CAPITULO 2

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EVIE

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EVIE

—Gracias por venir hoy, mis padres estarían muy agradecidos. — Hablo hacia los invitados del funeral, que prácticamente es todo el pueblo. Pueblo Ondina es un lugar muy pequeño, lo suficiente para que hables con todos sus habitantes como mínimo una vez en la vida. Desde que me fui no han venido muchas personas a vivir aquí, apenas veo dos o tres caras que no reconozco.

Durante casi diez minutos, doy un largo discurso que me preparé en el tren de camino hacia aquí. En él, menciono algunas anécdotas de mis padres, como cuando mamá se pasó haciendo pasta y alimentó a la mitad del vecindario, papá asustando a los niños pequeños cuando hacíamos el campamento infantil de verano, cómo siempre que peleaban acababan exigiendo un beso a pesar de todo, como me encantaba hacer galletas con ambos para las fiestas del pueblo....

Como es evidente, termino el discurso llorando, y Margarita, una de mis vecinas más cercanas, se acerca a tomar mi mano.

— Ven cielo, siéntate. — Da un ligero apretón a mi mano y me hace caminar hasta los bancos de la iglesia mientras el cura me toma la palabra.

— Gracias. — Le digo flojito, y ella me sonríe, sin soltar mi mano durante todo el funeral.

Cuando todo termina, desde el banco observo como varios invitados se acercan a hablar con mis padres, como varios lloran y otros simplemente se levantan y se marchan, pero yo me quedo ahí, observando. Margarita se despide de mí tras un rato y yo le sonrío en agradecimiento por su apoyo, o al menos, lo intento.

Cuando ya no queda nadie mas que el cura, este me mira unos segundos antes de apartarse del lugar también, dándome algo de privacidad. Me levanto con cuidado y me acerco a los ataúdes.

— Mamá. — La llamo en voz alta. — Lo siento. Yo debí estar aquí, yo... — Miro ahora al de mi padre. — Lo siento mucho, de verdad. — Mi voz tiembla y debo pestañear varias veces para poder ver con claridad. — Os amo.

	Enciendo un cigarro cuando me apoyo en la ventana de mi habitación y miro el paisaje

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Enciendo un cigarro cuando me apoyo en la ventana de mi habitación y miro el paisaje. Estoy en primera línea de playa, en una zona poco transitada, así que las vistas son espectaculares. Saco mi teléfono y marco a mi mejor amiga.

— Jenna al habla, ¿Cómo te va entre cabras y ovejas, Evie?

— Es un pueblo costero, no de granjas, idiota. — rio ligeramente ante la broma. — ¿Todo bien por allí? ¿Ezra se ha metido en algún lío nuevo?

— Le has dejado sin supervisión, ¿tú que crees?

— ¿Qué ha hecho ahora? — inhalo profundamente el humo del cigarro y lo dejo salir después..

— ¿Te acuerdas de Gabriel? ¿Su ex? Bueno, anoche después de beber fue a su casa.

— ¿¡Qué?!

— Calla calla, no fue a lo que piensas. ¡Le ha robado el gato!

Eso me saca una pequeña risa.

— ¿Tú cómo vas? Hoy ha sido el funeral, ¿Cierto? ¿estás bien?

Me quedo en silencio unos segundos antes de contestar. — Bien, creo. Bueno, todo lo "bien" que se puede estar. Ya me entiendes.

— Si, lo entiendo... ¿Pero quieres hablar del tema?

— No sé, simplemente es... raro. Mi casa siempre ha estado llena de ruido, literalmente solo se nos escuchaba a nosotros en toda la calle, y ahora... Joder, Jenna, no sabes lo agobiante que es esto. — Aprieto el marco de la ventana, intentando calmarme, y apago el cigarro

— Lo sé, Evie. Este momento debe ser muy difícil para tí, pero no estás sola, ¿si? Yo y Ezra estamos aquí, y cuando vuelvas te daremos la dosis necesaria de helado y mimos.

— Aún me quedan varios días aquí... Una semana mínimo, y teniendo suerte de vender la casa en ese tiempo.

— ¿Aún quieres venderla?

— Jenna, esta casa, sin ellos, es... — No soy capaz de terminar la frase.

— Lo entiendo, pero deberías pensar en eso en otro momento. Es la casa donde te criaste, quizá después te arrepientes. Espera unos días y ahí decide si la vendes o no, ¿vale?

Me quedo unos segundos pensando, cuando la misma sensación del día anterior aparece. Alguien me está mirando, y esta vez, puedo devolverle la mirada. Esta demasiado lejos, pero puedo atisbar unos ojos profundamente azules desde el fondo del mar.

— Hay una rarita en el agua.

— No me cambies de tema. — Me regaña.

— No no, en serio, estoy viendo a una tia metida en el agua en pleno Octubre.

— Si es feliz, déjala. — Le resta importancia al asunto y sigue hablando del tema anterior. — Prométeme que no harás nada ahora en caliente.

— Te lo prometo pero en serio me estoy rayando, me está mirando la del agua.

— ¡Porque tú también la estás mirando!

— ¡Ella ha empezado! — Respondo mientras me aparto de la ventana y pongo la cortina.

— Lo que sea, ahora ve a descansar, yo me voy a casa de Ezra a ver a BartholoMiaw.

— ¿El gato se llama así? — Río por el nombre, sentándome en mi cama.

— Así lo llama Ezra, pero me imagino que el nombre legítimo de ese gato no es BartholoMiaw.

— Mándame fotos. — Le pido.

— Lo haré. Te queremos, Evie, si necesitas algo nos haces videollamada.

— Yo también te quiero. 

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