Capítulo 6: Licántropo

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Jacob se encontraba sumido en la oscuridad, una calma pesada lo envolvía mientras su mente vagaba en un mar de silencio. Sin embargo, poco a poco, el eco distante del oleaje comenzó a resonar en su mente. Sentía las olas como un suave murmullo que lo llamaba, invitándolo a regresar a un lugar conocido.

De repente, la oscuridad empezó a disiparse y Jacob se encontró caminando por la orilla de La Push. El cielo, teñido de tonos cálidos por el atardecer, se extendía sobre él, mientras la brisa marina acariciaba su rostro. A lo lejos, una figura solitaria se perfilaba contra el horizonte, su silueta apenas discernible a través de la luz del sol que se desvanecía.

Jacob supo de inmediato quién era. Su corazón se aceleró y un nudo se formó en su garganta mientras trataba de acercarse. Desesperadamente, comenzó a correr hacia él, llamándolo con todas sus fuerzas: "¡Edward!".

Pero, a pesar de sus esfuerzos, la distancia entre ellos no se acortaba. Parecía que Edward estaba siempre fuera de su alcance, inalcanzable.

Las lágrimas comenzaron a nublar la visión de Jacob cuando cayó de rodillas, impotente ante la cruel distancia que los separaba. Gritó su nombre de nuevo, pero esta vez fue un susurro quebrado por el dolor que sentía en su pecho. Se dejó caer sobre la arena, derrotado, sintiendo cómo su corazón se desgarraba por la desesperación de no poder alcanzarlo, de no poder hacer que lo escuchara. Era un dolor profundo, uno que no podía contener.

De pronto, el sonido de las olas comenzó a calmarse. El rugido del mar fue reemplazado por algo más: unos pasos que se acercaban lentamente, hasta detenerse justo frente a él. Jacob levantó la vista con lágrimas aun cayendo por sus mejillas, y ahí estaba Edward, de pie, mirándolo con una mezcla de ternura y dolor.

Edward se inclinó hacia él, lo tomó suavemente por los brazos y lo levantó con cuidado, atrayéndolo hacia su pecho. Jacob se dejó llevar, sintiendo cómo el calor de Edward lo envolvía, cómo su presencia lo hacía sentir seguro, como si todas sus dudas y miedos desaparecieran en ese instante. Se aferró a él, rodeándolo con sus brazos, temeroso de que, si lo soltaba, desaparecería para siempre.

Las palabras brotaron de sus labios como un torrente incontenible, cargadas de dolor y reproche. "¿Por qué me dejaste?", susurró Jacob, su voz temblando. "¿Por qué no cumpliste tu promesa? Me dejaste amarte, te metiste en mi corazón, y ahora... ahora estoy aquí, perdido, sin saber qué hacer sin ti".

Edward, con una tristeza infinita en sus ojos, se separó un poco para mirarlo directamente. Con su mano derecha, limpió con ternura las lágrimas que seguían cayendo por las mejillas de Jacob. "Lo siento", dijo Edward, su voz suave y cargada de arrepentimiento. "Lo siento tanto, Jacob. No quería dejarte. Pero ahora debes despertar. Hay personas que te aman, que te necesitan. No puedes quedarte aquí".

Transición y Retorno (Edward Y Jacob)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora