Con cada día que pasaba, las amenazas se intensificaban. Felix y Hyunjin sabían que el tiempo se estaba agotando, y que pronto tendrían que enfrentarse a la familia de Hyunjin de una vez por todas. La tensión entre ellos era palpable, pero también había una determinación compartida que los mantenía unidos.
Una noche, mientras revisaban su plan de escape, Hyunjin se detuvo de repente, su rostro grave.
Hyunjin: Felix, si algo sale mal... si no logramos salir de esto... quiero que sepas que eres lo mejor que me ha pasado. Lamento haberte involucrado en mi vida, pero no me arrepiento de haberte conocido.
Felix sintió que su corazón se encogía, pero no dejó que el miedo lo dominara.
Felix: No vamos a fallar, Hyunjin. Salgamos de esta juntos. Lo hemos superado todo hasta ahora, y lo seguiremos haciendo. No quiero pensar en un 'si'... solo en 'cuando'.
Hyunjin asintió, agradecido por la fuerza de Felix. Aunque las circunstancias eran difíciles, el hecho de que estaban juntos lo hacía sentir que valía la pena seguir luchando.
Al día siguiente, recibieron un mensaje inesperado. El hombre que les había prometido ayuda les informó que la familia de Hyunjin estaba planeando un movimiento grande, uno que podría atraparlos para siempre si no actuaban rápidamente. Tenían que ir a la guarida de la familia y confrontarlos antes de que fuera demasiado tarde.
Esa noche, Felix y Hyunjin se dirigieron al lugar indicado, conscientes de que esta podría ser su última oportunidad para liberarse. El edificio al que llegaron era imponente, lleno de recuerdos oscuros para Hyunjin. Pero esta vez, no estaba solo. Felix estaba a su lado, decidido a apoyarlo.
Felix: No tienes que hacer esto solo, Hyunjin. Estoy contigo.
Hyunjin le dio una mirada llena de gratitud antes de empujar la puerta para entrar en lo que parecía un desafío imposible.