Felix respiró hondo mientras bajaba del avión. El aire de Seúl era fresco y nuevo, pero con un dejo de duda que lo ponía nervioso. Había dejado Australia atrás con la esperanza de un nuevo comienzo, lejos de los fantasmas que lo perseguían.
Felix: Este es mi primer día en Seúl... No puedo arruinarlo. Necesito dejar atrás todo lo que pasó en Australia. -Pensó mientras arrastraba su maleta por el aeropuerto.
Después de instalarse en su pequeño apartamento, decidió salir a explorar la ciudad. Las calles de Seúl estaban llenas de vida, y por primera vez en mucho tiempo, Felix sintió una chispa de emoción. Caminó sin rumbo, disfrutando de la libertad que sentía al estar en un lugar donde nadie lo conocía
Pero su tranquilidad duró poco. Mientras cruzaba una calle, se quedó pensativo en sus pensamientos, chocó contra alguien.
Felix: ¡Lo siento mucho! No estaba mirando por dónde iba... -se disculpó rápisamente, mirando a la persona frente a él.
Era un chico alto, con el cabelli largo y un estilo impecable. Su sonrisa era suave, pero había algo en sus ojos que llamó la atención a Felix. Algo que lo hacía sentir tanto intrigado como inquieto.
Hyunjin: No te preocupes. A todos nos pasa. Soy hyunjin, por cierto. -respondió el chico con una voz tranquila.
Felix: Soy Felix... Acabo de mudarme aquí. -dijo, intentando mantener la compostura.
Hyunjin lo miró por un momento, como si estuviera evaluando algo en él. Luego, simplemente asintió y sonrió de nuevo.
Hyunjin: Bienvenido a Seúl, Felix. Espero que te guste la ciudad.
Antes de que Felix pudiera responder, Hyunjin se despidió con un gesto y continuó su camino, dejando a Felix con una extraña sensación en el estómago. Había algo en ese chico que lo dejaba con más preguntas que respuestas.