╸Una mudanza es un proceso complicado, especialmente para la persona que se muda. Alek, un chico de dieciséis años, recibe la noticia de que se mudará a otro país junto con su tío, quien lo cuida. Alek no tiene más opción que aceptar el cambio. Sin...
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El brillo de la luna iluminaba las calles, creando un ambiente tranquilo y silencioso. No había mucha gente caminando ni autos circulando por el lugar, lo que resultaba agradable para el chico que transitaba por la calle. El chico llegaba exhausto de la tienda, había corrido para llegar antes de que cerrara, en su mano llevaba una bolsa con las cosas que su tío le había pedido comprar y no era mucho, solo eran unas cuantas cosas para cocinar.
No estaba lejos, pero aún así corrió, consciente de que si regresaba a casa con las manos vacías, su tío podría reprenderlo golpeándolo en la cabeza por no haber comprado nada, lo que significaría quedarse sin cena. Además, también sería culpa del mayor por no haberle pedido más cosas con anterioridad. Estaba a punto de llegar a casa cuando algo detuvo al chico.
─Mierda, la maldita nota ─se acordó el chico.
Hoy el chico no había tenido un buen día en absoluto. Mientras estaba en la escuela, dos chicos se le acercaron y comenzaron a molestarlo, insultándolo y llamándolo "marica" por llevar el cabello un poco largo. A pesar de que el chico no les prestaba atención y no le importaba lo que dijeran, uno de ellos cruzó la línea al jalarle un mechón de cabello, lo que casi termina enviándolo al hospital. El joven detesta que lo toquen, incluso un solo cabello, y si lo hacen a propósito, su ira hacia esa persona es intensa, llegando incluso a desearle la muerte, como ocurrió con el chico que le jaló el cabello. Al final, terminó en la oficina del director no solo por su reacción, sino también por algo que hizo antes de ser llevado allí.
Antes de ser llevado a la dirección, una profesora presenció la escena y intervino para detener al chico, logrando calmar la situación. Al preguntar qué había sucedido, uno de los agresores decidió mentir, culpando al chico que en realidad estaba siendo molestado. Esta mentira enfureció al chuco, quien, sin pensarlo, agarró un libro e intentó arrojárselo al mentiroso, pero accidentalmente golpeó a la profesora en lugar de alcanzar a su objetivo. Esta acción también contribuyó a que fuera llevado a la dirección.
La directora finalmente le entregó una nota al chico para que su tío la firmara, advirtiéndole que si volvía a ocurrir algo similar, sería expulsado de la escuela. El joven no le dio mucha importancia a la advertencia, solo un poco preocupado por la reacción que tendría su tío al enterarse del gran lío en el que se metió simplemente por el incidente del mechón de cabello. Es muy probable que su tío le regañe por ello o incluso le dé un golpe en la cabeza diciéndole "que sea la última vez", esa reacción era muy posible.
Llegó a la puerta de su casa, sacó la llave de su bolsillo y entró. Se dirigió hacia la cocina, donde encontró a su tío cocinando. Dejo la bolsa en la mesa y estaba por subir las escaleras para ir a su habitación, pero la voz de su tío lo detuvo.
─¿Compraste lo que te pedí? ─preguntó el mayor sin voltear a verlo.
─Si lo hize ─respondió el chico.
Después de que su tío dejó de hablar, el chico subió las escaleras y entró en su habitación. Tomó su mochila y comenzó a buscar entre sus cuadernos la nota que le había dado la directora, pero no lograba encontrarla, lo que lo puso en alerta al pensar que la había extraviado. Sin embargo, logró calmarse al descubrir la nota en el bolsillo de la mochila. La tomó entre sus manos y la observó durante unos segundos, exhalando un suspiro antes de salir de la habitación. Bajó las escaleras y encontró a su tío todavía en la cocina, acercándose lentamente hacia él.
─Ten ─hablo extendiéndole la nota a su tío.
Su tío miró la nota y luego lo miró a él. Dejó de hacer lo que estaba haciendo, tomó la nota, la observó brevemente y comenzó a leerla. El chico observaba atentamente cómo su tío leía la nota, convencido de que recibiría un golpe sin lugar a dudas. Después de soltar un largo suspiro y mirar a su sobrino, finalmente ocurrió lo que esperaba: recibió un golpe en la cabeza. Aunque esta vez fue un golpe suave, algo que sorprendió al chico, pero no le dio mucha importancia.
─¿Qué fue lo que hiciste Alek? ─preguntó su tío en idioma ruso, al para ser estaba un poco molesto.
─Solo golpee a un chico, y también lastime a una profesora ─respondió Alek agachando su mirada para no ver la cara molesta de su tío.
─¿Lastimaste a una profesora? ─volvio a preguntar sorprendido.
─Eso fue un accidente, no quería que ella resiviera el libro en la cara ─subió su mirada para ver a su tío y noto que seguía molesto.
Ya ninguno de los dos hablo, el mayor miraba a su sobrino molesto por lo que hizo, volvió a soltar un largo suspiro.
─En el mueble de allá hay un lapicero, traemelo ─hablo en inglés, señalando el mueble que estaba en la sala.
Alek volteo a mirar el mueble y se acercó, agarro el lapicero azul y volvió a la cocina.
─Aqui esta ─le entregó el lapicero.
El mayor tomó el lapicero y empezó a firmar, con Alek quien lo miraba, la firma de su tío era muy elegante le acordaba a la de su padre, al menos en algo tenían en común.
─Ya esta ─terminó de firmar y le extendió la nota.
Alek se disponía a tomar la nota pero, su tío la apartó, impidiendo que la agarre.
─Si vuelvo a firmar otra nota igual Alek, te juro que cobraras ─le advirtió con una cara amenazante.
─No pasará eso, te lo prometo.
Alek prometió, su tío le entregó la nota y volvió a ocuparse de lo que estaba haciendo. Alek observó a su tío por unos segundos y luego salió de la cocina para regresar a su habitación. Una vez allí, dejó la nota en la mochila y sacó su cuaderno para realizar la tarea que le habían asignado. Aunque no era difícil, le costaba mucho trabajo motivarse para hacerla, ya que solía ser bastante perezoso al respecto. Era extraño verlo a punto de hacer la tarea, seguramente el golpe de su tío había causado efecto en él.
Alek pensó detenidamente y finalmente decidió no hacer la tarea, ya que dudaba que la profesora la revisara de todas formas. Volvió a guardar el cuaderno en la mochila y se recostó boca arriba en su cama, con las manos debajo de la cabeza. Miraba el techo, reflexionando sobre lo cansado que iba a estar al regresar de la escuela.
