Puentes y Barreras

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El sábado por la mañana, el sol brillaba con una intensidad inusual para la temporada, inundando Villa Verde con una luz cálida que hacía olvidar el frío del otoño. Sparta se encontraba de pie frente a su espejo, ajustando una y otra vez su camiseta, sintiendo una extraña mezcla de nerviosismo y emoción. Aunque había quedado con Raptor para explorar el pueblo, algo en esa simple actividad parecía diferente, más importante de lo que estaba dispuesto a admitir.

El sonido de un mensaje en su teléfono lo sacó de sus pensamientos. Era de Raptor:

"Estoy en la plaza. ¿Nos encontramos aquí?"

Sparta respondió rápidamente y, tras un último vistazo al espejo, salió de casa. El camino hacia la plaza no era largo, pero cada paso parecía alargar el tiempo. Se preguntaba cómo sería pasar un día completo con Raptor fuera del entorno escolar, sin las rutinas que solían marcar sus interacciones.

Cuando llegó a la plaza, lo primero que vio fue a Raptor sentado en uno de los bancos, mirando a su alrededor con curiosidad. Llevaba una chaqueta de cuero oscura que contrastaba con el entorno tranquilo del pueblo. Sus ojos, uno verde y otro rojo, parecían brillar bajo la luz del sol.

—¡Hey! —saludó Raptor al verlo acercarse, levantándose del banco con una sonrisa—. Pensé que te habías perdido.

—Solo me tomé mi tiempo —respondió Sparta, intentando sonar relajado mientras se acercaba.

—Bueno, hoy tenemos todo el tiempo del mundo. ¿A dónde quieres ir primero?

Sparta pensó por un momento, observando la calle principal de Villa Verde que se extendía frente a ellos. A su alrededor, pequeñas tiendas locales y cafés acogedores daban un aire pintoresco al lugar.

—Podríamos empezar con una caminata por el parque —sugirió finalmente—. Es uno de los mejores lugares aquí, especialmente en otoño.

—Suena bien. —Raptor se encogió de hombros, mostrando su habitual despreocupación—. Tú eres el guía, así que te sigo.

Caminaron lado a lado hacia el parque, hablando de temas triviales mientras se familiarizaban con la compañía del otro fuera de la escuela. A medida que avanzaban, Sparta no podía evitar observar a Raptor de reojo, tratando de leer sus expresiones. Había algo en la forma en que Raptor miraba a su alrededor, como si estuviera buscando algo, o tal vez tratando de encontrar su lugar en este nuevo entorno.

Cuando llegaron al parque, Sparta señaló los lugares más destacados: el lago pequeño rodeado de álamos, el puente de madera que lo cruzaba, y el sendero cubierto de hojas que serpenteaba entre los árboles.

—Es un lugar bonito —comentó Raptor mientras caminaban por el sendero—. Tranquilo.

—Sí, vengo aquí cuando necesito pensar —admitió Sparta, sintiendo que podía abrirse un poco más con Raptor—. Es un buen lugar para estar solo, pero también para compartir con alguien.

—¿Vienes solo o con alguien? —preguntó Raptor, su tono más curioso que acusatorio.

—Mayormente solo —respondió Sparta, sin apartar la vista del sendero frente a ellos—. No es que tenga muchos amigos con quienes compartir este tipo de cosas.

Raptor guardó silencio por un momento antes de responder:

—Eso es algo que tal vez deberíamos cambiar. —Su voz era suave, casi como una sugerencia, y Sparta sintió un calor inusual en su pecho.

El resto de la caminata transcurrió en una mezcla de silencios cómodos y conversaciones esporádicas. A medida que avanzaban por el parque, Sparta se dio cuenta de lo fácil que era estar con Raptor, de cómo el silencio no se sentía incómodo, sino más bien como una oportunidad para disfrutar del momento.

Cuando salieron del parque, Raptor sugirió que fueran a tomar un café en una pequeña cafetería cercana. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, desde donde podían ver la vida tranquila del pueblo pasar.

—¿Qué opinas de Villa Verde hasta ahora? —preguntó Sparta mientras removía su taza de té.

—Es diferente de lo que estoy acostumbrado —admitió Raptor, mirando su café—. Pero diferente no es malo. Me gusta la idea de estar en un lugar donde no hay tanto ruido, donde puedes escucharte pensar.

—Entiendo lo que dices —Sparta sonrió ligeramente—. A veces es bueno alejarse de todo el caos.

—Sí, aunque... —Raptor hizo una pausa, como si dudara en continuar—. A veces también extraño ese caos. Hay algo en la energía de la ciudad que me hacía sentir... no sé, más vivo, supongo.

Sparta asintió, aunque no podía compartir completamente ese sentimiento. Para él, la tranquilidad de Villa Verde era lo que le daba paz, pero comprendía que no todos lo veían de la misma manera.

—Supongo que es cuestión de adaptarse —dijo finalmente, buscando las palabras adecuadas—. Quizás encuentres algo aquí que te haga sentir de la misma manera.

Raptor lo miró fijamente, sus ojos desiguales brillando con una intensidad que hizo que Sparta se estremeciera ligeramente.

—Quizás ya lo he encontrado —dijo en un tono suave, casi como un susurro.

Sparta sintió que su corazón daba un vuelco. Antes de que pudiera responder, Raptor se recostó en su silla y cambió de tema, hablando de una película que había visto recientemente. La conversación continuó, fluyendo con la misma facilidad que antes, pero algo había cambiado. Había una nueva tensión en el aire, una expectativa que Sparta no estaba seguro de cómo manejar.

Cuando terminaron su café, salieron de la cafetería y caminaron de regreso hacia la plaza, donde se habían encontrado por la mañana. El sol comenzaba a bajar, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y dorados.

—Gracias por mostrarme el pueblo —dijo Raptor mientras se detenían en la entrada de la plaza—. Fue un buen día.

—Lo fue —respondió Sparta, sintiendo una mezcla de emociones que no lograba definir.

Raptor lo miró por un momento, como si estuviera considerando decir algo más, pero finalmente solo sonrió y le dio un ligero golpe en el brazo.

—Nos vemos el lunes, entonces.

—Sí, nos vemos. —Sparta lo observó alejarse, sintiendo una extraña mezcla de alivio y decepción.

Mientras caminaba de regreso a casa, Sparta no podía dejar de pensar en lo que había sucedido ese día. Sabía que algo había cambiado entre ellos, que la amistad que había comenzado a forjarse estaba tomando un camino diferente. Pero no estaba seguro de qué significaba eso, ni de cómo se sentiría al respecto.

Una cosa era segura: Raptor había traído algo nuevo a su vida, algo que estaba comenzando a desmoronar las barreras que había levantado a su alrededor. Y aunque eso lo asustaba, también lo emocionaba de una manera que no había sentido antes.

El futuro, pensó Sparta, estaba lleno de posibilidades, y por primera vez en mucho tiempo, estaba ansioso por descubrirlas.

Colores Opuestos (Spartor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora