Un anciano postrado en un vieja y corroída mecedora que danza al son de los viento que bajan de los altos de la montaña, mesen su escasa y canosa melena. Sus ropas sucias manchadas de pintura me recuerdan a un joven que conocí hace unos años, un joven con mirada triste, un joven con grandes sueños pero hoy esta aquí postrado sobre aquel mecedor. Todo en esta vida tiene su principio y su fatídico final, el solo espera con ancianas ese día en que la luz escape de sus ojos y el viento barra con el polvo de su habitación y el dolor de su alma.
Su casa se cae ha pedazos un joya arquitectónica deteriorada por los vientos en medio del desolado paraje al pie de la montaña, como un oasis de civilización entre tantos y tantos prados y arboles verdes. La casa huele mal, solo se respira ese aroma ha aguarrás y muebles viejos. Un emparedado a medio comer con varios días de descomposición se encuentra sobre la mesa, las cucarachas se esparcen libremente sobre los restos de comida en los trastes sucios del fregadero.
Una tele vieja de pantalla LED se encuentra polvorienta sobre un mueble comido por la polilla, libros y mas libros están regados por doquier entre la sala y el pasillo al comedor... una escalera de cristal con astillas apenas cumple su función para subir al segundo piso. Arriba la puerta del baño se encuentra abierta, solo observo el sarro negro del azulejo del fondo y un espejo corroído por la humedad. La puerta de madera de la habitación principal tiene su chapa, al abrirla hay una cama llena de trapos, un viejo ropero y pinceles sucios en el buro. Las paredes se están cayendo, las cuarteadoras se extienden por mi cabeza no se aun como estas cuatro paredes han aguantado. Las habitaciones pequeñas están cerradas pero el silbido del viento se escucha detrás, probablemente una ventana abierta. Al final del pasillo se encuentra la habitación mas grande de todas un un viejo y sucio estudio. Veo maquetas de formas violentas, cuadros acabados y a medio pintar, tubos de oleos tirados en el piso, paletas comidas por la humedad y ese horrible olor a esencia de trementina y aguarrás. Los cuadros son de diferentes temas paisajes, retratos, bodegones, desnudos, obras surrealistas y cubistas, hay tamaños grandes y pequeños... pero uno en especial destaca por su gran tamaño
un lienzo de 2 por 3 tapado por una manta.
El sol esta por ocultarse, el anciano esta pronto a descansar toma su cuaderno y el bastón y a paso sereno empieza su camino a su casa, lagrimas caen de sus ojos no soporta mas la existencia terrenal. Entre a su joya que llamaban minimista simple forma fría y carente de emoción, se dirige a la escalera mientras empuja los libros tirados en el suelo, se detiene para contemplar una vieja fotografía tomada hace tiempo, el recordaba bien el nombre de aquella fotógrafa. Un suspiro de nostalgia salio de su pecho. continuo su marcha hacia las escaleras mientras sentía como el naranja que iluminaba la habitación tornaba a un azul cadmio, tomo de la bolsa de su pantalón un vieja vela e interrumpió su marcha para prender aquella vela. Retomo su camino y emprendió la subida de aquellas ridículas escaleras, esquivando las astillas subió a paso lento esa mofa al sentido común y en tono de burla hace un comentario... "debí hacer el peralte mas alto". Siguió su asaña subiendo aquellas escaleras asta que llego a la parte de arriba cansado y agotado cerro la puerta del baño y siguió de largo hacia el estudio... pero detuvo en las habitaciones pequeñas... donde risas de niños habían sonado hace años, lagrimas caen de su rostro, el hombre lanza un quejido de dolor... y sombras del pasado parecen llenar la paredes de imágenes aterradoras donde el sonar de los disparos le arrebataron sus dos grande tesoros. El anciano callo al piso y entre lagrimas de impotencia solo le reclamaba al cielo. Puso de pie a duras penas y siguió su camino al estudio. Al abrir la puerta observo una pareja joven que entre risas pintaban. La mujer era hermosa, y el hombre la miraba con ternura desde la esquina de aquel estudio, ella lo miraba y con una sonrisa se comunicaban.
Las imágenes del pasado pueden ser tan reales que cuesta discernir entre lo que es real y lo que no lo es. Los jóvenes se disiparon como fantasmas y el anciano con una sonrisa, se adentro al estudio pero su sonrisa desvaneció al mirar aquel enorme cuadro. Los fantasmas volvieron una mujer sollozaba ante el cuerpo de dos infantes, y un frasco de pastillas fue su mejor medicina.
el anciano callo al piso, gritando de dolor y pidiéndole cuentas al señor, exigiéndole una explicación de que por que aquellos que aman con pasión, se les paga con una vida de dolor. El anciano coge de la esquina la sabana y jala con fuerza dejando descubierta aquel cuadro. el anciano contempla con asombro aquella obra maestra donde solo puede describir aquellos ojos que lo contemplaron. El anciano cierra la puerta del estudio, una silla cae al piso... y ese puerta no se volvió abrir jamas.