•~Cap 8: Dulce Masacre~•

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Entre balas y “traición”

La oscuridad del bosque nos rodea, y el silencio es espeso, casi palpable. Cada una de nosotras se pierde en la penumbra, buscando un punto ciego donde no seamos detectadas, moviéndonos con cautela mientras el aire frío nos cala hasta los huesos. Mariel, Olivia y Isabel van juntas, cubriéndose mutuamente. Yo, por otro lado, me quedo sola en una parte del bosque, agachada en el suelo entre sombras, mis dedos firmemente sujetando el gatillo de mi pistola, apuntando al cuello de uno de los hombres.

No aprieto el gatillo. No aún. La espera me consume, pero sé que el momento perfecto llegará. Este no es solo un juego de poder, es una cuestión de supervivencia. Cualquier movimiento en falso, y todo podría irse al infierno. Si alguien intenta llevarse a Irina, uno de esos hijos de puta no verá el sol mañana.

Sabrina avanza en la oscuridad, caminando con la calma de un tigre cazando a su presa. Se acerca a Irina, su figura elegante pero fría, como una serpiente que se desliza por el suelo. Sin embargo, Irina no parece intimidada en lo más mínimo. En sus ojos, hay una chispa de desafío, de coraje. No tiene miedo, y eso me da una ligera sensación de alivio.

Desde donde estoy, noto un pequeño micrófono escondido en el top de Irina, casi imposible de ver, y su reloj Fitbit. Es nuestra señal para la comunicación secreta. Es nuestra única ventaja en esta jungla de concreto y sangre.

—Antes de que Sabrina dé la orden a sus custodios para llevársela, tenemos que dispararles en lugares donde no peligre su vida —susurro por la bocina del walkie-talkie, sin apartar la vista de mi objetivo.

—De acuerdo —responde Olivia, su tono decidido, como siempre.

Sabrina se planta frente a Irina, sus ojos llenos de desprecio, y sus palabras caen como un golpe bajo.

—Así que tú eres la pequeña perra que quiere quedarse con mi marido. —dice, haciendo una pausa para mirar a Irina de arriba a abajo, claramente burlándose.

Irina no se inmuta, y con una sonrisa sarcástica, responde:

—Así que tú eres la maldita perra, frustrada y dolida, que no entiende que tu marido y tú no me interesan, ni en lo más mínimo. Frustrados de mierda.

Sabrina no lo tolera. Levanta la mano con furia, pero Irina es más rápida. En un movimiento vertiginoso, toma a Sabrina del cabello, controlando la situación con sorprendente destreza.

Los hombres detrás de Sabrina intentan intervenir, pero no tienen oportunidad. Nos levantamos, saliendo de las sombras, cada una con dos armas en las manos, apuntando con precisión.

—Ni se les ocurra acercárseles si no quieren que les vuele los malditos sesos —dice Isabel, su voz llena de ira mientras apunta a la nuca de uno de los custodios.

Nos posicionamos rápidamente detrás de los hombres, manteniendo el control de la situación.

—Y tampoco se atrevan a mirar para atrás o esto va a terminar bastante feo —amenaza Mariel, su furia palpable.

Sabrina, que había intentado zafarse de Irina, ahora está visiblemente furiosa.

—¡Este no es su asunto, nío de mocosas! —grita, y el sonido resuena en la quietud del bosque.

Uno de los custodios, con una sonrisa cruel, se atreve a responder:

—No nos hagan tener que matar a cuatro nenitas, por favor.

Sabrina ruge, su voz llena de rabia:

—¡Hagan algo rápido, maldita sea! ¡Dejen de quedarse como estúpidos!

El sonido de las balas cortó su orden. No pensamos, solo actuamos. Los disparos salieron con precisión, alcanzando a los hombres sin dudar. Gritos de dolor llenaron el aire, pero no me detuve a ver. Solo escuchaba los ecos de los disparos y el sonido de sus cuerpos cayendo al suelo.

Cuatro caen, heridos, sangrando. Uno en el pecho, otro en la pierna, uno más en el abdomen, y el cuarto en el corazón. Este último agoniza unos segundos antes de que su cuerpo quede inerte. No tengo tiempo para sentir nada. Me quito los guantes de cuero y les quito las armas a cada uno, asegurándome de no dejar huellas.

—Revisen el auto, asegurémonos de que no haya más testigos —ordeno a las chicas.

Olivia, Isabel y Mariel se dirigen hacia la camioneta, mientras yo sigo de cerca. Al acercarnos, encontramos al conductor con un disparo en la frente, sangre salpicando los vidrios y los asientos. La camioneta está teñida de un rojo macabro, y la escena parece sacada de una pesadilla.

Sabrina, que se había soltado del agarre de Irina, ahora saca su arma y la apunta a la cabeza de mi amiga, tomándola del cabello con fiereza. Nos mira a las cuatro, sus ojos llenos de veneno, y su voz fría como el acero.

—Si se atreven a moverse, la mato.

Nos quedamos en silencio, evaluando nuestras opciones. El aire está cargado de tensión, cada segundo que pasa se siente como una eternidad.

De repente, Nicolás aparece, moviéndose en silencio, como una sombra. Se acerca rápidamente y, sin previo aviso, le da un golpe certero a Sabrina, dejándola inconsciente. El sonido del golpe resuena en el aire y, en un abrir y cerrar de ojos, Sabrina ya está fuera de combate. Nicolás se aleja como si nada hubiera pasado.

Los hombres heridos en el suelo siguen quejándose, agarrándose las heridas, pero no tienen fuerza para levantarse. Nos aseguramos de recoger todos los casquillos, eliminando cualquier evidencia que pueda incriminarnos.

A lo lejos, escuchamos el sonido de dos hombres más acercándose. Son custodios de Nicolás. Él les hace señas para que levanten a Sabrina y la lleven a su Bugatti Chiron, estacionado cerca. La imagen de Sabrina siendo arrastrada con fuerza hacia el auto me deja un mal sabor en la boca.

—¿¡En qué demonios estaban pensando!? —pregunta Nicolás, furioso, dirigiendo su mirada hacia mí.

—Solo estábamos jugando con las muñecas, como dijiste, aquella tarde que fui a tu casa. ¿Recuerdas? Te dije que no me cuestiones... —respondo, sin mirarlo, con una calma tensa.

Nicolás frunce el ceño, mirando a los hombres caídos. Hay algo extraño, el no tiene la mordida que le hice hace un rato


—Les vale una mierda lo que va a pasar a continuación, ¿verdad? No piensan, ni una sola vez. ¿Van a dejar vivos a estos hombres para que después las anden cazando?

Las palabras de Nicolás resuenan en mi cabeza, y aunque trato de ignorarlas, sé que tiene razón. El riesgo sigue acechando, pero ahora no podemos volver atrás.

Después de esa noche, Irina nunca volvió a hablarnos, ni a mí ni a Nicolás. Intenté explicarle todo, pero nunca me dio la oportunidad. La distancia entre nosotras creció aún más, y aunque yo seguía intentando hacerle ver la verdad, ella ya no quería escucharme.

Girls In Trouble +21 ©[Bilogía My Soul In Trouble  #1] Terminada ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora