Capítulo 1 - Normalidad

225 19 20
                                    

Sara se abrigó en aquella calurosa mañana. El frío se había instalado en su cuerpo, en su casa y en su vida.

Una era glaciar.

El invierno eterno que jamás superarían y que les recordaba cada día la mayor de las ausencias.

Franco no estaba.

Franco los había abandonado.

El calor salió de sus vidas al igual que el sonido.

El silencio era tan ruidoso que molestaba.

Se armó de valor y bajó las escaleras. No podía dejar que su vida se consumiese y debía de de continuar.

Andrés y Gaby la esperaban sentados a la mesa, tratando de consumir un desayuno que se les atragantaba cada mañana.

No lo entendía y por más que repasaba en su cabeza la última conversación con Franco, no comprendía los motivos.

"Debo de ir"

"Te tengo que dejar"

No exigió explicaciones. La seriedad y las pocas palabras de su esposo le indicaron que era real.

Franco no solo la había abandonado a ella, también a sus propios hijos.

¿Cómo un padre podría abandonar a su sangre?

¿Cómo un padre se marchaba sin despedirse de sus hijos?

Aunque doliese como un puñal clavándose en su maltrecho corazón, aceptaba que el amor se acababa y que los matrimonios se rompían, pero el amor por un hijo jamás podría desaparecer.

Hace un mes su vida se desmoronó y cayó en un profundo agujero. Pero por Andrés y Gaby tuvo que escalar, tragarse sus lágrimas y recobrar la normalidad que esos dos adolescentes tanto necesitaban.

Poco a poco iban recuperando la normalidad.

Andrés había vuelto a tocar su piano, aunque la música vibrante y alegre fue sustituida por una melodía melancólica. A punto de cumplir dieciocho años, su primogénito debería de estar preocupado por el fin de sus estudios y en búsqueda del comienzo de los siguientes en el exterior, pero tras lo sucedido, Andrés había decidido posponer su marcha, quizás no queriendo que su mamá y su hermana sufrieran otra pérdida.

Gaby... Gaby apenas hablaba y prefería encerrarse en su dormitorio. La joven de catorce años aludía a sus estudios, pero su pequeña era de esas que debía de ser obligada a abrir sus libros, además que su rendimiento había bajado consideradamente.

No podía enojarse.

Andrés y Gaby estaba sufriendo el abandono de su padre, de la persona que siempre pensaron que estaría a su lado.

Se sentó a la mesa y con rapidez, Irene ya estaba sirviendo un desayuno para ella. Apenas tenía apetito, pero sus hijos estaban haciendo el mismo esfuerzo y debía de dar ejemplo como madre y padre que ahora era.

"Te lo dije, Sara"

"Te lo dije, pero como de costumbre, no escuchaste"

"Franco era el peor de los Reyes. Ahora tus hijos sufren las consecuencias de tu mala elección"

Gabriela había pasado de odiar a los Reyes a amarles. Sin embargo, en la actualidad su mamá se dedicaba a recordarle lo poco que su esposo la había amado.

Su esposo.

Franco Reyes continuaba siendo su esposo, por mucho que su mamá y el resto de la familia dijera al resto que se había divorciado.

Hasta el fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora