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Yuuji supo que tenía que hacer algo cuando Megumi le dijo que se sentía solo en el departamento cuando a él le tocaba hacer las guardias en el hospital, que normalmente eran de un día o incluso más.

Por eso una semana antes mandó mensaje a Gojo para preguntarle si tenía algunos perritos en adopción que se puedan tener en departamentos.

Luego de eso no tuvo tiempo casi ni de respirar.

Entre el internado, su ciclo de celo, megumi y la universidad, no pudo en ningún momento ir a ver a sus amigos a su veterinaria para consultar sobre el animal.

Pero hoy era el día en el que por fin se  iba a dedicar a buscar el perro perfecto para el omega.

— ¡gojo! — lo llamó cuando entró por la puerta de vidrio del local, detrás del mostrador se encontraba el peliblanco en la computadora.

— ¡yuuji! pensé que te perdiste por el camino que nunca viniste — Itadori rió negando.

— no, no, empecé el internado y me está matando, pero por fin pude hacer un espacio para venir — habló apoyándose por el mostrador.

— me alegra que puedas darte un respiro, vení por aca que te voy a mostrar a los perritos que tenemos en adopción — el de ojos celestes pidió que lo siguiera por una puerta en donde al abrirse se encontraba una habitación abierta en donde muchas razas distintas de perros se encontraban allí.

Desde pugs, hasta pastores alemanas y caniches. Todos parecían llevarse bien y algunos estaban en corrales jugando con otras cosas o comiendo.

— estos son todos los que tenemos por ahora, si te gusta alguno me avisas y te daremos su ficha para que lo conozcas más — El pelirosa asintió emocionado y fue viendo a cada cachorro que había allí.

Hasta que se encontró con dos perritos casi idénticos duermiendo uno encima del otro en una esquina de la habitación. Tenían un pelaje suave y uno era negro y el otro blanco, con una manchas que los identificaban en la frente.

Itadori los señaló. — ¿ellos? ¿puede ser? — satoru sonrió y asintió agarrando a ambos perritos quienes no se molestaron por moverlos de lugar.

— ellos son hermanos, son unos husky de casi un año, les falta mucho por delante — dijo apoyando a ambos bebés en la mesada, estos apenas podían pararse bien, a los ojos del alfa eran la cosa mas tierna que había visto en su vida.

— me llevaré a los dos, espero que a megu le gusten — dijo agarrando a uno de los perritos para abrazarlo.

Satoru sonrió. — estoy seguro que lo amará — de un fichero sacó unas hojas que tenían el espacio para completar los datos de la adopción. — aquí también está su calendario de vacunas, hasta ahora están al día, trata de que no se les olvide colocárselas de todas formas — avisó viendo como el chico terminaba de rellenar los papeles.

Acomodó en sus brazos a ambos perritos. — gracias por todo gojo, te aviso cuando megumi reciba su regalo — ambos se sonrieron.

— de nada yuuji, avísame cualquier duda que tengas de los cachorros

Ambos se despidieron y el alfa pudo caminar ahora mucho más feliz hacia su departamento, en donde el azabache iba a estar esperándolo.

Al llegar trató de esconder a los cachorros dentro de su campera y así subió por el ascensor hasta su casa.

Al abrir la puerta lo único que escuchó fue silencio, hasta que cerró esta pudo sentir luego pasos encaminarse hacia él.

— ¡yuuji! pensé que tenías guardia hasta tarde — habló y sus ojos se abrieron en sorpresa cuando vio los perritos que el chico tenía en sus brazos. Tapó su boca de la emoción. — ¿es para mí? — el oji avellana asintió.

— son todo tuyos — se acercó para que el omega pudiera alzarlos, este los agarró con un poco de desconfianza al principio pero luego lo atrajo a un abrazo. — me dijiste que te sentías solo en casa y pensé que un perrito te levantaría el animo — megumi sonrió y abrazó al alfa.

— gracias, es el mejor regalo que pudieron haberme dado — se separó y ahora observó bien a los animalitos.

Se veían pequeños e indefensos, megumi se enamoró instantáneamente de ellos.

Definitivamente iba a guardarlos en una cajita de cristal para que nunca les pasara nada.

Yuuji sacó una foto del omega jugando con su nuevas mascotas y se la mandó a gojo agradeciéndole de nuevo por la ayuda.

Ahora su familia ya no era de dos, si no de cuatro.

winter flowers ; itafushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora