Capítulo 1: Lycoris Radiata (Evan)

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Evan

―Oye, ¿estás bien?


Evan no podía dejar de tararear aquella canción tan pegadiza mientras destrozaba el hueso con su fiel Satterlee. Le sabía mal, pero el rigor mortis y el avanzado proceso de descomposición en el que se encontraba el cadáver hizo que tuviese que desechar la posibilidad de extraerlo de manera convencional.


¿A quién iba a engañar? Ni por asomo le sabía mal. ¿Para qué quería un fiambre un anillo de tan alto calibre si ni siquiera iba a poder usarlo? Que se jodiese. El muerto al pozo y el vivo al gozo. De todas formas, no iba a poder reprochárselo.


Con una amplia sonrisa, colocó la sortija en su dedo anular. Le venía como anillo al dedo. Nunca mejor dicho.


Tarareó de nuevo la canción.


―¿Te quieres callar la puta boca?


Evan levantó la vista y divisó la expresión de molestia que se formaba en el rostro del joven.


―Tan simpático como siempre. ―rio Evan, acercándose a paso lento hacia su compañero de trabajo.


―¿Qué coño quieres ahora?


Evan amplió aún más la sonrisa.


―He terminado mi parte del trabajo. ―explicó. ―Y estoy aburrido.


El chico le dirigió una mirada llena de desprecio y repulsión.


―¿A eso lo llamas hacer tu trabajo? ―inquirió. ―Te has dedicado a ahondar de más en la carne en vez de extraer directamente la primera capa de piel. Joder, si hasta has llegado a la hipodermis. ―criticó, clavándole aún más la mirada. ―Además, ese corte en el dedo ha sido de todo menos limpio y eso ya es difícil sabiendo que has utilizado una jodida Satterlee.


Evan no pudo evitar soltar una sonora carcajada.


―¿De qué coño te ríes?


―Perdón, Blake. Es que, ¿qué haría yo sin ti?


Blake cambió su expresión de molestia a una de total desagrado.


―Vete a joder a otra parte.


Antes de que Evan pudiese volver a reír, el sonido de su teléfono hizo eco en la sala.


―Mierda, es el jefe.


Blake bufó.


―Espero que sea para anunciar tu despido.


Evan ignoró el comentario de su compañero y puso el móvil en manos libres.


―¿Qué pasa, je-?

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