El Peso de las Expectativas

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El martes amaneció con un cielo gris y una ligera llovizna que cubría la ciudad. Los estudiantes de Villa Verde se movían bajo sus paraguas, protegiéndose del frío y la humedad. Sparta, por su parte, se apresuraba hacia la entrada de la escuela, sintiendo el peso de sus pensamientos mezclarse con la monotonía de la mañana invernal. Desde su última conversación con Raptor, Sparta había estado lidiando con una mezcla de emociones que no lograba comprender del todo.

No podía negar lo que sentía. Cada vez que veía a Raptor, su corazón latía con fuerza, y había una calidez en su pecho que no sentía con nadie más. No era solo amistad, lo sabía bien. Era algo más profundo, algo que crecía cada vez que estaban juntos.

Al entrar al edificio, sus pensamientos se detuvieron cuando vio a Raptor esperándolo junto a los casilleros. La sonrisa despreocupada de Raptor, la forma en que su cabello caía sobre sus ojos de diferentes colores, todo en él hacía que Sparta sintiera esa calidez otra vez.

—Parece que el clima no está de nuestro lado hoy —comentó Raptor mientras sacudía algunas gotas de agua de su chaqueta.

Sparta sonrió, tratando de mantener la compostura a pesar del tumulto en su interior.

—No, pero al menos estamos a salvo aquí adentro.

Caminaron juntos hacia sus respectivas aulas, como ya era costumbre. Pero esta vez, Sparta estaba más consciente que nunca de la proximidad de Raptor, de la forma en que sus manos casi se rozaban al caminar uno junto al otro. Había una tensión en el aire que solo él parecía notar, una tensión que lo hacía cuestionar cada palabra que decía.

—¿Qué tal si nos encontramos en la biblioteca otra vez después de clases? —preguntó Raptor de repente—. Tengo una idea para un pequeño proyecto.

Sparta lo miró, tratando de no dejar que sus emociones se reflejaran en su rostro.

—¿Un proyecto? ¿De qué tipo?

—No te preocupes, no es nada complicado. Solo pensé que podríamos investigar un poco más sobre la historia de Villa Verde. —Raptor hizo una pausa, como si considerara algo más antes de añadir—. Me gustaría hacerlo contigo.

Esas últimas palabras resonaron en Sparta de una manera que no esperaba. No era solo la invitación lo que le importaba, sino la manera en que Raptor lo había dicho. Como si realmente quisiera compartir ese tiempo con él, como si hubiera algo especial en estar juntos.

—De acuerdo —respondió finalmente Sparta, tratando de sonar casual—. Nos vemos allí después de clases.

El día transcurrió en una especie de neblina para Sparta. No podía concentrarse del todo en las clases, su mente siempre volvía a Raptor, a lo que sentía por él. Había pasado gran parte del tiempo tratando de ignorar esos sentimientos, convenciéndose de que solo eran un malentendido, una confusión. Pero después de todo lo que habían compartido, ya no podía negar lo que era evidente.

Cuando finalmente sonó el timbre del final de la jornada, Sparta se dirigió directamente a la biblioteca. Raptor ya estaba allí, sentado en la misma mesa de siempre, con un par de libros abiertos frente a él. Al ver a Sparta llegar, una sonrisa cálida se dibujó en el rostro de Raptor.

—¡Llegaste justo a tiempo! —exclamó Raptor, señalando la silla junto a él—. Pensé que podrías haberte arrepentido.

—No, para nada —respondió Sparta, sintiendo que su corazón se aceleraba solo por estar cerca de él.

Se sentó junto a Raptor, y durante un momento, se quedaron en silencio, simplemente disfrutando de la compañía del otro. Pero aunque las palabras no se decían, la tensión entre ellos era palpable. Sparta podía sentir la electricidad en el aire, una energía que parecía crecer con cada segundo que pasaba.

—He estado leyendo sobre la fundación del pueblo —dijo Raptor finalmente, rompiendo el silencio—. Parece que hay muchas historias sin resolver, cosas que la gente no suele mencionar. Me pregunto por qué.

Sparta miró el libro que Raptor le deslizó, pero su mente estaba en otro lugar. Aunque trataba de concentrarse en las palabras de Raptor, sus pensamientos volvían una y otra vez a lo que sentía. Estaba tan cerca de Raptor, y sin embargo, la distancia entre lo que quería decir y lo que realmente decía parecía enorme.

—Supongo que podría ser interesante descubrir algunos secretos —dijo finalmente, más como un intento de mantener la conversación que por verdadero interés.

Raptor pareció notar su distracción, pero no dijo nada al respecto. En lugar de eso, continuó hablando sobre lo que había encontrado, compartiendo teorías e ideas. Pero a medida que pasaba el tiempo, la conversación comenzó a girar hacia un terreno más personal.

—¿Crees que todos tenemos secretos? —preguntó Raptor de repente, mirándolo fijamente.

Sparta sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en la forma en que Raptor lo miraba que hacía que sus defensas se desmoronaran.

—Sí, creo que sí —respondió con honestidad—. Algunos secretos son más difíciles de ocultar que otros.

Raptor asintió, su mirada volviendo a los libros frente a él.

—A veces, esos secretos son lo que más nos define. Incluso si intentamos ignorarlos, siguen ahí, afectando todo lo que hacemos.

Sparta supo en ese momento que Raptor estaba hablando de algo más que historia, algo que también lo afectaba a él. Quería preguntar, quería saber más, pero también sabía que sus propios secretos estaban al borde de ser revelados.

La conversación se desvió hacia temas más ligeros, pero la tensión entre ellos no desapareció. Sparta sentía como si estuviera caminando sobre una cuerda floja, siempre al borde de decir lo que realmente sentía, pero sin atreverse a dar el paso.

Al salir de la biblioteca esa tarde, Sparta ya no sentía el peso de sus secretos. Sabía que el camino que tenían por delante no sería fácil, pero también sabía que no estaría solo. Raptor estaba a su lado, y juntos, enfrentarían lo que viniera.

Colores Opuestos (Spartor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora