorge agitando suavemente su copa de champaña.

Al día siguiente, en CDMX, Jorge desayunaba con su familia.

— Alonso, Jorge, ¿Qué le hicieron a la pequeña Silvia?.- Preguntó la madre de Jorge, María.

— No tiene importancia, es una simple niña caprichosa.- Dijo Jorge repugnado.

— Exacto, esa niña está muy mimada, caprichosa.- Dijo Alonso imitando a su hermano mayor, siguiendo sus mismos pasos.

— Niños, respondan a la pregunta de su madre.- Dijo el señor Aldo Salinas.

— ¡Carajo!, No hicimos nada.- Respondió Jorge lleno de furia, golpeó sus palmas de las manos contra la mesa, levantándose de su lugar muy enojado.

Alonso siguió a su hermano hasta su habitación, se sentaron en el sofá que tenía Jorge en su cuarto.

— Jorge, no te enojes.- Decía Alonso muy dulce, tratando de calmar a su hermano.

— Joder, Alonso, esa niñita es tan insignificante, pero me repugna tanto, que, o sea ni siquiera tiene importancia lo que le pasa a esa.- Exclamó Jorge demasiado enojado.

Alonso decidió dejarlo solo para que se tranquilizara.

...

En Guanajuato, ese mismo día, en la comida.

— Silv, ¿Por qué te encerraste en tu habitación anoche?.- Preguntó Don Luis.

— Esos pesados de los hermanos Salinas, ¡Ash los  ODIO!!.- Exclamó Silvia torciendo los ojos.

— Pero... Si son muy amables, a mí me parece muy guapo Jorge.- Dijo Luisa, hermana mayor de Silvia.

— Muy bien, hija, Jorge es un buen hombre.- Dijo la señora Samantha con su voz presumida.

Terminaron de comer y cada quien volvió a sus obligaciones, Don Luis a trabajar a su corporativo, la señor Samantha al salón a arreglarse las uñas, Luisa a su clase de ballet y Silvia a leer unos libros del colegio.

&

En la mansión Salinas, CDMX.

— Hijo, ¿Podemos pasar?.- Preguntan los señores Salinas tocando la puerta suavemente.

— Adelante.- Respondió Jorge.

— ¿Sigues enojado?.- Preguntó la señora María.

— No, no podría estar enojado con ustedes, los adoro tanto, solo que me molesta que el tema de conversación sea esa niña caprichosa.- Dijo Jorge con una sonrisa en su rostro, acariciando el rostro de su madre, después los abrazó a los dos.

— Saldré, tal vez llegue en la madrugada.- Dijo Jorge mientras se rocía la loción.

— Que te vaya bien.- Dijeron sus padres.

...

Guanajuato

—Papá, ¿Puedo ir a montar a caballo?.- Pregunta Silvia a su padre, ignorando a su madre que está al lado de su padre.

— Niña, no puedes ir a montar a caballo, mejor ve a clases de ballet al igual que tu hermana, Luisa.- Dijo la señora Barba torciendo los ojos al terminar de hablar.

— Amor, Silvia claro que puede ir a montar a caballo, además si a ella no le gusta el ballet no debe porque hacerlo.- Respondió Don Luis, acarició el rostro de su hija y le dio un empujoncito a su hija para que fuera a montar.

— Luis, no la maleduques tanto, ella es una dama y no puede estar montando al caballo, debería hacer cosas más femeninas.- Dijo la señora con arrogancia, haciendo una mirada amenazadora hacia su esposo.

Silvia finalmente fue a montar a caballo y la pasó de bomba.

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Esperen la siguiente parte

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