8. DORADO (PARTE 1)

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8 años antes.

21 de agosto, 2024.

Uno puede cultivar casi todo en esta vida si le dedica el suficiente tiempo y esfuerzo, o eso es que me repetía cada mañana de miércoles para no quedar mal con quien era probablemente mi único amigo en ese momento.

Siendo sincera, se nos daba fatal. Pero estamos al fondo, nadie nos presta demasiada atención y la mayoría de las veces eso es bueno. Saqué muchas cosas buenas de esa presentación, como que la actividad física y compartir tiempo con alguien con quien no me siento incomoda reduce bastante cualquier malestar que pudiera tener. Bailar es muy divertido de hecho, no pude creer que tardé tanto tiempo en siquiera pensar en ello.

Nos dieron un sitio en el gimnasio para practicar a días de la presentación, me marea un poco que todas las paredes sean espejos.

—Oye —Chandler se acercó a mi después de la práctica del baile, cuando aún todos estábamos en nuestros atuendos—. ¿quieres merendar conmigo? Si no tienes que estudiar o tienes...

—Es el recreo, no hago nada más.

—Vale. Déjame ir a por un jugo, ¿te agrada la biblioteca?

Había estado en la biblioteca varias veces, es lo que una persona que quiere silencio y paz hace. Además, nos dejaban comer dentro entonces siempre fue mucho más cómodo que quedarse por los pasillos o en el patio de comidas donde no sobraba un asiento para mí.

Creí que íbamos a comer allí, pero me sorprendí cuando caminó frente a mi guiándome hasta el sector de historia y geografía. No tiene ninguna clase que requiera leer ese tipo de contenido y yo no tengo tareas pendientes.

Contuve un jadeo cuando con esfuerzo separó por unos centímetros el librero y pude ver lo que se escondía dentro de un angosto espacio rectangular detrás de los libros.

—Para ser tan grande, tienes una fuerza vergonzosa. —se burla una voz masculina proveniente de ese escondite.

—Cállate.

—¿Quién es? —indago en un susurro.

—¿A quién demonios trajiste, ________?

—¡No me digas así! Ahora me llamo Chandler —corrige—. Mira, ella es Violeta, somos amigos. —da media vuelta—. Vio, él es Tom, es raro y no es de fiar.

Por el pequeño espacio se asoma un chico moreno, con cabello rizado corto y una cabeza más pequeño que nosotros. Se acomoda se quita las gafas antes de dejarnos entrar —con dificultad— en lo que pareciera ser su pequeña guarida.

Detrás del estante, el espacio es suficiente para dos sillas de madera con pupitre, en una de ellas hay una laptop vieja encendida conectada a la corriente. En la otra el resto de unas galletitas sacude antes de indicarme que me siente. Desde dentro, valiéndose de la parte superior del mueble vuelve a cerrarnos en ese medio metro.

La biblioteca es lo suficiente grande para que nadie se percate que faltamos o indague lo suficiente para encontrarnos. El chico tenía una expresión extraña en su rostro, más dirigida a su amigo que a mí, pero nunca la logré entender.

—¿Qué es lo que haces aquí? —pregunto con timidez al ver como baja el brillo de su pantalla.

—Tráfico droga, ¿no ves?

—Oh, ejem, no pensé que...

—El idiota viene aquí a subir sus mierdas a internet —explica Chandler—. y ahora que lo pienso eso suena como si vendiera fotos sexuales, pero no, solo escribe quien sabe qué y pues, necesita concentrarse.

No apto para cobardesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora