Capítulo 10

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Según internet, Chicago tiene casi tres millones de habitantes. Si añades los pueblos de las afueras, somos nueve millones. ¿Qué posibilidades hay de que Beau estuviera en el mismo lugar, a la misma hora, viendo el mismo concierto el día anterior al que me he quedado atrapado? ¿La noche anterior al día en que ambos nos quedamos atrapados? El concierto de The Wrinkles tiene que estar relacionado con mi bucle temporal.

Su bucle temporal.

Nuestro bucle temporal.

Después de decidir que no me pienso tirar el resto de la noche en la azotea de los cines Splendid, me rindo y vuelvo a Rosedore, porque si Beau ha estado desaparecido todo el día, ¿por qué iba a venir ahora al cine? Entro en la autopista con el coche del señor Zebb y conduzco al oeste, hacia la puesta de sol. Los rascacielos de la ciudad se encogen a mi espalda en el retrovisor. El cielo tiene franjas rosas y azules como el algodón de azúcar y no recuerdo haberlo visto nunca tan espectacular, a pesar de haber contemplado cómo se ponía exactamente de idéntica forma 311 veces. Ojalá Beau estuviera a mi lado para compartir conmigo el atardecer.

Mi móvil vibra en el portavasos. Me inclino y veo que es papá quien me llama.

Mi primer impulso es ignorarlo, como hago siempre que me aparto de la rutina y mi familia entra en pánico. Pero al ver la pantalla iluminada con su nombre, me doy cuenta de lo mucho que le echo de menos.

Papá tiene una tienda de instalaciones y reparaciones de aire acondicionado, así que un día tan caluroso como hoy básicamente está trabajando a destajo. Ir a verle a última hora de la tarde no suele merecer la pena, porque está insoportable, completamente agotado, y no se percata de que ahora mismo ese es el único estado de ánimo en el que le veo. Así que solo le visito cuando realmente le echo de menos.

Además, cuanto más tiempo paso en el bucle temporal, más surrealista me resulta ir a la casa donde vivíamos. Para mamá y Blair, acabamos de mudarnos de ahí, pero para mí es un viaje nostálgico al pasado, un recuerdo de lo que fue mi vida y lo que podría ser si las cosas hubieran sido distintas.

Ni siquiera recuerdo la última vez que charlé con papá; no me importaría escuchar su voz. Sobre todo ahora, que estoy hundido después de no haber conseguido encontrar a Beau en toda la tarde.

Así que decido contestar.

—Hola, papá.

—Clark —⁠dice, suspirando de alivio⁠—. Gracias a Dios.

⁠—¿Ha descolgado? —⁠jadea Blair al fondo⁠—. ¿Sigue vivo?

Un segundo.

⁠—¿Estás con Blair? —⁠le pregunto.

—Y con tu madre —⁠responde papá⁠—. Estamos los tres conectados.

Aparto el teléfono y suelto un resoplido frustrado.

Algunos días que me desvío de la rutina, mamá y papá sincronizan —⁠a regañadientes⁠— sus esfuerzos por encontrarme. Y hay veces que, como hoy, se me olvida que eso puede suceder.

—Te oigo por el altavoz, Clark —⁠interviene mamá⁠—. Tu padre ha hecho un trío por Zoom...

Blair finge una escandalosa arcada.

—Mamá, es una llamada a tres, no un trío por Zoom. Puaj.

—Clark —⁠papá corta la perorata de mi hermana⁠—, por favor, confírmanos que estás bien.

—Sí —⁠suspiro⁠—. Confirmo que soy yo, que estoy bien. Estoy conduciendo de vuelta a Rosedore ahora mismo.

⁠—¿En qué coche? —⁠pregunta mamá. Su voz pasa de aliviada a acusadora en un abrir y cerrar de ojos.

Drops of Time TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora