En la Frontera

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El miércoles llegó con un cielo despejado que parecía burlarse del frío persistente. Sparta se encontraba en la escuela, atravesando el día con la sensación de que el ambiente a su alrededor se había vuelto más intenso y complicado. A pesar de que el sol brillaba, había una sombra persistente en sus pensamientos, una que tenía que ver con lo que sentía por Raptor.

Durante la clase de historia, Sparta trató de concentrarse en el material que el profesor estaba cubriendo, pero su mente vagaba hacia la última conversación que había tenido con Raptor en la biblioteca. La intensidad de sus emociones se hacía más clara a cada momento, y el deseo de entender sus propios sentimientos solo aumentaba.

En el receso, Sparta se encontró con Raptor en el patio. Ambos se dirigieron a su rincón habitual, un lugar en el que solían conversar sin ser interrumpidos. El sol brillaba cálidamente sobre ellos, pero para Sparta, la calidez del día palidecía en comparación con la calidez que sentía en la presencia de Raptor.

—Hoy hace buen tiempo —comentó Raptor, tomando asiento en una banca cercana—. Me alegra que no tengamos lluvia para cambiar un poco el ambiente.

—Sí, es agradable —respondió Sparta, tratando de sonar natural mientras se sentaba junto a él.

Un silencio cómodo se instaló entre ellos, uno en el que Sparta podía sentir la presencia de Raptor más que nunca. Aunque no hablaban, había una conexión silenciosa, una comprensión tácita que ambos compartían. Sin embargo, esa misma conexión también traía consigo una presión inusual, un peso que Sparta no estaba seguro de cómo manejar.

—¿Qué piensas sobre el proyecto de historia? —preguntó Raptor de repente, sacándolo de sus pensamientos.

—Creo que es interesante —dijo Sparta, sintiendo que sus palabras no reflejaban completamente su estado emocional—. Nunca me había dado cuenta de lo mucho que hay por descubrir sobre Villa Verde.

Raptor asintió, su mirada fija en un punto indefinido en el horizonte.

—Sí, hay mucho que no se dice. A veces, siento que estamos en la frontera de algo importante, como si estuviéramos al borde de descubrir algo que cambiará nuestra perspectiva.

Sparta sintió que las palabras de Raptor eran una metáfora para sus propios sentimientos. Sabía que estaban explorando algo más profundo, algo que no podían definir con claridad aún. Había una frontera entre ellos, un espacio que estaba cargado de promesas y temores.

—¿Te ha pasado alguna vez que sientes que estás tan cerca de entender algo, pero no logras dar el paso final? —preguntó Sparta, sin mirar a Raptor.

Raptor lo miró, sus ojos de diferentes colores reflejando una mezcla de curiosidad y empatía.

—Sí, a menudo. Creo que a veces tenemos miedo de lo que podríamos descubrir si cruzamos esa frontera. Puede ser más fácil quedarse en la seguridad de lo conocido, incluso si sabemos que hay algo más allá.

Las palabras de Raptor resonaron en Sparta. Sabía que estaban hablando de más que solo historia. Había una barrera entre ellos, una que Sparta sentía que estaba empezando a desmoronarse, pero que aún no había sido cruzada.

—¿Y qué hacemos cuando sentimos que estamos al borde de algo grande? —preguntó Sparta, intentando mantener su voz firme.

—A veces, debemos ser valientes —respondió Raptor—. Enfrentar lo desconocido puede ser aterrador, pero también puede llevarnos a lugares que nunca imaginamos.

El timbre del receso interrumpió la conversación, y ambos se levantaron, volviendo a sus clases. Sparta sintió una mezcla de decepción y esperanza. Habían tocado algo profundo, pero no lo habían completado. Sabía que su relación estaba en la frontera de algo importante, algo que debía ser explorado con valentía y honestidad.

La tarde pasó con una sensación de inquietud que no podía sacudirse. La clase de ciencias fue una distracción bienvenida, pero la idea de lo que se avecinaba continuaba persistiendo en su mente. Cada interacción con Raptor parecía estar cargada de significado, cada mirada, cada palabra, como si estuvieran construyendo algo invisible pero tangible.

Al final del día, Sparta se dirigió al club de literatura donde Raptor estaba esperando. El club había decidido realizar una lectura en grupo, una actividad que solían disfrutar. Pero esa tarde, Sparta estaba ansioso, sus pensamientos aún en el borde de lo desconocido.

—Hola —saludó Sparta al entrar.

—Hola, ¿cómo estuvo tu día? —preguntó Raptor, con una sonrisa amistosa que hizo que el corazón de Sparta diera un vuelco.

—Un poco largo, pero bien. Estoy listo para la lectura —respondió Sparta, aunque sus palabras no ocultaban del todo su inquietud.

Se sentaron juntos en el rincón habitual del club, rodeados por otros estudiantes que estaban igualmente emocionados por la lectura. Mientras las palabras de la historia se desplegaban, Sparta sentía que la tensión entre él y Raptor se hacía más palpable, más intensa. Cada vez que sus manos se rozaban, cada vez que sus miradas se encontraban, la conexión entre ellos parecía fortalecerse.

La lectura terminó y el club comenzó a desintegrarse, los estudiantes comenzando a despedirse. Sparta y Raptor se quedaron unos momentos más, disfrutando de la calma que seguía a la actividad.

—¿Te gustaría dar un paseo? —preguntó Raptor, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos.

Sparta asintió, su corazón latiendo con anticipación. Salieron del edificio, caminando bajo las luces que comenzaban a encenderse en el anochecer. Mientras caminaban juntos, Sparta sintió que estaba en la frontera de algo grande, algo que podría cambiar su relación para siempre.

—Gracias por acompañarme —dijo Sparta, sintiendo que el aire estaba cargado de posibilidades.

—Siempre es un placer —respondió Raptor, su sonrisa sincera.

Mientras caminaban bajo el cielo estrellado, Sparta se dio cuenta de que, aunque aún no entendía completamente lo que sentía, estaba dispuesto a enfrentarlo. Raptor estaba a su lado, y juntos, estaban listos para explorar lo desconocido, para cruzar la frontera que los separaba de una verdad que solo ellos podían descubrir.

Colores Opuestos (Spartor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora