𝐃𝐄𝐋𝐈𝐂𝐀𝐓𝐄 | hector fort

𝟑𝟒. todo lo que somos

(voten, no sean ratas😁🫶🏻)

Celina's pov

La noche había sido perfecta. Habíamos cocinado juntos, compartido risas y creado recuerdos que iba a recordar durante toda mi vida. La cocina, normalmente llena de caos y ruido, estaba tranquila, iluminada solo por la suave luz de las velas que Hector había encendido.

Después de limpiar la mesa, nos habíamos acomodado en el sillón, enredados en una manta que cubría nuestras piernas. La música suave de fondo se mezclaba con el sonido de nuestras respiraciones. Me sentía en paz, pero había una parte de mí que sabía que algo más estaba por venir.

—Me acompañas a la terraza? —preguntó, mirándome.

Lo miré, un poco sorprendida, pero asentí, intrigada por lo que tenía en mente. Me ayudó a levantarme del sillón, y aún enredada en la manta, lo seguí hasta la puerta de la terraza. El frío de la noche me envolvió al salir, pero no era desagradable; más bien, el aire fresco parecía calmar mis nervios mientras caminábamos de la mano.

Cuando llegamos a la terraza, me quedé sin palabras. La escena que se desplegaba ante mí era mágica, como algo sacado de un sueño. Hector había decorado todo el espacio con luces tenues y suaves que colgaban de un lado a otro, iluminando delicadamente cada rincón. Velas blancas estaban esparcidas por todas partes, creando un brillo cálido que contrastaba con la oscuridad de la noche. Una mesa pequeña con un par de sillas estaba colocada en el centro, y sobre ella había una caja, envuelta en un papel dorado que brillaba bajo la luz de las velas.

—Hector... esto es... —traté de hablar, pero las palabras no salían. Sentía mi corazón latir con fuerza en mi pecho, abrumada por la emoción.

Hector sonrió, apretando mi mano con suavidad mientras me guiaba hacia la mesa. El ambiente era tan perfecto, tan lleno de significado, que casi no podía creer que todo esto fuera real.

—Quería que esta noche fuera especial. Porque tú eres especial para mí. Y quería que lo supieras, de una manera que nunca olvides.

—No sé qué decir... —murmuré, apenas capaz de contener la emoción que me inundaba.

—No tienes que decir nada —respondió Hector, sonriendo mientras se acercaba a la caja que estaba sobre la mesa—. Solo quiero que sepas cuánto te amo, cuánto significas para mí.

Con cuidado, tomó la caja y me la ofreció. Mis manos temblaban ligeramente mientras la aceptaba, y sentí su mirada fija en mí mientras comenzaba a desatar el lazo dorado que la envolvía. Abrí la tapa con delicadeza, y cuando vi lo que había dentro, mi corazón se detuvo por un instante.

Dentro de la caja había un pequeño cuaderno de tapa dura, decorado con imágenes de estrellas y planetas.

—Dios, es perfecto —dije, levantando la mirada.