Momentos Compartidos

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El sábado llegó con una promesa de sol radiante. Sparta se despertó temprano, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo por el día que pasaría con Raptor en el mercado. Preparó rápidamente un desayuno ligero y se vistió con algo cómodo pero especial, sabiendo que el día sería memorable.

Al llegar al mercado, Sparta vio a Raptor esperándolo cerca de la entrada. Raptor estaba vestido con una camiseta color azul claro que resaltaba con el sol. Al ver a Sparta, su rostro se iluminó con una sonrisa cálida.

—¡Hola! —dijo Raptor, avanzando para saludar a Sparta con un abrazo amistoso—. ¡Qué bueno verte!

—¡Hola! —respondió Sparta, devolviendo el abrazo con entusiasmo—. Estoy listo para explorar el mercado.

Raptor asintió y, juntos, comenzaron a recorrer los puestos del mercado. El lugar estaba lleno de colores vibrantes, aromas tentadores y una variedad de sonidos que creaban una atmósfera animada. Los puestos estaban llenos de frutas frescas, artesanías y comidas deliciosas.

—Mira esto —dijo Raptor, señalando un puesto que vendía una variedad de dulces artesanales—. ¿Te gustaría probar algo?

Sparta se acercó al puesto, su curiosidad despertada.

—Claro, parece interesante. ¿Qué me recomiendas?

Raptor examinó los dulces y eligió un par de opciones.

—Vamos a probar estos. Son caramelos artesanales y parece que son bastante populares aquí.

Tomaron los dulces y los probaron, riendo mientras el sabor dulce y ligeramente ácido estallaba en sus bocas.

—¡Están buenísimos! —exclamó Sparta, con una sonrisa—. Me alegra que hayas encontrado este lugar.

Continuaron paseando por el mercado, probando diferentes comidas, desde empanadas recién horneadas hasta jugos naturales y refrescantes. Se detuvieron en un puesto de flores, donde Raptor eligió un ramo pequeño de girasoles y se lo ofreció a Sparta.

—Pensé que te gustaría —dijo Raptor, sonriendo tímidamente.

Sparta recibió las flores con una sonrisa brillante.

—Son preciosas. Gracias, Raptor.

El día avanzó y ambos disfrutaron de cada momento compartido. Se detuvieron a escuchar a un grupo de músicos callejeros y bailaron juntos, dejando que la música y la alegría del momento los envolvieran. La tarde pasó volando mientras conversaban, reían y exploraban juntos.

A medida que el sol empezaba a ocultarse, decidieron sentarse en un pequeño café al aire libre del mercado para descansar y disfrutar de una bebida. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, observando el bullicio del mercado mientras charlaban.

—Este ha sido un día increíble —dijo Sparta—. Me alegra mucho que hayamos hecho esto juntos.

—Sí, ha sido genial —respondió Raptor—. He disfrutado cada momento. Me encanta cómo podemos compartir estos momentos y hacer que sean especiales.

Sparta lo miró con una sonrisa sincera.

—Yo también. Hay algo especial en estar aquí contigo, disfrutando de las cosas simples de la vida.

Raptor se inclinó hacia adelante, su expresión seria pero llena de cariño.

—Sabes, he estado pensando en cómo todo ha cambiado desde que estamos juntos. Es como si todo tuviera más color y significado.

Sparta lo miró a los ojos, sintiendo la misma profundidad de sus sentimientos.

—Yo siento lo mismo. Cada día contigo es como un nuevo descubrimiento, y me siento muy afortunado de compartir estos momentos contigo.

Raptor tomó la mano de Sparta, su contacto cálido y reconfortante.

—Me alegra que sintamos lo mismo. Esto, lo que tenemos, es realmente especial.

El camarero llegó con las bebidas, interrumpiendo brevemente la conversación. Se sirvieron y brindaron por el día maravilloso que habían pasado juntos.

—Por muchos más días como este —dijo Raptor, levantando su vaso.

—¡Salud! —respondió Sparta, chocando su vaso con el de Raptor.

Después de disfrutar de las bebidas y de algunas últimas risas, se levantaron para regresar a casa. El mercado se estaba vaciando, y la noche se acercaba. Caminaban lentamente, tomados de la mano, disfrutando del ambiente tranquilo.

Al llegar a la puerta de su casa, Sparta miró a Raptor con una sonrisa cálida.

—Gracias por un día tan increíble —dijo Sparta—. Ha sido perfecto.

—De nada —respondió Raptor, devolviendo la sonrisa—. Yo también me lo pasé genial. Nos vemos mañana.

Se despidieron con un breve pero significativo beso, lleno de ternura y cariño. Mientras Sparta entraba en su casa, se sentía satisfecho y feliz, sabiendo que su relación con Raptor estaba creciendo y fortaleciéndose con cada día que pasaba. El día había sido perfecto, y estaba ansioso por ver qué les depararía el futuro.

Colores Opuestos (Spartor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora