27. Finales.

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El hospital aparte de oler siempre a lejía, estaba rodeado de caras tristes miraras donde miraras. Algo que no agradaba a ninguno de los presentes que no podían creerse la noticia.

Horas atrás se encontraban subidos a un coche mientras los segundos pasaban a una terrible velocidad sin saber que para sus dos amigos que iban en el otro coche, esos mismos segundos se habían detenido bruscamente.

La carretera se cortó rápidamente. La policía, la ambulancia y la guardia civil se encontraban alrededor de la zona donde había surgido el impacto.

Un coche se había abalanzado sobre otro. Solo se sabía eso. Nadie daba más detalles.

Los heridos fueron llevados con la mayor celeridad que a los sanitarios les fue posible, pero quizá ni con todo ese esfuerzo sería posible salvar algunas vidas.

Dani se paseaba de un lado del pasillo de urgencias al otro, sin poder parar en su absoluta desesperación y también en su terrible hiperactividad. Nadie salía a decir nada acerca de su hermana o de su amigo.

Carlos se encontraba desplomado en el suelo, con la mirada perdida en cualquier parte sin observar nada, dudando por segundos si estaba a punto de perder a la persona que tanto significaba para él. Su chica.

Víctor, en el baño no para de echarse agua por la cara, como si deseara despertarse del horrible sueño en el que estaba viviendo desde hacía unas cuantas horas. Un sueño. Solo eso.

Las chicas habían decidido irse a casa, ya que sabían no solucionarían nada quedándose allí en el hospital esperando una respuesta que les daba bastante miedo conocer.

Tras unas largas horas de espera, un médico salió de la sala de operaciones y se dirigió directamente al padre de Daniel y la madre de Helena, por lo que el chico hiperactivo, al verlo, corre hacia allí para enterarse de qué está pasando. Los padres de Raúl también se acercan para poder encontar las noticias tan devastadoras que estaban a punto de oír.

Todos reciben la primera y única noticia con unos ojos abiertos en gran medida, a punto de salírseles de las órbitas.

Y es entonces que todo se vuelve negro para nuestros amigos.

Solo unas simples palabras lo pueden cambiar todo. Absolutamente todo.

Años atrás, aquellas dos personas que ahora estaban en una sala de operaciones de urgencias, habían vivido grandes momentos al lado de todos ellos.

- Eh, chicos, creo que os olvidais de que Raúl nos debe algo.

Todos miran atentamente a una Helena de trece añis que es la que acaba de hablar. Cada uno sonríe a medida que se da cuenta a qué se refiere la chica. Todos a excepción de Raúl.

Una vez que se sientan formando un círculo en el suelo del salón, él se encoge de hombros y asiente con mucha calma.

- Está bien.

Los chicos se ríen entre ellos mientras la chica rubia mira de reojo a su amiga Sara, que la observa con una sonrisa muy sincera.

Raúl mantiene la mirada en Helena y una vez que ella parece tener su mirada fija en ella, se adelanta hasta darle un breve pero dulce beso en los labios.

Todos los que se encuentran a su lado mirando, sonríen satisfechos porque era algo que llevaban mucho tiempo intentando ver. Un beso sincero por dos niños que aún creen en los sueños.

En cuanto se separan el uno del otro, el rubor de las mejillas de ambos es bastante prominente, se sientan de nuevo completando el círculo.

Sara le pregunta por lo bajo a su amiga qué tal ha sido el beso, mientras que Helena no puede dejar de mirarla por miedo a que todos noten lo rojas que tiene los pómulos.

Bajo vigilancia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora