Nunca pensé que una persona podía entrar tan hondo en el interior de alguien, bucear hasta adueñarse de todos y cada uno de los rincones de su cuerpo. Nunca pensé que una persona podía generar todas estas emociones, toda está deseperación, todo ese brillo. Nunca pensé que una persona podía estar presente en cada uno de sus pensamientos, pero estaba equivocada. Yo conseguí conocer a esa persona. Era una persona tan pura como las primeras gotas de rocío del primer amanecer, era una persona tan buena que no podría expresarlo con simples palabras. Pero yo la sufrí, sufrí el desgarro de la equivocación de mi corazón, que decidió amar con todas sus fuerzas a un corazón que no le pertenecía, que decidió dedicarle cada latido con inocencia, con ciega esperanza, que decidió seguir amándolo aún cuando sabía que no era para él. Sufrí los desgarros en mi garganta al tragar las lágrimas, al soportar los nudos, al ahogarme con las palabras. Sufrí el frío atroz que inundó mi cuerpo al saber que su corazón ya había elegido a otro que no era el mío. Pero aún así seguí esperando, mientras la pequeña llama de esperanza me creaba falsas ilusiones, seguí pensando en que quizás, solo quizás, en su corazón había un pequeño hueco para mí. Si que lo había, pero no de la forma que yo deseaba, su corazón solo me quería, incluso amaba, como una amistad. La mejor amistad que tuve, y de las mejores que tuvo ella. Pero quizás yo fuí egoísta al pensar que podría ser algo más, que me podía llegar a ver con otros ojos, los mismos ojos con los que la miraba yo.
Nunca pensé nunca que el amor pudiera tener un sonido, hasta que escuche su risa.
Nunca pensé que mis pulmones podrian querer rendirse hasta que me dijeron que no querían seguir funcionando porque no podían respirar otro aroma que no sea el suyo.Nunca pensé que mi organismo podría funcionar solo para una persona.