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—¿Dónde

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—¿Dónde... dónde estoy? —murmuró, caminando por un sendero desconocido, sus pasos cautelosos mientras sus ojos exploraban el entorno. La curiosidad lo guiaba, aunque no podía ignorar el vago sentimiento de inquietud que le anidaba en el pecho.

Avanzó durante lo que parecieron horas, hasta que finalmente, a lo lejos, una figura conocida se materializó entre la niebla. El cabello rojizo que reconocería en cualquier lugar. Su corazón comenzó a latir con fuerza. Era él, su amigo de la infancia, el que había dejado atrás hace tanto tiempo. Sin pensarlo dos veces, echó a correr, la esperanza latiendo en su interior como un tambor, ansiando ese reencuentro que siempre había soñado.

Cada paso que daba acercaba más su sonrisa a la de su amigo. Un reencuentro que durante años había creído imposible se hacía realidad, una oportunidad para reparar la despedida que nunca había sido lo suficientemente buena.

—¡______-chan! —gritó, cuando estaba a pocos metros del pelirrojo.

El nombrado se giró lentamente, pero al hacerlo, el entorno cambió de forma drástica. Donde antes había un sendero vacío, ahora había un elegante salón decorado para una boda. Su amigo estaba de pie en el altar, junto a una figura borrosa que no podía distinguir con claridad. La confusión comenzó a apoderarse de él, pero su corazón, que había estado lleno de alegría, ahora sentía el peso de una ansiedad desconocida.

—¿______-chan? —repitió, busco algún signo de familiaridad en los ojos de su amigo.

—¿Qué haces aquí? —respondió el pelirrojo, su tono distante, casi frío, envío una punzada de dolor a través del pecho del joven. Le dolió aquel rechazo.

—Yo... am... te extrañé —balbuceó.

—¿Ah, sí? —dijo su amigo, sin emoción alguna en su voz.

—Te... te estás casando... felicidades —logró decir, aunque un extraño sentimiento comenzó a agobiarlo.

—Soy perfectamente consciente de lo que estoy haciendo —respondió su amigo con sequedad, ignorando la felicitación.

—Sí... —rió incómodamente, intentando aliviar la tensión—, es extraño, porque cuando éramos niños, siempre decías que querías casarte conmigo. —Sus palabras se desvanecieron en un murmullo, sintiendo el peso de la vergüenza por mencionar algo que se suponía que no sabía.

El rostro del pelirrojo se endureció, y cuando habló de nuevo, su voz estaba cargada de desdén.

—Jamás me casaría con alguien que no cumple sus promesas —escupió.

—¿Eh? —el joven peli celeste dio un paso atrás, sorprendido por la excesiva hostilidad que emanaba de su amigo. Los recuerdos de su último encuentro, la promesa rota, comenzaron a invadir su mente.

El pelirrojo se acercó con pasos firmes, y su apariencia comenzó a cambiar. Ya no era el adulto en el altar, sino el niño que había dejado atrás, el niño que había confiado en él.

𝑀𝑎𝑚𝑎'𝑠 𝐵𝑜𝑦 - 𝑆ℎ𝑖𝑔𝑎𝑟𝑎𝑘𝑖 𝑇𝑜𝑚𝑢𝑟𝑎 𝑥 𝑀𝑎𝑙𝑒 𝑅𝑒𝑎𝑑𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora