Stay - Chifuyu Matsuno

II

2 | Que oportuna es la lluvia

CHIFUYU

Un golpe se estrelló contra mi mejilla. Escupí a un lado la sangre que se acumulaba en mi boca. Aquellos tipos me estaban dando problemas.

—Caete ya, puto crío —espetó uno de ellos, lanzándome otro golpe. Este pude esquivarlo y fui yo quien lo golpeó.

Desde que me vieron, se habían abalanzado sobre mí sin razón. Por suerte, no eran demasiado fuertes y yo sabía defenderme.

Uno de los tipos iba a darme otro golpe y yo me preparé para protegerme cuando, de repente, un teléfono resonó por el callejón. Se miraron entre ellos, asustados, para posteriormente salir corriendo. Se atrevían a pegar a un chico inocente y le tenían miedo a ser atrapados.

Limpié cualquier rastro de sangre de mi rostro con mi antebrazo. Comprobando que ya no quedaba nadie en el callejón, me dispuse a irme. O a intentarlo. En cuanto giré la esquina me topé con un rostro conocido a escasos centímetros del mío. Casi podía rozar su nariz con la mía. La calor aumentó en mi cara y me separé a toda prisa.

—¿Saori? ¿Qué haces aquí? —le pregunté atropelladamente, viendo como ella también tenía las mejillas coloradas.

—Vivo a dos calles —señaló el camino, en su rostro una expresión confusa.

Se detuvo un momento para analizar mi rostro. Dios, solo hacía que ponerme nervioso esa chica.

—¿Estás bien? —terminó preguntándome, extendiendo una mano hacia mi rostro.

En cuanto las yemas de sus dedos me rozaron, sin poder evitarlo cerré los ojos como si aquello fuera lo más calmante.

—Sí, todo bien —le respondí segundos después, abriendo los ojos para clavar mi mirada en la suya. Sus ojos marrones brillaron bajo el cielo nocturno.

—¿Te has metido en problemas? —intentó bromear, aunque no había ni una pizca de broma en sus palabras, más bien preocupación—. Conozco a los tipos, podría decirles que te dejaran en paz.

Deslizó el pulgar por el lado de la herida, analizándola a la espera de mi respuesta.

—Ellos se lo buscaron —me quejé, poniendo mi mano sobre la suya—. Estoy bien, de verdad.

Finalmente retiró su mano, dejando un vacío en la mía por la falta de calidez que me proporcionaba su piel. Este vacío fue rápidamente sustituido por un golpe frío, una gota de agua. Antes de que nos diera tiempo a reaccionar, una lluvia feroz empezó a caer sobre nuestras cabezas.

—Mierda —espetó. Yo hice el ademán de escaparme del agua—. Espera, mi casa está cerca, vamos a cubrirnos y esperas a que cese un poco.

—No quiero ser una molestia... —Negó con la cabeza.

—Para nada —afirmó, caminando bajo los portales, esquivando el agua. Yo la seguí por toda la calle hasta que se detuvo frente a un edificio—. Solo espero que no te asustes.

—¿Por qué? —la noté extrañamente incómoda.

—Supongo que has oído los rumores de mi vida...

Todo el mundo lo sabía. Decían que Saori no tenía padres, aunque yo no lo creía. Kana Saori era popular entre los chicos, aunque nunca tuvo una relación seria con ninguno. Al contrario de lo que decían algunos, yo no creía que se acostara con hombres mayores y mucho menos por dinero.

—Lo único cierto es que vivo en un viejo edificio —murmuró, sabiendo perfectamente qué pasaba por mi cabeza.

Era cierto que la fachada de los bloques de pisos era sucia y se notaba que no tenía mantenimiento, pero por dentro la casa parecía mucho más limpia. Su habitación, sobretodo, era la más acogedora y perfectamente ordenada. Pero eso no lo descubrí hasta acabar el pequeño tour que me hizo casi de manera involuntaria mientras buscaba a Akira. Que no sabía quién era. Pero yo la seguí porque no quería quedarme parado en medio de una casa ajena.